16 de marzo_Miércoles

FRAILES DE LA ORDEN DE PREDICADORES

PROVINCIA SAN LUIS BERTRÁN DE COLOMBIA

CONVENTO NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

MEDITACIONES PARA LA PREDICACIÓN

Fr. Juan David OSPINA OSPINA, O.P.

MIÉRCOLES: 16 de marzo de 2022

Síntesis del Evangelio: «¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? (…) el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos.» (Mt. 20, 17-28)


Estimados hermanos, hoy la primera lectura tomada del libro de Jeremías (18, 18-20) nos trae dos valiosas enseñanzas; la primera de ella, que los seres humanos solemos olvidar que somos finitos y que el tiempo no es nuestro; O en otras palabras, que la vida es prestada y no tenemos ninguna certeza de cuándo hemos de devolver el cuerpo a la tierra y el alma a Dios. Este olvido suele hacernos creer que todo lo tendremos para siempre y nos convierte en seres incapaces de valorar las cosas buenas que hoy tenemos en la vida.


Hoy el pasaje de Jeremías nos enseña hasta dónde podemos llegar los seres humanos a causa de nuestra falsa seguridad; los enemigos de Jeremías creen que como en su tiempo gozan de sacerdotes, sabios y profetas que anuncian, guardan y enseñan la ley, brindan consejo y profetizan con sus oráculos, creen que un profeta más o un profeta menos no es relevante y, por tanto, traman contra el profeta. Queridos hermanos, nadie es eterno en el mundo y, por tanto, no pasemos por alto a los hermanos, padres, amigos y pastores que hoy nos hablan de Dios y son testimonio para nosotros de entrega y de confianza en Él. No descartemos a los hermanos y su testimonio creyendo que estarán ahí para nosotros toda la vida. Aprovechemos en cuanto podamos la compañía de los hermanos que nos quieren enseñar y guiar hacia Dios.


La segunda gran enseñanza que trae para nosotros el libro del profeta Jeremías es que, aunque nos paguen el bien con mal, no hemos de desfallecer. No sea que seamos como Jonás que, a causa de la dureza del corazón de uno o varios, nos transformemos en profetas de muerte y anunciemos su destrucción, sin tener en cuenta que solo de Dios viene la salvación. Hoy nos corresponde no olvidar que nuestro Dios es lento a la cólera y muy rico en piedad.


Escuchemos y hagamos nuestras las palabras del Papa Francisco con motivo de la liturgia de hoy y de esta cuaresma: “No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos.” No dejemos el bien para hacerlo mañana, porque puede ser que mañana no estemos o no estén aquellas personas con las que queríamos ser buenas o no estén aquellos que necesitaban de nuestra bondad y amor.


Queridos hermanos, hoy el Evangelio de San Mateo (20, 17-28) es un anuncio fundamental para nuestra vida cristiana; y es que hoy Cristo está hablando al corazón de cada uno de nosotros y nos está anunciando que seguirle a Él es hacernos reos de tramas, de burlas, de azotes y de condenas por parte de quienes rechazan a Cristo y su mensaje. Hablar de Dios nunca ha sido fácil y siempre ha sido un reto. Sin embargo, no estamos solos. Si confiamos plenamente en Dios, y en el auxilio del Espíritu Santo nuestro anuncio y testimonio no será desatendido, y cuando lleguen las burlas, las condenas y las tramas, Dios será nuestro defensor y sabrá conducirnos.


Hoy cada uno de nosotros somos como el Apóstol Pedro, que en las buenas circunstancias viajó a Roma a predicar a Cristo, pero cuando le quisieron condenar y llegaron las adversidades huyó. Cristo entiende nuestra debilidad y nuestros temores y no nos condena por sentir miedo, porque Él sintió miedo y angustia en el huerto de los olivos; sin embargo, nos pide una vez más que confiemos en Él y confiemos en su Palabra, así como Él confió en la palabra del Padre y dio un sí rotundo al cáliz que le estaba preparado.


Queridos hermanos, hoy Dios nos invita a tomar y beber del Cáliz que Cristo bebió, y a que, como Pedro, confiemos una vez más en su amor, en su bondad y en su palabra, y volvamos a Roma a entregar la vida por la causa del Evangelio. ¿y qué exige el Evangelio? No es otra cosa que salir al rescate de todos los hermanos a través del servicio. Si Cristo fue capaz de despojarse de su condición divina para venir a nuestro encuentro y rescate, ¿de qué hemos de despojarnos nosotros para lograr hacernos los servidores de los hermanos? Recuerda querido hermano que sin el prójimo no hay cristianismo; y si tu fe no te mueve al encuentro y auxilio de los demás, no es una auténtica fe cristiana.


Por último, no olvidemos que nuestro Dios es un Dios compasivo que hace salir el sol y caer la lluvia sobre justos e injustos, y más aún, que quiere NO la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y vida; Por tanto, hagamos de este tiempo de cuaresma el tiempo propicio para renunciar a nuestro pecado, enmendar nuestros errores y superar nuestras debilidades para volver el corazón a Dios.