11 de marzo_Viernes

FRAILES DE LA ORDEN DE PREDICADORES

PROVINCIA SAN LUIS BERTRÁN DE COLOMBIA

CONVENTO NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

MEDITACIONES PARA LA PREDICACIÓN

Fr. Juan David OSPINA OSPINA, O.P.

VIERNES: 11 de marzo de 2022

Síntesis del Evangelio: «sí cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.» (Mt. 5, 20-26)


Estimados hermanos, hoy la primera lectura tomada del libro de Ezequiel es una invitación más, como Dios lo ha hecho a través de todas las lecturas de este tiempo de Cuaresma, a que volvamos el corazón a Dios, a que corrijamos nuestras malas conductas, vicios e iniquidades y practiquemos la justicia. Hoy Dios nos recuerda que su deseo para con todos nosotros, sus hijos muy amados, es a que vivamos, pero que vivamos en plenitud y grandeza, y ello es solo posible si regimos nuestra vida según los preceptos de Dios.


Sin embargo, la primera lectura parece traer consigo un duro juicio y una injusta sentencia, y es que pareciese que Dios es más benevolente con el malvado que se convierte de su maldad, que con el inocente y justo que ha abandonado su inocencia y comete actos de maldad, pues a este último, dice Ezequiel, no se le tendrá en cuenta sus obras justas y se le condenará a muerte por su maldad. ¿cómo es ello posible?


Queridos hermanos, muchos de nuestros hermanos que se encuentran extraviados en la maldad de sus corazones, están perdidos porque no conocen de Dios; porque no contaron con alguien que les hablara o dieran testimonio del amor de Dios en sus vidas y en sus actos; o más preocupante aún, porque viviendo en medio de nuestra comunidad, quizás no supieron ver en los que nos llamamos cristianos un rastro del amor de Dios. En otras palabras, muchos de los hermanos que se encuentran sumidos en la maldad y alejados de Dios lo están porque no conocen de Dios y aún no han contado con santos pastores que salgan a su búsqueda y los traigan en brazos al seno de la Iglesia, y allí, reencontrándose con el Dios amoroso y misericordioso, vuelvan su corazón definitivamente a Él.


En este sentido, es entendible la alegría que se produce en el cielo cuando un solo pecador es rescatado de la maldad (Lc. 15, 7). Es un logro traer a la luz a quien rechaza la luz porque siempre ha vivido en las sombras y en la oscuridad, y no conoce nada más. Sin embargo, y por el contrario, quien habiendo vivido en la luz desea las sombras y se goza y complace en ellas, tiene doble culpa, pues sabe a conciencia que cuanto hace está mal y aún así lo hace, y además tiene culpa por preferir la oscuridad a la luz, sabiendo conscientemente que el deseo de Dios es la salvación y la vida plena en justicia y rectitud.


Hoy, hermanos muy queridos, Dios nos invita una vez más a volver el corazón total y plenamente a Él, renunciando a la maldad y consagrándonos a las obras de la luz; pues somos privilegiados, como cristianos, por la revelación que Dios ha hecho desde el principio del tiempo y la creación de su amor, de su entrega y preocupación, y de su anhelo de darnos vida y vida en abundancia en el Reino que Él nos ha preparado. Por ello, es nuestra obligación, siendo conocedores del plan de Dios y depositarios de su Gracia, de permanecer fieles al proyecto Divino, y de conducir a los hermanos que viven en oscuridad al encuentro con Dios.


Por su parte, el Evangelio de San Mateo (5, 20-26) nos recuerda la exigencia de Cristo de amar al prójimo y velar por su salvación. Cristo hoy nos recuerda que no hemos de preocuparnos solo de nuestra salvación, sino que somos corresponsables de la salvación de los hermanos, procurando con nuestro testimonio de vida animar al hermano a que viva también en testimonio de justicia y amor. En otras palabras, no es posible una vida cristiana desprendida de los hermanos ni es posible agradar a Dios despreciando a los demás.


Hoy es la ocasión especial de recordar, queridos hermanos, que el cristianismo consiste en amar a Dios, a sí mismo y al prójimo; si alguno de esos tres amores falla, no se es plenamente cristiano, del mismo modo que habiendo Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, si solo se cree en Dios Padre y Dios Hijo y se olvida al Espíritu Santo, no se es Plenamente cristiano.


Que este tiempo de Cuaresma sea el tiempo propicio para volver el corazón a los hermanos, y con ellos, llegue a Dios nuestra entrega; De este modo seremos luz que Dios colocará en lo alto del candelero para iluminar su presencia en medio nuestro.