17 de marzo_Jueves

FRAILES DE LA ORDEN DE PREDICADORES

PROVINCIA SAN LUIS BERTRÁN DE COLOMBIA

CONVENTO NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

MEDITACIONES PARA LA PREDICACIÓN

Fr. Juan David OSPINA OSPINA, O.P.

JUEVES: 17 de marzo de 2022

Síntesis del Evangelio: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro (…) Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto.» (Lc. 16, 19-31)


Estimados hermanos, hoy la primera lectura tomada del libro de Jeremías trae para nosotros una enseñanza hermosa en cuanto a la confianza en Dios y la confianza en los hombres. Hoy el profeta nos invita a no poner la confianza en los hombres, pero ello no significa despreciar, enajenar, vulnerar o discriminar a los hermanos; por el contrario, durante toda esta segunda semana del tiempo de Cuaresma Dios nos ha invitado una y otra vez a desgastar nuestra vida y compromiso cristiano en favor de los hermanos, y en especial, de los más vulnerables.


Hoy el profeta nos invita a no poner nuestra confianza en los hombres porque los hombres, por nuestros pecados de egoísmo, soberbia y prepotencia solemos pagar el bien que nos hacen con mal. Así nos lo denunciaba también el profeta Jeremías en la primera lectura del día de ayer; y ya que nosotros no somos inmunes a la decepción, ante un mal pago por una obra de bondad y de amor, solemos querer tirar la toalla y desfallecer en el compromiso de siempre hacer el bien a los hermanos.


Más aún, si ponemos la confianza y nos apoyamos solo en los hombres y alejamos nuestro corazón de Dios, estaremos en riesgo de convertirnos como en cardos -que es una especie de planta que se caracteriza por tener un tallo herbáceo vertical de gran porte, pero cubierto de espinas, luego de las cual se encuentra la flor-. Es decir, si nuestra confianza no está puesta en el Señor, cada decepción por parte de los hermanos se transformará en espina, lo que conducirá inevitablemente a transformarnos en flores inaccesibles y que hieren a quien se acerca.


Por el contrario, si nuestra confianza nunca se aparta del Señor, a pesar de los golpes y las decepciones de quienes nos paguen mal por bien, lograremos mantenernos serenos e inquietos, fieles en dar frutos de amor y fieles al compromiso cristiano de no desfallecer en la obra de misericordia y bondad para con el prójimo, a la que Dios nos llama.


Queridos hermanos, todos podemos ser ocasión de decepción de alguien más, y todos hemos sido decepcionados en algún o en muchos momentos de nuestra vida; por ello, la única manera de perseverar en las buenas acciones que dan buenos frutos es confiando plenamente en Dios y en que estamos cumpliendo con nuestro compromiso cristiano.


Hoy, por su parte, el Evangelio de San Lucas (16, 19-31) nos presenta el pasaje del rico, a quién la tradición ha llamado Epulón, y del pobre Lázaro. Este pasaje del Evangelio es un llamado de atención a todos los cristianos sobre la importancia y sobre nuestro compromiso para con los hermanos, y más aún, de los hermanos más vulnerables. Hoy Jesús nos presenta a Epulón que al fallecer es enviado al infierno, en donde es atormentado por las llamas.


Sin embargo, Epulón es castigado no por ser rico, sino por haber desatendido a su prójimo Lázaro. ¿Qué pretende el Evangelio al presentarnos este pasaje? Pretende llamar nuestra atención sobre la calidad de nuestra vida y de nuestro compromiso cristiano. Hoy el Evangelio nos invita a preguntarnos cuántas veces hemos sido como el rico Epulón y hemos desatendido al prójimo o hemos negado una palabra, un abrazo, una comida, un vestido; o más importante aún, cuántas veces hemos negado una palabra de aliento, de consuelo, de amor para quien está afligido, o cuántas veces nos hemos negado a visitar a un enfermo, a un anciano, a los presos o a los huérfanos.


Por su parte, hoy el Evangelio también nos enseña que nuestro padre Abraham se niega a enviar a Lázaro resucitado como testimonio para la conversión de los hermanos del rico Epulón, pues ya cuentan con Moisés y las predicaciones de los profetas; con ello, el pasaje evangélico nos está enseñando que no habrá más signos que los testimonios y las predicaciones de hombres y mujeres comprometidos con el Evangelio y llamados por Dios para el anuncio de la Buena Noticia. ¿Quiénes son esos hombres y mujeres? Pues todos los bautizados. Por tanto, estad atentos estimados hermanos, no sea que por soberbia, egoísmo o prepotencia ignoremos la voz de Dios que nos habla desde el prójimo.


Por último, no olvidemos que nuestro Dios es un Dios compasivo que hace salir el sol y caer la lluvia sobre justos e injustos, y más aún, que quiere NO la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y vida; Por tanto, hagamos de este tiempo de cuaresma el tiempo propicio para renunciar a nuestro pecado, enmendar nuestros errores y superar nuestras debilidades para volver el corazón a Dios.