14 de marzo_Lunes

FRAILES DE LA ORDEN DE PREDICADORES

PROVINCIA SAN LUIS BERTRÁN DE COLOMBIA

CONVENTO NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

MEDITACIONES PARA LA PREDICACIÓN

Fr. Juan David OSPINA OSPINA, O.P.

LUNES: 14 de marzo de 2022

Síntesis del Evangelio: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; (…) con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros.» (Lc. 6, 36-38)


Estimados hermanos, hoy la primera lectura tomada del libro de Daniel trae para nosotros una síntesis del significado del tiempo litúrgico de la Cuaresma, por ello, el pasaje del libro de Daniel que leímos hoy representa una maravilla invitación a vivir la Cuaresma como tiempo propicio para reconocer nuestra debilidad y nuestros errores, sin olvidar que Dios siempre aguarda por nosotros.


La profecía de Daniel nos recuerda que Dios es fiel y que guarda en lealtad su alianza; Alianza a través del cual Dios se hace nuestro Padre y nosotros nos transformamos en sus hijos. ¿Qué significa entonces que Dios se hace nuestro Padre? Pues que como Padre Dios no abandona, no se aleja, no renuncia a nosotros a pesar de nuestra debilidad y de nuestros errores. El pacto de amor a través del cual Dios se hace nuestro Padre significa que Él vela por nosotros, que espera con paciencia nuestro regreso a sus brazos, y que por sobre todo, nunca dejaremos de ser sus hijos y, por tanto, Él nunca nos abandona ni se resigna a perdernos.


Así mismo, la profecía de Daniel nos enseña que Dios nunca ha dejado de comunicarse ni ha cesado de salir a nuestro encuentro, sino que somos nosotros los que cada vez nos hacemos más sordos a su palabra a la vez que nos hacemos más ciegos, incapaces de reconocer el rostro y la voz de Dios en los hermanos. De muchas maneras hemos sucumbido ante el pecado más grave de todos: anular y hacer invisible a los hermanos. El pecado del egoísmo nos ha hecho olvidar que, así como a través de Cristo conocimos al Padre, a través de los hermanos llegamos a Él.


Queridos hermanos, si alguna vez te preguntas por qué a veces es tan difícil sentir a Dios cerca, quizás la respuesta esté en que no has sabido observar, descubrir y encontrar: observar cuán visibles son los demás para ti, descubrir cuánto haces por ellos en nombre de Dios y encontrando en el prójimo el rostro de Dios.


No existen atajos para llegar a Dios, ni es posible cumplir la voluntad de Dios alejados de los hermanos. Ayer el evangelio, también de San Lucas, nos presentaba la transfiguración de Jesús, y nos enseñó que si bien se está muy a gusto ante la presencia de Dios que se descubre y se siente en medio de la oración profunda y sincera, la misión no está en encerrarse en el templo ni en casa, sino que está en bajar de la montaña para traslucir a Dios a los hermanos.


Así mismo el Evangelio de hoy (Lc. 6, 36-38) nos enseña que, una vez transfigurados por Dios, la misión de todos como cristianos es ser misericordiosos con nuestros hermanos, así como nuestro Padre es misericordioso. En otras palabras, queridos hermanos, cuánto esperamos de Dios, debemos serlo y darlo para con el prójimo, pues cuanto seamos y brindemos en bondad, amor y misericordia, así mismo lo será Dios para nosotros. El que quiera oír que oiga: Si no quieres ser juzgado, no juzgues; si no quieres ser condenado, no condenes; Si no quieres ser señalado, no señales; si quieres ser perdonado, perdona; Si quieres recibir, da.


Por último, no olvidemos que nuestro Dios es un Dios compasivo que hace salir el sol y caer la lluvia sobre justos e injustos, y más aún, que quiere NO la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y vida; Por tanto, hagamos de este tiempo de cuaresma el tiempo propicio para renunciar a nuestro pecado, enmendar nuestros errores y superar nuestras debilidades para volver el corazón a Dios.