07 febrero_Lunes

FRAILES DE LA ORDEN DE PREDICADORES

PROVINCIA SAN LUIS BERTRÁN DE COLOMBIA

CONVENTO NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

MEDITACIONES PARA LA PREDICACIÓN

Fr. Juan David OSPINA OSPINA, O.P.

LUNES: 07 de febrero de 2022

Síntesis del Evangelio: Jesús cura a los enfermos.

La primera lectura tomada del Primer libro de los Reyes nos narra el traslado del Arca de la Alianza (“depósito” en el que se contenían las tablas de la ley dadas por Dios a Moisés) desde Sion, la ciudad de Rey David, hasta Jerusalén. Hoy la primera lectura nos cuenta que todo Israel, que toda la comunidad estaba congregada alrededor del Arca de la Alianza y que le brindaban una cantidad incalculable de sacrificios en honor y para gloria de Dios. Así también, más adelante, se nos narra que la presencia de Dios en forma de nube llenaba el lugar donde habían depositado el Arca, como morada estable para el Señor.

Hermanos míos, hoy la liturgia nos propone un cuestionamiento personal sobre el valor que para cada uno de nosotros representa la celebración sacramental de la Eucaristía, y sobre cuán conscientes somos de la verdadera y real presencia de Cristo en medio de nosotros en el pan y vino consagrados. La razón de tal cuestionamiento está en que el pueblo de Israel, en tiempos del Rey Salomón, aún sin poder ver las tablas de la ley, y sin poder siquiera ingresar al lugar llamado el santo santorum donde YAHVÉ habitaba, no dudaban de la presencia real de Dios y ofrecían sacrificios rituales sin mesura en favor del Señor. Es decir, sin poder ver creían incondicionalmente en la presencia de Dios en medio de ellos.

Hoy nosotros, como cristianos, tenemos la fortuna, la bendición, la dicha de ver real y verdaderamente la presencia de Dios en medio nuestro cada vez que ante nosotros se nos presentan la hostia y el vino consagrado; Y aun así muchos siguen sin creer. La invitación que hoy nos hace el Señor a través de la primera lectura, es a reconocerle en medio de nosotros; a sentirlo real y verdaderamente presente en la Sagrada Eucaristía; A tener la certeza que cada día se hace presente en la celebración de los sacramentos. Más aún, si en tiempos de Salomón Dios se hacía presente para el pueblo de Israel; en nuestros tiempos a través de Cristo, el Señor se hace presente, accesible, cercano para todas las creaturas del mundo entero.

En el Evangelio de hoy se nos narra que cuando Jesús terminó su travesía, desembarcó junto con los suyos, y en cuanto entraba en alguna ciudad, pueblo o aldea la multitud corría hacía él para presentarle a todos los enfermos, rogando por la sanidad, y cuantos tocaban el mando del Señor eran sanados.

Estimados hermanos, hoy Jesús concluye su travesía, en la que nos ha enseñado que Dios quiere nuestra salvación, que vivamos de acuerdo con sus preceptos; que nos envía a predicar la Buena Nueva como sus testigos, además de que nos exige coherencia entre lo que predicamos con la palabra y lo que predicamos con nuestras acciones; que somos los hijos amados del Padre y que sus planes son planes de amor, de realización y de plenitud en su presencia. Sin embargo, quienes salen al encuentro hoy de Cristo, a pesar de su mucha fe, parece que no quieren escucharlo, no quieren atenderle, no quieren seguirle, solo buscan la curación para sí y para sus enfermos.

Si fuésemos nosotros aquellos judíos del tiempo de Jesús, ¿con qué intención o propósito saldríamos al encuentro del maestro? Esa es la pregunta que hoy nos suscita el Evangelio. ¿Solo busco al Señor porque necesito la sanación de alguna enfermedad? Debemos entender queridos hermanos, que no está mal venir al señor porque necesitamos de su misericordia, porque tenemos necesidad de acogernos a su bondad y buscar la sanación. Sin embargo, no querer más del Señor, no querer escuchar su palabra y no querer seguirlo en el cumplimiento de la voluntad del Padre, allí no estaríamos actuando como cristianos auténticos.

La Invitación estimados hermanos es a que la sanación de nuestros males o enfermedades de cuerpo y alma sea solo el primer pasado de un seguimiento más sincero y pleno de Cristo. Que no busquemos otra cosa más que, como María -la hermana de Lázaro- escoger la mejor parte y postrarnos ante el Señor a escuchar su Palabra (Lc. 10, 42); Lo demás vendrá por añadidura, pues nuestro Dios es un Dios que sabe qué es lo mejor para nosotros y es presto a nuestro cuidado. Solo necesitamos buscar al Señor con verdadera fe, confiados en que Dios sabiendo lo que nos es bueno, vendrá en nuestro auxilio.

Hoy se nos presenta a Jesús recorriendo ciudades, pueblos y aldeas, porque así lo exige su misión. Jesús es un predicador de la calle, que sale al encuentro de todos, y por todos es encontrado cuando se tiene auténtica fe.

Por último, seamos obedientes al salmista cuando nos exhorta: “Hijos de Dios, Aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor.” (Sal. 28, 1ss.) Amén.