18 de marzo_Viernes

FRAILES DE LA ORDEN DE PREDICADORES

PROVINCIA SAN LUIS BERTRÁN DE COLOMBIA

CONVENTO NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE CHIQUINQUIRÁ

MEDITACIONES PARA LA PREDICACIÓN

Fr. Juan David OSPINA OSPINA, O.P.

VIERNES: 18 de marzo de 2022

Síntesis del Evangelio: «Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cayó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos (...) “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”.» (Mt. 21, 33-43, 45-46)


Estimados hermanos, hoy la primera lectura está tomada del libro del Génesis; En este pasaje se nos narra cómo los hermanos de José maquinan contra él a causa de la envidia, hasta el punto de venderlo a mercaderes que terminarán por llevarlo a Egipto. Hoy el pasaje de la primera lectura, al igual que lo hacía ayer el profeta Jeremías, está denunciando la fragilidad y el pecado en el que solemos caer todos los seres humanos: la envidia. Ayer se nos denunciaba el pecado de la desatención y de la invisibilización de los hermanos mientras hoy se hace denuncia de la envidia. Unas veces pecamos por omisión y otras tantas por exageración, pero en exageración no precisamente en obras buenas, sino en acciones que van en contra del hermano. En ocasiones no hacemos nada, y en otras tantas hacemos lo imposible, pero para mal y daño de nuestros hermanos.


Hoy el libro del Génesis nos presenta este pasaje con ocasión de traer a nuestra conciencia los vicios y malas conductas que podemos realizar por omisión o por exageración. Hoy la invitación es a que demos el primer paso, que es hacernos conscientes del error.


Queridos hermanos no podremos cambiar y transformar nuestra vida si no somos conscientes de lo que está mal en ella; Hoy la liturgia nos anima a realizar un examen de conciencia y descubrir qué errores hemos cometido, unas veces, quizás, por no hacer nada por el hermano, y otras tantas por hacerle el mal. Hoy es la ocasión de descubrir en qué punto se encuentra nuestra vida y nuestro compromiso cristiano.


Así también, queridos hermanos, este tiempo de Cuaresma es tiempo propicio para pedir ayuda al Señor y a su Santo Espíritu, para poder enmendar los errores cometidos; para llenarnos de la fuerza del Espíritu de Dios y entregar desmedidamente nuestra vida al servicio de los hermanos y perseverar en las buenas acciones. No olvidemos que Dios durante estas dos semanas de Cuaresma nos ha invitado incontables veces a gastar nuestra existencia cristiana y nuestro compromiso en provecho de los demás. Del mismo modo, este tiempo de cuaresma nos es propicio para presentar a Dios nuestra firme voluntad de no caer de nuevo en el error.


Así también, el relato de la venta de José a los mercaderes por parte de sus hermanos trae consigo una advertencia y es que, al igual que el pasaje del rico Epulón y el pobre Lázaro en donde se nos presentaba el castigo del rico Epulón en el infierno, hoy también se nos presenta un castigo como consecuencia del acto fratricida contra José: la sequía, la hambruna y la esclavitud.


Queridos hermanos, si las buenas acciones nos convierten en árboles que dan buenos frutos, las malas acciones terminarán por secar y hacer árido nuestro corazón, transformándonos en seres incapaces de dar frutos buenos y en árboles que tarde o temprano el cegador cortará y echará al fuego. Así también, el sucumbir a nuestro pecado de la envidia conducirá a hacernos esclavos de nuestra vida acomodada y a sus vicios.


Por su parte, el Evangelio de San Mateo (21, 33-43, 45-46) nos presenta el pasaje de los labradores corruptos, aquellos que, movidos por la envidia, quisieron apoderarse de una herencia que nos les correspondía. Hermanos, a todos nosotros por el bautismo, se nos ha encomendado la tarea de velar por el cumplimiento del Reino de Dios en medio nuestro, velando porque los corazones de nuestros hermanos sean tierra fértil para la Palabra de Dios. Sin embargo, hemos transformado los corazones de muchos de nuestros hermanos en tierra seca y árida a consecuencia de nuestros pecados y de nuestro anti-testimonio; más aún, nos hemos sentido los dueños de los dones y nos hemos colocado en el centro, en el centro de la misión y en el centro de la predicación, echando a Cristo fuera.


De nuevo queridos hermanos, el pasaje del Santo Evangelio es una invitación a reconocer lo que está mal en nuestra vida y en nuestro compromiso cristiano. De manera muy especial, hoy Dios nos invita a reconocer que es Cristo la piedra angular y, por tanto, debemos deshacernos de todo orgullo y vanidad que intente desplazar a Cristo. Cristo debe ser el centro de nuestra vida, estar en el centro de nuestro corazón y ser siempre el centro de nuestra predicación y testimonio.


Por último, no olvidemos que nuestro Dios es un Dios compasivo que hace salir el sol y caer la lluvia sobre justos e injustos, y más aún, que quiere NO la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y vida; Por tanto, hagamos de este tiempo de cuaresma el tiempo propicio para renunciar a nuestro pecado, enmendar nuestros errores y superar nuestras debilidades para volver el corazón a Dios.