Limosna en la calle

Pregunta: pasando en la calle, me ha detenido en mi camino alguien que me contó una historia para pedirme tsedaká, visiblemente trastornada, quizá drogadicta. Le di algo por consciencia, pero al paso, la semana siguiente me detuvo otra vez más y me contó la misma historia y rehusé, luego me insultó invocando el hecho que yo tuviera una kipá puesta en mi cabeza. ¿Cómo debemos actuar de un lado para ayudar a estos que de verdad necesitan, no desperdiciar el dinero o indirectamente contribuir con estos que ninguna tsedaká en la calle los sacará de su situación? ¿O aún para no manchar a los religiosos con actitudes que parezcan el opuesto de lo que predica la religión?


Respuesta: De hecho todos estamos obligados por la Torá a dar el 10% de nuestras ganancias a D.ios siempre, es decir, sacándose determinados gastos vitales, 10 % de lo neto. Este dinero puede darse directamente a los necesitados o entonces a todas las instituciones de caridad, de estudio de Torá, sinagogas (en general van de manos dadas), los huérfanos, los ancianos, los niños enfermos etc. y puede darse aún mediante objetos materiales o comida, e incluso en horas de trabajo.


Sin embargo esta es una mitsvá en que los Israelíes son sin precedentes ni equivalentes, todos acá, religiosos o no, siempre tienen la mano extendida para ayudar. Las cajitas de tsedaká están por toda parte, siempre llenas. Israel es el país en el mundo con mayor número de instituciones de caridad en proporción a la población.


Al mismo tiempo, no anhelamos a que este dinero precioso que es el alma de estos que dan, el pan de estos que reciben, caiga entre las manos de seres malintencionados que lo desperdiciarán, peor aún, que arriesgan acostumbrarse a vivir de caridad y dejan de hacer los esfuerzos necesarios para salir de su estado de degradación.


En este caso, visto que la halajá nos obliga a contribuir con quienes pidan, puesto que de hecho, no sabemos quienes realmente precisan quienes no, recomendamos que la tsedaká se haga mediante una institución bondadosa organizada de Israel, la sinagoga de tu barrio, y la kupat ha'ir, la caja común de la ciudad en que vives considerando la ley "los pobres de tu ciudad deben preceder a los de las otras ciudades".


Nota que conviene cuidar de no darle más de lo que exige la halajá, puesto que debes invertir tus recursos en ti mismo también. A parte de esto, el dinero de la tsedká debe darse a instituciones judías únicamente, mejor en Israel.


Esto dicho y en este caso, costumbramos siempre llevar en el bolsillo cantidad de dinero menudo para darlo todos los días acá y allí. Así, cuando alguien te solicite en la calle, siempre tienes unos shekalim en monedas de centavos para dar, y nunca faltas con la mitsvá de extenderle la mano, aún cuando el receptor no te parezca idóneo. Así también, nunca pasa un día sin que extiendas la mano. Si no lo hiciste hoy, detenéte en un súper y ponéle una monedita en la caja de tsedaká - al mismo tiempo la verdadera tsedaká, estás seguro que siempre llegará a su destino.