Católico antes del Mikvé

Pregunta: toda mi vida fui a la Iglesia Católica, he sido bautizada y he participado en grupos juveniles. Me dijeron que una vez que me bauticé, nunca dejaré de ser católico. Después de la Mikve, ¿dejaré de ser católico automáticamente?


Respuesta: Con respecto a los bautizados, a tu vida cotidiana católica y tu vida hasta hace poco imbuida de valores cristianos, todo dependerá de tu fuerza de voluntad y capacidad para dejar atrás y superar los recuerdos y sentimientos que te vinculan a tu pasado, incluyendo nostalgia y añoranzas alimentadas por estos contactos constantes facilitados por las redes virtuales.


Ten en cuenta que la mayoría de las personas no pueden cambiar por completo y siempre permanecen atadas a sí mismas, a sus recuerdos y a su forma de ser. La identidad es algo profundamente arraigado en el ser. Incluso hay quienes dicen que después de una determinada etapa de la vida, es imposible cambiar realmente, las personas solo pueden alternar el enfoque de sus esfuerzos y proyectar sus mismos patrones de comportamiento / sentimientos a diferentes enfoques, transportando sus procesos internos en diferentes áreas sin cambiarlos.


El talmud llama a esto "Mazal" ... un poco como el destino / suerte de una persona, pero mazal denota algo que "gotea" (nozel), es decir, algo que forma parte de nosotros y exuda, no se puede evitar. El talmud deja en claro que hay una relación con el zodiaco, quizá incluso hay lugar para entender este concepto como las circunstancias en las que nace una persona y sobre las cuales, supuestamente, uno no tiene el libre albedrío. En este caso, Mazal es algo que "gotea" sobre la persona, lo que no puede evitar. Y el ejemplo traído por el talmud es de alguien nacido bajo el signo de Maadim (marte = "rojizo") que tendrá el impulso del derramamiento de sangre incrustado en su personalidad. Es decir: un asesino potencial en este sentido no podría reprimir por completo su instinto sediento de sangre, y la única forma en que puede encontrar un camino en la vida sería canalizar su deseo de sofocar la vida de las personas, a los animales que sirven como alimento para el hombre al convertirse por ejemplo, en matarife - o en mohel que no teme a la sangre, pero en este caso cura en lugar de matar. (ver Tratado de Shabath 156, Gra y Malbim en Mishlé 22.6 que advierte al maestro que eduque a cada joven de acuerdo con su camino) En este caso, su impulso interno pernicioso permanece sin cambios, pero al menos servirá al bien común y su defecto se convertirá en una virtud.


Rashi en su comentario sobre el tratado de Shabath afirma que las naciones están vinculadas a su Mazal y al movimiento de los cuerpos celestiales, utilizando el pronóstico del tiempo como ejemplo ya que todos los momentos del ciclo anual dependen de las posiciones de los cuerpos celestiales. Además, Rashi en el tratado de Sotá 2 dice que la primera de las almas gemelas de un hombre es proveniente del Mazal. 


En nuestro contexto, todo indicaría que la única forma de que la conversión produzca cambios en la vida de una persona es dentro de las tendencias naturales de la persona, canalizando sus potenciales innatos hacia nuevas metas en la vida.


Curiosamente, el Ramban comenta en shemot 13,16 (sobre el Faraón y el hecho de Dios hacer pesado su corazón) diciendo a los observantes de las mitzvot que Dios los ayudarán a tener éxito, mientras que a ellos que las rechazan se reservará su castigo. Es decir, el hombre puede, al mejorar sus acciones, mejorar su situación o, por el contrario, deteriorarla y terminará perdiendo aún más. El Talmud en el tratado Macot 12 a su vez confirma esta idea al decir que Dios ayuda al hombre de acuerdo con el camino que este elige, un poco como un ladrón que le pide a Dios que lo proteja ... ¡y Dios lo protege!


Este razonamiento sugiere que un judío tiene libre albedrío y puede cambiar su destino al observar las Mitsvot (agregando acciones positivas que se convertirán en hábitos y prácticas, lo que elevará su nivel existencial y le permitirá convertirse en un depositario de una nueva identidad ... Una nueva forma de ser) y cuanto más mitzvot agregues, mayor será tu libre albedrío. En el caso contrario, lo mismo es cierto, el nivel vital de un hombre puede degradarse de acuerdo con los actos negativos y los malos hábitos que cultive.


En contraste con Yaakov ("Akev" = talón), el arquetipo del judío en el exilio cuando está al nivel del talón de las otras naciones que lo pisotean en cuyo absoluto libre albedrío es discutible, el judío ideal se llama "Israel" en virtud de su lucha y posterior victoria contra el ángel (identidad colectiva del enemigo Esaú - cf. Rashi), es decir, el judío que vive su identidad, lucha por su tierra y observa las mitzvot es como su nombre lo indica, "directo de Dios" y agarra en sus manos el volante de su existencia. Sobre Israel, el Talmud en el Tratado de Shabath 156 continúa y comenta: "No hay mazal para Israel". El significado es claro.

 

En nuestro contexto, por lo tanto, enfatizaremos que un converso en hebreo se dice "Guer" - y la palabra "Guer" en hebreo proviene de la palabra "garguir", una semilla. En otras palabras: un converso es como esta semilla que emana de un árbol (ets = "fuente del consejo / identidad"), de una matriz, y se desprende de él para caer en un nuevo terreno ("el gan", el jardín donde todo brota) y está siendo vigilado y trabajado por "Adán", el hombre que habla con Dios, el judío) y la tierra ("haaretz", también la "voluntad" (aretz = ratzon) y produce un nuevo árbol (ets = "consejo" nuevo identidad).

Esto significa que el hecho de estar completamente separado de su pasado es precisamente lo que permite al converso constituir su nueva identidad, de lo contrario, atado a nudos y pesos, no le será posible una transformación real, solo pequeños cambios en el enfoque. Dividida, tal semilla no tendrá lugar para germinar. El tiempo y la energía vital utilizados para mantener vínculos con su pasado le ocuparán el lugar que debería dedicarse a las acciones positivas, (las "mitzvot") que terminarán observándose de manera descuidada y no serán suficientes para generar un nuevo estado existencial, aún menos una nueva identidad, sino que, en el mejor de los casos, generará una nueva identidad deforme, ligada al exilio mismo, como Yaakov, como un talón. Un talón sobre lo cual el cuerpo dudará en pararse, en sostenerse.


A la luz de este comentario, se entiende que hay varios niveles de conversos, comenzando con aquellos que dejaron su pasado y germinaron en la nueva tierra, que observaron las mitzvot y generaron un nuevo nivel existencial y se convirtieron en depositarios de una nueva identidad. Estos luego entrarán en la mikve y también se llamarán Israel, y provienen "directamente de Dios"; cambiarán sus nombres. "Nombre" en hebreo se dice "Shem" y significa "propósito". Nuevo nombre, nueva misión en la vida. Estos son Onkelos o Rabi Akiva, Ruth o Shlomtsion.


Ten aún en cuenta también de que existen básicamente dos tipos de vínculos con el pasado: uno como una cadena. Pesada y ruidosa que nos arresta y nos empate. Otro, como un hilo de nailon: silencioso y discreto, casi imperceptible.


1- El primer es más pesado, así como las personas que llaman por teléfono, las almas perdidas del pasado, los fantasmas de los dolores que creamos o de las heridas que no pudimos curar. Causan llanto y dolor, anhelo y pasiones. Nos hacen dudar y nos mantienen en el limbo de la incertidumbre y la duda sin una respuesta: "pregunta sin respuesta" se dice "shoel" - este tipo de limbo del que se está en el medio, ni allí ni aquí, se llama "sheol", que significa "la muerte del alma" según el Salmo 30 (R. Menahem Meiri en "tú levantaste mi alma del sheol"), la muerte del alma judía y su degradación y "descenso al pozo negro". El pozo negro no es un túmulo  ("quéver"): este último al menos se abrirá de acuerdo con la profecía de Yehezquel 30 cuando Dios resucite a Israel y lo traiga de regreso a la tierra de Israel, "abriendo sus tumbas" que es el exilio en el que están enterrados (Malbim sobre yehezquel 30). Pero el salmo de "Jiitani miiardi bor", "Me hiciste vivir cuando bajé al pozo negro", no hay parte en Israel para esto que no tenga al menos un túmulo judío, ya que solo estos se abrirán de acuerdo con el profeta. 


Tales tumbas son la prueba de que hubo otros judíos preocupados por esta última mitzvá, lo que demuestra al menos un vínculo con el colectivo judío. El que esté tan alejado en el exilio que ni siquiera se le queda un judío para preocuparse por su entierro, ya ha roto todos los lazos que lo vinculaban al judaísmo. Con suerte, la conversión habrá sido suficiente para que haya una identidad de Yaakov allí, incluso si estaba en el exilio, al menos tendrá un lugar en el Israel de la redención.


2- El segundo tipo de atadura es como hilo de nailon, casi imperceptible. Aparece en los momentos más inesperados. Te tira hacia abajo y ya no sabrás lo qué te impide de volar. Te impide de ser feliz, como el aroma del aire de tu ciudad natal, de la brisa en tu ventana, una nota musical, una palabra en tu lengua materna o un perfume que hace humedecer tus ojos. Esto es mucho más difícil de romper, precisamente porque es invisible y te da la impresión de que lo has superado. El rabino Najman MeBreslau dice: "un hombre está donde están sus pensamientos".


El primero es violento, viene de afuera y te persigue. No dudes en usar la violencia para romperlo, cortar relaciones virtuales estériles, preguntas de personas que ni siquiera te eran cercanas, los interminables hilos de noticias que te hacen retroceder. Si no tienes este valor y atrevimiento, el mundo exterior te superará y ninguna mikvá podrá actuar en tu favor. Esta es la salida de Egipto. Al igual que los conversos que salieron de Egipto para seguir a los judíos que se vieron obligados a dejar todo atrás e ir al desierto.


El segundo, dulce y lánguido, viene de adentro. Es sobre todo tu apego al pasado, a tus amores y a tu vida anterior. "Es más fácil sacar a Israel de Egipto que a Egipto fuera de Israel", dijo Ben Gurion de los judíos. Será más difícil eliminar Venezuela de ti que hacerte salir de Venezuela... 

Este hilo debe cortarse con acciones positivas, con Mitsvot, Shabath, Casherut, Nidá, el olor a pan en el horno invadiendo la casa antes de Shabath y el sonido de los niños hablando los unos con los otros en hebreo. Transfiere todo tu estado de conciencia a la nueva vida y al proceso de conversión. Las acciones positivas que engendran la identidad que se convertirá en el depositario del nuevo tú.


En este caso, la conversión exitosa necesariamente implicará desconectarse de tu vida católica y de tu capacidad en reconstruirte.

Fíjate en la Torá, el ejemplo de Rajav, que no era judía y era prostituta en Yerijó pero que se convirtió en la mujer de Yehoshua (nada más, nada menos, simplemente el sucesor de Moshe), entonces es posible superarse y reconstruirse pero ella abandonó todo para seguir a los judíos. En este mismo punto de vista, hay un dicho en Rambam "meshané makom, meshané mazal", (Tratado de Rosh Hashaná, 16b y tratamiento del shabath en yerushalmi, 6) cuando uno se muda, cambia su destino, aún más cuando esta mudanza se hace hacia la tierra de Israel. La tierra de Israel es un lugar especial y significativo en este sentido e influye en la persona.

Entonces, a la luz de estas consideraciones, Mikvé, en la situación ideal, debe hacerse desde el momento en se que sella todas las pasiones del pasado y se está listo para renacer, como una conclusión del proceso y no como un desencadenante del mismo, y el la inmersión debería convertirse en la expresión de este nuevo nacimiento (que nunca está exento de dolor) y salir de la mikvé con las brajot será lo mismo que dar a luz una nueva versión de uno mismo, de ahí uno de los nombres de mashiah en el talmud, "shiló", como "shiliá" (placenta) como el que da a luz o engendra. En otras palabras: el mikvé incluso tiene propiedades espirituales cuya función es consolidar un estado de transición entre los diversos estados del alma (especialmente la mujer), así como el agua tiene la propiedad de desdibujar todo lo que toca, como un pequeño diluvio del cual sobrevive un arca, como un bebé que representa una nueva era en un arca arrojada al río, pero estos solo actúan en esto que se sumerge cuando su chispa ya ha sido trabajada extensamente y está asociada con el entorno, haciendo un contacto íntimo entre el colectivo (la matriz) y el individuo (el naciente), separándose del colectivo anterior.


Solo mikvé sin cambios es una ducha fría y nada más.