Libre albedrío

Buenos días, Rav.


En la parashá dice: "y endureceré el corazón del faraón y multiplicaré las señales y maravillas en la tierra de Egipto".

Pregunta: ¿Dónde está el libre albedrío?



Respuesta: El libre albedrío de un hombre se parece a un embudo invertido. De hecho, al principio de su vida se le presentan varias opciones, y tendrá varias elecciones, algunos menos, otros más. Sin embargo, la elección que haga tendrá consecuencias e implicaciones en su vida, disminuyendo la cantidad y calidad de lo que podrá elegir. Por ejemplo, cuando se es joven y está soltera, en teoría se puede elegir entre varios pretendientes o posibles cónyuges según lo que considere oportuno. Una vez casada, el nivel de libre albedrío disminuye, cuando se tiene hijos, disminuye aún más, y la cantidad de responsabilidad y participación le obligará en muchas circunstancias a tomar un tipo de decisión más que otro. Inevitablemente se llega a un punto de no retorno y, para ciertos asuntos, el regreso sólo puede hacerse a costa de un gran trauma. Un bebé no puede volver al vientre de su madre y en un momento dado el hombre se ve frente a un hecho consumado: una violación no puede ser devuelta, un ojo no puede volver a ver, las piernas no pueden volver a caminar, y aunque las heridas se cierren, las cicatrices son permanentes, dijo mi abuela.


En el curso de su vida un hombre se enfrenta a las consecuencias de sus elecciones, y se ve obligado a actuar de acuerdo con lo que ha plantado, el nombre que ha conquistado, las deudas que ha contraído, los proyectos en los que ha involucrado a otros.


En vista del embudo invertido, el Ram-bam afirma que cuando se peca por primera vez, el hombre debe prácticamente luchar para conseguirlo, ya que incluso una acción equivocada requiere dedicación e inversión. La segunda vez es más difícil para él, pero a partir de la tercera, ya puede contar con la ayuda de D-eus.


En otras palabras, habrá creado una dinámica de hechos y habrá involucrado a un cierto número de personas a su alrededor, y esta dinámica lo superará. Como alguien que experimentaba con drogas y tuvo una mala onda la primera vez. Pero insistiendo una segunda vez la pasa mal. A partir de la tercera vez, la droga se convertirá en parte de su vida, involucrando a personas, recursos, tiempo, lugares, etc. Y esta dinámica creada por él, consciente o inconscientemente, cargará su presencia.


En este momento, es inútil hablarle, convencerlo de que abandone su esquema de vida, porque todas las dinámicas creadas a su alrededor lo sostienen. Se esconde en el objeto de su pecado y éste lo esconde, justifica y protege. Este es el significado que Adán se ha escondido (metafóricamente) de Dios en el árbol, el objeto de sus decisiones equivocadas.


Así, el hombre se implica cada vez más en las decisiones que toma y debe ocuparse de las consecuencias directas de sus elecciones equivocadas ("sus pecados") hasta el punto de que la dinámica en la que se ve envuelto ya no le permite desconectarse de sí mismo ("no es bueno que el hombre esté solo" en hebreo si se lee "no es bueno que el hombre esté pegado a sí mismo"). Llega a un punto en el que el hombre justifica todo lo que está haciendo como un error y sostiene toda la dinámica consecuente y es sostenido por ella - e incluso si en un minuto tuviera algún deseo de dejar caer su pene, no podría. D-ios en este punto, lo "ayuda" como dice Ram-bam, la dinámica de la vida no le permite bajar del tranvía y él se esconde dentro del tranvía.


En este punto, "D-ios endureció su corazón".


En este punto la crisis es inevitable y el hombre irá a las últimas consecuencias de no admitir, cambiar, transformar, crear una crisis insostenible e incomprensible, hasta ahogar su ejército en el mar rojo, provocando un suicidio colectivo de todo el sistema que ... él mismo puso a trabajar.


Cuando esto ocurre en un nivel particular en lo personal, como un hombre que se ahoga en su árbol, el objeto de su pecado, necesitará necesariamente que otro venga y lo saque de donde está. Como el salvavidas que lo saca del agua... ...y luchará desesperadamente hasta el punto de poder llevarse al salvavidas con él. En este caso, debe ser aturdido antes de que pueda ser removido del torbellino surreal que lo lleva al fondo y a una muerte segura.


Pronto debe tomar la respiración artificial, literalmente respirando en su lugar. Tendrá que someterse a tratamientos postraumáticos y su pasado lo atormentará por el resto de sus días.


A nivel de la nación, del colectivo humano, el sistema es tan complejo e inconmensurable que lo particular ya no tiene ningún efecto en el colectivo. El Faraón es el colectivo de Egipto, por lo que es la imagen de toda esta incalculable ecuación. La Torá explica que en este punto la providencia divina es posible, escondida en la maraña de hechos. D-ios está detrás de la dinámica colectiva, así explica el Maharal, "endurece su corazón".


Este fue el fin de los grandes generales y ejércitos, de las grandes épocas históricas, las invasiones y las conquistas. El ápice y la decadencia de los imperios. Este es el Faraón, una metáfora para representar la identidad colectiva de un imperio, que termina llevándolo a una destrucción inefable.


Si al principio tenía libre albedrío, con el tiempo, más se endeuda. Cuanto más se endeuda, más se le cobra. Al final, lo tira todo. El pueblo judío en este momento trata de salvarlo de ahogarse en el mar rojo, pero no pueden permitirse ahogarse junto, y sólo se salvan los conversos, los que dejan todo atrás, sueños, casas, familias, trabajos, formas de vida, para unirse a los judíos: "...y una gran multitud salió con ellos".


Cambiar de lugar y juntos cambiar radicalmente la vida y los valores, abandonando el torbellino en el que se estaba ahogando, éste creado por él mismo, es la fórmula radical que se recomienda, en palabras de Ram-bam: "quien cambia de lugar, cambia de destino".


Si a nivel colectivo hay un punto de no retorno, a nivel personal, incluso en las situaciones más extremas, el que realmente quiera podrá sustraerse a la dinámica natural o creada, y cambiar su destino. No es fácil, y el precio a pagar es alto, pero "incluso con la espada en la nuca, nunca debes perder la fe en D-us" (rabenu Yoná).


Dios ha dado al hombre libre albedrío, pero el corazón de los reyes está en manos de Dios.