Capítulo 3: EXTERMINIO
PARTE 6
Capítulo 3: EXTERMINIO
PARTE 6
La cima del barranco era un campo de tensión y muerte inminente. Frente a los cazadores Gefto y Fritsa, el abismal Fork se alzaba como una fuerza de la naturaleza, con su grotesca figura proyectando una sombra que parecía devorar la luz. Tras él, Ledrid avanzó con pasos lentos, su presencia tan amenazante como la de un verdugo.
El silencio se instaló entre ellos, denso y pesado, como si el mismo tiempo hubiese detenido su marcha. Entonces, Fork alzó su rostro al cielo y dejó escapar un grito gutural. El sonido reverberó en todo el barranco, estremeciendo las rocas y el aire, como si el abismal mismo fuera el epicentro de un cataclismo.
Desde las sombras, una figura tambaleante dio un paso adelante: era Mirae, herido pero imperturbable. Sus ojos ardían con una mezcla de furia y desafío. Con un gesto firme, señaló a Fork con un dedo y declaró con voz firme:
―¡Tu cabeza será mía!
Aquellas palabras rompieron el silencio, y la batalla se desató.
Ledrid se lanzó hacia Gefto, atrapando su brazo prostético en un movimiento veloz. Con una fuerza descomunal, lo atrajo hacia sí, preparando a Fork para un golpe letal. Pero antes de que el abismal pudiera actuar, Fritsa reaccionó con la precisión de una cazadora experta. Su disparo certero alcanzó a Fork, obligándolo a retroceder mientras soltaba un rugido frustrado.
Mirae Alis
Primer forgaro
Fue en ese momento que Mirae avanzó con dificultad, su presencia infundiendo renovada determinación en sus compañeros. A pesar de sus heridas, levantó su brazo con esfuerzo y comenzó a invocar un hechizo desde la distancia. Una esfera de energía crepitante comenzó a formarse en su mano, brillando con intensidad mientras canalizaba su poder.
Con un grito final, Mirae desató el hechizo, y este alcanzó a Ledrid con precisión. La energía mágica lo envolvió, paralizándolo en el acto. Aprovechando la oportunidad, Gefto reaccionó rápidamente, avanzando con decisión. Su brazo prostético se alzó en un arco descendente y golpeó el rostro de Ledrid con una fuerza que resonó en todo el barranco.
A la espalda de Fritsa, Abrakul emergió con firmeza después de acabar con los enemigos sectarios que rodeaban el portal. Su imponente presencia reforzó a los cazadores, equilibrando las fuerzas en el combate. Ahora, los cuatro enfrentaban a los dos abismales en un enfrentamiento brutal y decisivo.
Abrakul cargó con todo su peso hacia Fork, su ataque tan contundente como una avalancha. Sin embargo, Fork, ágil y despiadado, esquivó el embate con un salto preciso. En un movimiento fluido y feroz, aterrizó detrás de Fritsa y, con un movimiento de sus enormes manos, la atrapó por la cabeza. Antes de que la cazadora pudiera reaccionar, Fork la levantó con facilidad y la lanzó contra Abrakul como si fuera un simple proyectil.
El impacto fue demoledor: Fritsa golpeó al strifrast volador con tal fuerza que ambos cayeron al suelo en una maraña de alas y cuerpos. Gefto, al verlos volar por los aires y estrellarse, quedó momentáneamente paralizado por la impresión. En su desconcierto, no vio cuando Ledrid se levantó. El abismal, aprovechando el descuido, lo atacó con su brazo transformado en un látigo de energía que se estrelló contra su rostro con brutalidad.
Gefto cayó al suelo, aturdido por el impacto. Se llevó la mano al rostro y sintió la calidez de su propia sangre deslizándose entre sus dedos. Al abrir los ojos, su visión estaba borrosa y teñida de rojo, el dolor pulsante en su cara haciendo eco del caos a su alrededor.
Ahora los cazadores y sus aliados estaban en desventaja hasta que los combatientes levantaron la vista, y allí estaba Espian, la titán, cuya presencia monumental eclipsaba incluso la de los abismales. Desde su altura, observaba la escena con mirada penetrante, como si juzgara cada acción. Sin pronunciar palabra, alzó su gigantesco brazo, que comenzó a brillar con un éter ardiente.
Con un rugido que parecía el trueno mismo, Espian desató un rayo de energía pura. La explosión fue devastadora, iluminando el barranco con un destello cegador y destruyendo todo a su paso. La tierra tembló, las rocas se partieron, y el portal, inestable y olvidado, reaccionó al impacto. Como si hubiese sido despertado de un largo letargo, comenzó a abrirse, formando un remolino voraz de energía.
Espian
Deidad ascendida
Desde el interior del portal, algo emergió. Una figura extraña, imposible de comprender, se manifestó entre la ráfaga de luz y energía. Su forma parecía fragmentada, como un espejismo que vibraba entre lo real y lo ilusorio. Cada fragmento titilaba, rehaciéndose y deshaciéndose en un ciclo interminable.
Por un instante, aquella entidad observó a los combatientes con ojos cargados de un misterio insondable. Su presencia era una contradicción en sí misma: etérea y contundente, distante y aterradoramente cercana.
Wrek Dealu
El cronomante
El tiempo pareció detenerse, pero el portal no. Su voracidad se impuso, tragando a todos los presentes. Cazadores, abismales y aquella enigmática figura desaparecieron en las profundidades del vórtice. Cuando la luz y el rugido cesaron, lo único que quedó fue un campo de batalla vacío, el eco de la explosión disipándose lentamente en el aire inmóvil.
Cuando los combatientes estaban siendo devorados por el portal, Fork intentó golpear a Mirae, pero Abrakul, en un acto de desesperación, lanzó un chillido tan potente que debilitó a Fork, haciendo que su ataque fallara. Aprovechando el momento, Abrakul tomó a Gefto, Fritsa y Mirae, y los forzó a retroceder, intentando alejarlos de la voracidad del portal. Sin embargo, el portal era más fuerte, y con una fuerza imparable, todos fueron absorbidos por su fuerza arrolladora.
Portal de Espian