Capítulo 2: DEVASTACION
PARTE 3
Capítulo 2: DEVASTACION
PARTE 3
Al anochecer, llegaron a Trisdal, los jinetes se retiraron apresuradamente, llevando consigo a los heridos y dejando atrás la base. Idarol tomó el mando tras la pérdida del rey, aunque no se sentía capaz de asumir la responsabilidad. El dolor la consumía, pues el monarca había sido como un padre para ella. Guardó su tristeza y, con determinación, preparó al reino para un posible ataque de los zombis.
Gefto fue atendido de inmediato debido a la grave infección en su herida, lo que llevó a la amputación de su brazo. Mientras él descansaba, Fritsa permaneció a su lado, sin despegarse ni un momento. Cuando Gefto finalmente despertó, Fritsa lo miró con tristeza, sus ojos llenos de pesar. Una lágrima cayó de su ojo izquierdo mientras susurraba:
—Gefto... Sued no logró sobrevivir. Dio su vida por protegernos.
El rostro de Gefto pasó rápidamente del desconcierto al dolor, y luego a una furia contenida. Miró su brazo mutilado y apretó los dientes, sintiendo que la culpa lo devoraba.
—¡Maldita sea! —exclamó, con la voz quebrada—. ¡Yo debería haber estado allí para ayudarlo! ¡No para quedarme atrás y perder mi brazo como un inútil!
Fritsa colocó suavemente una mano sobre su hombro, tratando de consolarlo.
—Hizo lo que creyó correcto, Gefto. Su sacrificio no fue en vano. Pero no podemos quedarnos en el pasado. Aún tenemos una lucha por delante.
Gefto cerró los ojos, tratando de contener las lágrimas. Sabía que Fritsa tenía razón, pero el peso de la pérdida y su propia impotencia eran difíciles de soportar.
Esa misma noche, Idarol reflexionaba en el balcón del templo de Trisdal. Desde allí, observaba las reparaciones apresuradas y escuchaba los lamentos de los dolientes. La llegada de Ummy interrumpió sus pensamientos. Conmovida por lo ocurrido, la guerrera preguntó con urgencia:
—Idarol, ¿por qué no participaron en la Gran Marcha? ¿Por qué permitieron que esto ocurriera sin un apoyo más firme?
Idarol cerró los ojos y respondió con pesar:
—Sí participamos, Ummy. Pero Boltral y yo no marchamos. Nuestro deber era proteger este sector, y el rey... El rey, por su avanzada edad, no estaba en condiciones de combatir. Por eso enviamos a nuestros mejores cazadores junto a su hijo, Brakum, quien lideraba a los cazadores del bosque.
Idarol Polsour
Antes de que pudieran continuar, los cuernos de alerta resonaron en la oscuridad. Desde las sombras de la noche, una horda de zombis se abalanzó contra los pilares de la entrada del reino de Trisdal. Idarol y Ummy descendieron de inmediato, observando cómo los jinetes se preparaban para el combate. Los arqueros en las torres comenzaron a disparar desde lejos, buscando debilitar a los invasores antes de que alcanzaran las murallas.
En medio del caos, una figura descomunal emergió entre los no muertos: una aberración grotesca, su cuerpo fusionado con las bestias caídas. Sus cuernos gigantes brillaban con un fulgor siniestro, reflejando las llamas que consumían parte del bosque. La criatura saltó sobre las murallas con un rugido atronador y aterrizó en el interior del reino, destruyendo todo a su paso. La bestia, sedienta de sangre y hambre, devoraba todo lo que encontraba mientras asesinaba con sus cuernos, arrasando con soldados, cazadores y aldeanos por igual.
Idarol, al ver la devastación que causaba, supo que no podía permitir que continuara. Con una determinación férrea, descendió al campo de batalla, reuniendo su poder para enfrentarse a la abominación. Las raíces y enredaderas del bosque comenzaron a surgir bajo sus órdenes, intentando detener al monstruo antes de que destruyera por completo a su gente.
Ummy, espada en mano, se unió al combate, buscando distraer a la criatura y darle a Idarol el tiempo necesario para invocar su magia. A pesar de sus esfuerzos, la fuerza de la bestia parecía imparable, y cada instante que pasaba acercaba a Trisdal más a la ruina. Las fuerzas de los zombis no disminuían, y mientras algunos caían bajo las flechas de los arqueros, otros seguían avanzando, cada vez más decididos.
En un intento desesperado, Idarol lanzó una serie de enredaderas de energía pura, envolviendo a la bestia por las piernas y el torso. La criatura rugió de dolor, pero su poder era tal que, aún atrapada, comenzó a derribar los árboles que se levantaban a su alrededor, arrancándolos de raíz con su fuerza brutal. El terreno temblaba con cada movimiento de la bestia, y los zombis avanzaban implacables, arrollando todo lo que se les ponía en el camino.
Ummy, viendo que la criatura no cedía, se lanzó nuevamente hacia ella, intentando desatarle un golpe mortal. Pero la abominación, con sus cuernos afilados y su fuerza descomunal, la empujó con brutalidad hacia atrás, haciendo que cayera al suelo. Los arqueros, sin saber cómo detener semejante monstruosidad, seguían disparando sin cesar, pero parecía que nada les haría mella.
—¡Idarol! —gritó Ummy, entre jadeos, desde el suelo—. ¡Haz algo, rápido! ¡No podemos seguir así!
Idarol, con la mirada fija en la bestia, sabía que si no actuaba pronto, el reino caería. Su mente se concentró y, con un grito de poder, lanzó un hechizo aún más poderoso. Las raíces y enredaderas crecieron desmesuradamente, envolviendo el cuerpo de la criatura con una fuerza descomunal. La bestia forcejeó con furia, pero por fin, las raíces se apretaron con tal fuerza que la criatura, al borde de la desesperación, cayó al suelo, incapaz de continuar su ataque.
En ese momento, una figura emergió de las casas cercanas: Oftem, rodeado de un brillo anaranjado y con una mirada decidida. Las llamas danzaban en sus manos mientras corría hacia Ummy, quien seguía luchando contra los zombis con todo su empeño. Oftem, sin perder tiempo, desató su poder sobre los cadáveres que yacían en el suelo, incinerándolos para evitar que se levantaran de nuevo.
Oftem Destrak
Cada zombi que se consumía en las llamas era un alivio momentáneo para los defensores, pero la marea parecía no tener fin. Ofmen gritó a Idarol mientras lanzaba más fuego contra los enemigos:
—¡No podemos aguantar mucho más! ¡Debemos acabar con esa cosa ahora o estaremos perdidos!
Idarol, con el sudor cayendo por su frente, se esforzó por mantener la magia que contenía a la abominación. Sin embargo, un detalle horrendo llamó su atención. Entre los retorcidos restos de carne y hueso que componían a la criatura, reconoció algo familiar: el torso mutilado de su antiguo rey, fusionado como una grotesca corona en la abominación. El horror de esa revelación casi lo hizo perder la concentración.
—¡Maldito! —masculló, sintiendo la ira y el dolor consumirlo.
Boltral Reepko
Mientras tanto, Ummy y Oftem luchaban con todas sus fuerzas contra la horda, pero las puertas de Trisdal comenzaron a ceder. La abominación, aún contenida por las raíces, rugió de desesperación, mientras los zombis seguían avanzando. Las fuerzas del reino se debilitaban, y la resistencia parecía estar al borde del colapso. Las llamas de Oftem, los ataques de Ummy y la magia de Idarol parecían insuficientes frente a la marea de oscuridad que amenazaba con consumirlo todo. Trisdal enfrentaba su hora más oscura, con la victoria del nigromante cada vez más cerca.
Entonces, con una decisión fatal, Idarol ordenó la retirada. A pesar de la desesperación, los botes en el otro lado de la ciudad ofrecían la única oportunidad de escapar. Fritsa, cargando a Gefto, cuyas fuerzas se agotaban rápidamente, fue uno de los primeros en subir. Ummy, al ver la situación crítica, se acercó para ayudar, pero en ese momento, la abominación emergió de las ruinas, su mirada fija en los que huían.
Ummy Garradrumun
Ummy, al verla, reaccionó de inmediato. Con un grito desesperado, empujó a Often fuera del camino, poniéndose en una posición defensiva frente a la criatura. Pero la fuerza de la abominación era incomparable, superando cualquier defensa posible. En un instante aterrador, los cuernos de la bestia atravesaron el pecho de Ummy. La guerrera soltó un grito ahogado, sus ojos aún llenos de determinación mientras su vida se apagaba.
—¡No! —gritó Fritsa desde uno de los botes.
Con lágrimas en los ojos, Fritsa levantó su arma y disparó contra la criatura una y otra vez, pero las balas apenas parecían afectarla. La abominación giró lentamente, mostrando el cuerpo inerte de Ummy colgado de sus cuernos, como un macabro trofeo.
Los botes comenzaron a alejarse, impulsados por los sobrevivientes desesperados. Desde la distancia, solo podían ver cómo la criatura rugía bajo el cielo en llamas, con el cuerpo de su antigua compañera balanceándose sin vida en lo alto.
Mientras los sobrevivientes escapaban, un grito desgarrador llamó la atención de los que aún quedaban en los botes. Giraron la vista justo a tiempo para ver a Idarol siendo arrastrada por el suelo, atrapada entre los zombis. Su cuerpo desapareció bajo la marea de no muertos, sus esfuerzos heroicos al final insuficientes contra la oleada de horrores. Fritsa apretó los puños, incapaz de hacer algo mientras veía cómo su líder y amiga desaparecía en el caos.
El silencio fue roto solo por el crepitar de las llamas y los sollozos de los aldeanos en los botes. La ciudad de Trisdal ardía, y su gente se alejaba, dejando atrás las ruinas y el sacrificio de los valientes que no lograron sobrevivir.