Capítulo 3: EXTERMINIO
PARTE 5
Capítulo 3: EXTERMINIO
PARTE 5
Mientras Ledrid avanzaba con determinación hacia Gefto, dispuesto a terminar con su enemigo, el horizonte se teñía de desesperanza. Los ascendidos caían uno tras otro ante la voracidad de los abismales, y el fragor de la batalla anunciaba un desenlace inminente.
Desde el flanco derecho, un grupo de caballería doeeld irrumpió con fuerza en el escenario, su llegada inesperada sembrando caos y desconcierto entre las filas enemigas. Entre sus filas se distinguían guerreros de los tres reinos: Garack, Trisdal y Sukral, unidos en un esfuerzo conjunto que evidenciaba la magnitud de la amenaza.
Mientras tanto, los sectarios, enfrentándose ferozmente a los alelos, encendieron un nuevo foco de guerra cerca de Gefto. Aprovechando la confusión, este buscó a Fritsa para planear una retirada estratégica. Sin embargo, entre los sectarios, uno llevó a cabo un oscuro acto sacrificial: desenfundó una daga ritual y, al hacerse un profundo corte, su sangre derramada en el suelo se transformó en un portal al abismo. De él emergió una grotesca figura abismal.
La criatura desató el caos al instante, abalanzándose sobre los caballos de la caballería doeeld y sembrando el pánico en el centro del grupo atacante. Los caballeros intentaron reorganizarse, pero la devastación fracturó su formación, dejándolos expuestos a las acometidas enemigas.
Abismal berserker
Mientras el caos reinaba en el campo de batalla, nuevas amenazas surgieron de las sombras. Bestias aladas y criaturas terrestres, atraídas por la energía del portal, se unieron a la contienda, atacando indiscriminadamente incluso a los sectarios que las habían invocado. Impulsadas por su naturaleza salvaje, estas criaturas destrozaron las filas de los sectarios, intensificando el frenesí del enfrentamiento.
En medio de este caos desbordado, los ascendidos tomaron una decisión desesperada y monumental: se fusionaron en una colosal entidad de proporciones titánicas, trayendo consigo a Espian, la deidad dormida, que fue absorbida por la amalgama. La mera presencia de esta criatura desató un cataclismo.
Espian
Deidad ascendida
El rugido de la explosión resonó hasta los confines del lugar, y un portal se encendió en el epicentro de la destrucción, irradiando un resplandor ominoso mientras la realidad misma parecía desgarrarse. La energía liberada dejó a soldados, bestias y sectarios tambaleándose en un desconcierto absoluto. Con dicha energía, el portal que yacía sobre ellos se activó y comenzó a brillar, abriendo una brecha hacia lo desconocido.
Herido de muerte, el abismal alzó la vista hacia el portal. La agonía no lo detuvo; con movimientos torpes pero resueltos, comenzó a trepar hacia el umbral de luz, como si su salvación aguardara al otro lado. Su silueta oscura y retorcida se recortaba contra el fulgor del portal.
Al notar esto, Gefto y Fritsa iniciaron una frenética persecución, pero fueron interceptados por Ledrid, decidido a acabar con ellos. Gefto, sin embargo, activó su brazo prostético y, con un movimiento rápido y preciso, descargó un golpe devastador que derribó a Ledrid antes de que pudiera reaccionar.
Con su rival neutralizado temporalmente, Gefto dirigió toda su atención al abismal que ascendía hacia el portal. Sin dudarlo, se lanzó tras él, sus pasos resonando con una determinación inquebrantable mientras el caos y la destrucción continuaba rugiendo a su alrededor.
Guerrera de Deogras
Al llegar a la cima del barranco, Gefto y Fritsa se toparon con un grupo de sectarios, junto al abismal, aguardaba allí para defender el portal. Al verlos aparecer, los sectarios desenvainaron sus armas y arremetieron sin piedad.
Antes de que los atacantes pudieran abrumarlos, desde otra esquina emergió una figura majestuosa: un ser que brillaba con la intensidad de un sol, irradiando un fulgor cegador que iluminó el campo de batalla. Sin vacilar, aquella entidad se lanzó contra los sectarios que defendían la base del portal. Lo que siguió fue un torbellino de caos: gritos, explosiones y destellos de luz rasgaban la oscuridad mientras el ser radiante desataba su poder.
Abrakul
Strifrast guardián