Capítulo 3: EXTERMINIO
PARTE 3
Capítulo 3: EXTERMINIO
PARTE 3
Los cazadores, aún sumidos en la incertidumbre sobre su propósito, seguían a Mirae con pasos pesados hacia un lugar donde la guerra parecía solo un eco distante. Las colinas se alzaban serenas, cubiertas de hierba que susurraba bajo la brisa, mientras un aire solemne impregnaba el paisaje. Sin embargo, esa calma se desmoronó al alcanzar la cima de una elevación: un colosal portal emergió ante ellos, un monumento desgastado por el tiempo que se alzaba imponente frente a las costas, irradiando un aura de poder antiguo.
A lo lejos, el caos reinaba en el campo de batalla. Los ascendidos, envueltos en luz pura, surcaban los cielos con precisión letal, atacando sin piedad a todo aquel que no portara los escudos de los reinos doeeld. Su furia parecía desatar la ira misma del cielo, un espectáculo tan fascinante como aterrador.
Portal de Espian
De pronto, lo imposible se hizo realidad. Una grieta se abrió en el tejido del espacio, y de su interior surgieron los abismales, criaturas deformes y grotescas que parecían encarnar las pesadillas más oscuras del universo. Sin previo aviso, ambas fuerzas chocaron, desatando una guerra de proporciones catastróficas. Gritos, rugidos y explosiones resonaron en el aire, mientras la tierra temblaba bajo el peso del enfrentamiento. Ambos ejércitos, conformados por distintos reinos, se enfrentaban en un caos total. Bestias de diversas procedencias chocaban con una furia descomunal, mientras que gigantescas máquinas de guerra lanzaban proyectiles, cubriendo el cielo con fuego y destrucción.
Desde la distancia, los cazadores observaban el conflicto mientras avanzaban. Al acercarse al portal, Mirae detuvo su marcha, con la mirada fija en el horizonte. Un grupo de akudfel estaba llegando desde las costas, claramente decidido a reclamar el portal. Mirae volvió su atención a uno de sus generales y, con una voz autoritaria, le ordenó:
—Toma una comitiva y flanquea a las tropas de la secta. Están aprovechando el caos para avanzar. No podemos permitir que ganen más terreno y se acerquen aquí.
El general asintió sin dudar, y en cuestión de minutos, una unidad se separó del grupo principal, moviéndose con precisión hacia el flanco de la batalla. Mirae los observó alejarse, su rostro imperturbable, antes de girarse hacia el portal. Se acercó lentamente a la estructura, sus dedos recorriendo las runas talladas en la piedra, mientras una expresión de preocupación se dibujaba en su rostro, como si estuviera buscando algo.
Gefto, intrigado, se aproximó a el y, con tono impaciente, preguntó:
—¿Qué hacemos acá? La guerra está allá...
Drummp Urk
Replica de profeta
Mirae no respondió. Continuó examinando las marcas y pulsaciones del portal, completamente abstraída. Entonces, Fritsa, siempre alerta, desenfundó su arma y apuntó hacia Mirae, sus ojos encendidos por la desconfianza. Pero antes de que pudiera decir algo, una pequeña comitiva de seguidores de Mirae se abalanzó sobre ellos.
Los cazadores, Fritsa y Gefto, se prepararon para defenderse, pero antes de que los atacantes pudieran alcanzarlos, Mirae levantó una mano con firmeza y los detuvo. La tensión en el aire era palpable mientras Mirae, ahora enfrentando a los cazadores, explicó con voz clara y fría:
—Estoy buscando la fuente para abrir esto. La guerra me da igual.
Una pequeña explosión retumbó bajo ellos, interrumpiendo el tenso momento. Mirae dirigió la mirada hacia abajo del acantilado y, con preocupación, observó cómo la guerra los había alcanzado. El caos se extendía, y las llamas comenzaban a devorar lo que antes era una colina tranquila. Mirae miró a sus tropas y, con una orden clara y autoritaria, les indicó:
—Bajen.
Mientras sus tropas comenzaban a descender, una figura surcó el cielo, cayendo pesadamente en el campo de batalla. Era su general Drummp, el mismo al que había enviado recientemente a la guerra. Su cuerpo, magullado y herido, yacía inmóvil.
Antes de que pudieran reaccionar, una sombra colosal apareció tras él. Era un Abismal, el mismo que había sido avistado en Dhorizon tiempo atrás. Su grotesca figura emergía con una presencia aterradora, y a su lado, un par de sectarios de Deogras que se abalanzaron.
Fork Urrk
Heraldo de los abismales
El Abismal, con sus múltiples tentáculos, dio un salto que lo dejó al lado de los forgaros que custodiaban a Mirae. Al caer, una explosión de fuerza desatada por sus tentáculos hizo retroceder a los forgaros. Fritsa, sin vacilar, se apresuró a dispararle, pero la criatura esquivó el ataque con movimientos antinaturales y tomó su arma con uno de sus tentáculos.
Antes de que pudiera aplastar a Fritsa contra el suelo, uno de los forgaros logró inyectarle un pulso de energía que lo empujó violentamente fuera del precipicio, haciendo que el abismal cayera al vacío.
Relantizador de Dranaval
Sin embargo, antes de desaparecer entre las sombras del abismo, Mirae notó algo en la cintura del ser: dos máscaras que reconoció al instante. Eran las máscaras de su padre y su madre. Su expresión cambió, pasando de la frialdad calculadora a un destello de angustia y determinación.
Se giró hacia los cazadores, señalándolos con una mirada feroz y una voz cargada de urgencia:
—Tenemos que atrapar a ese ser.
Los cazadores lo miraron con incertidumbre, incapaces de ocultar su desconcierto. Para ellos, los planes de Mirae eran cada vez más incomprensibles. Su obsesión parecía haber cruzado los límites de la razón.