Capítulo 3: EXTERMINIO
PARTE 4
Capítulo 3: EXTERMINIO
PARTE 4
Mirae, al ver que los cazadores no le prestan atención, dirige su mirada hacia un par de soldados forgaros y les hace señas para que salten con él. Fritsa lo observa y luego mira a Gefto, haciéndole una señal para seguirlo. Juntos, saltan por un barranco hacia la parte inferior.
Al aterrizar, vieron a lo lejos cómo un Ascendido era destruido y caía en picada. Un Abismal celebraba su victoria mientras todo ardía a su alrededor. La guerra, a lo lejos, parecía despiadada; varios bandos en conflicto hacían temblar la tierra.
Asesino de Deogras
Frente a ellos, unos akudfel avanzaron para enfrentarlos. Gefto esquivó una daga lanzada por un sectario mientras Fritsa retrocedía para disparar. Otro sectario akudfel se abalanzó sobre ella, haciéndola caer de espaldas. Con esfuerzo, disparó su arma directamente contra el atacante, destruyendo la mitad de su cuerpo. Rápidamente, Gefto embistió a su propio agresor con un puñetazo en la cara y, con un movimiento veloz, cortó todo su torso con su espada.
Detrás de ellos, varios hechiceros comenzaron a conjurar maldiciones y hechizos, intensificando el caos a su alrededor. Fritsa saltó sobre unas rocas para cubrirse mientras Gefto tomaba el cadáver de su agresor y lo usaba como escudo contra los hechizos que le lanzaban. Avanzó lo más que pudo mientras el cadáver se desintegraba con cada impacto. Al acercarse lo suficiente, asestó un corte en la cara al primer brujo que se cruzó en su camino, mientras Fritsa disparaba a las cabezas de los demás.
De entre los sectarios restantes surgió entonces una figura que reconocieron al instante: su antiguo capitán, Ledrid Ardore. Sus ojos brillaban con un ardor sobrenatural mientras se acercaba, desbordando furia.
Fritsa Dellerd
—¡Ledrid! —gritó Gefto, levantando una mano en señal de tregua—. ¡Capitán, somos nosotros! ¡Soy yo, Gefto! ¿No nos reconoces?
Ledrid continuó avanzando, sus movimientos eran erráticos pero cargados de intención letal.
—¡Escúchame! —insistió Gefto, dando un paso adelante—. ¡Esto no eres tú! ¡Peleamos juntos, lado a lado! ¡Recuerda quién eras, recuerda nuestra misión!
Los ojos de Ledrid brillaron aún más, un destello de dolor y furia mezclados, pero no hubo respuesta.
—¡Capitán, no tienes que hacer esto! —gritó nuevamente Gefto, su voz quebrándose ligeramente—. ¡Somos tu gente! ¡Fritsa y yo aún estamos aquí, seguimos luchando por lo que tú nos enseñaste! ¡Por favor, vuelve a nosotros!
Ledrid se detuvo por un breve instante, como si esas palabras hubieran alcanzado alguna parte de su ser. Pero el brillo en sus ojos se intensificó nuevamente, y continuó su avance, implacable.
Gefto se preparó y tomó una postura defensiva, decidido a enfrentarlo si era necesario. Mientras esto ocurría, a un lado, Mirae invocó un hechizo que envolvió a un sectario en una energía deslumbrante. Sus tropas aprovecharon la oportunidad para acabar con los oponentes restantes, pero los sectarios de Deogras continuaban apareciendo sin cesar, alimentando el caos en el campo de batalla.
Fue entonces cuando el Abismal que buscaban apareció de repente, avanzando con una furia descontrolada. En un ataque brutal, lanzó un golpe devastador contra Mirae, destruyendo parte de su cuerpo.
Mirae alzó la mirada hacia el ser y, con una voz cargada de determinación, le dijo:
—Tienes algo que me pertenece.
Fork Urrk
Heraldo de los abismales
Intentó incorporarse, pero el Abismal se abalanzó sobre él para rematarlo. Antes de que pudiera lograrlo, Fritsa disparó directamente a su cabeza. El impacto lo hizo retroceder con un rugido de dolor, mientras la sangre oscura salpicaba a su alrededor.
En ese momento, Ledrid Ardore se lanzó contra Fritsa con una velocidad sobrenatural. Sin embargo, Gefto lo interceptó, enfrentándolo espada en mano. Sus miradas se cruzaron por un instante, reflejando una mezcla de recuerdos y rabia latente.
Gefto, sin apartar la mirada, activó el sistema de su brazo forgaro. Una espada se atrajo hacia él como un relámpago, y con un movimiento preciso, empaló a su antiguo capitán. El dolor en el rostro de Ledrid dio paso a un breve destello de lucidez. Con un hilo de voz, susurró:
—Matenme... antes de que me libere.
Gefto, confundido, dudó. Miró a Fritsa en busca de respuestas. Ella le hizo una señal para que retrocediera. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Ledrid dejó escapar un alarido desgarrador. Su cuerpo comenzó a transformarse, alargándose y deformándose hasta convertirse en un Abismal monstruoso.
Con un brazo grotescamente largo, la criatura atacó a Gefto, envolviéndolo y lanzándolo violentamente contra unas piedras cercanas. El impacto resonó con fuerza, dejando a Gefto aturdido mientras la batalla continuaba alrededor.
Ledrid Ardore
Corrupto