Capítulo 3: EXTERMINIO
PARTE 1
Capítulo 3: EXTERMINIO
PARTE 1
Los cazadores Gefto y Fritsa iniciaron la marcha con provisiones suficientes y un pequeño grupo de forgaros que los escoltaban hacia Dranaval. El camino era agreste, pero la determinación de los cazadores era inquebrantable. A medida que avanzaban, el aire se volvió más denso, y una inquietante calma se apoderó del ambiente.
Mientras viajaban, Fritsa hablaba en el idioma de los forgaros, y estos respondían. El chillido inentendible de los forgaros molestaba a Gefto, pero nada podía hacer al respecto. Solo se adelantó un poco para no escucharlos más.
Fritsa, observando el comportamiento de los forgaros, entendió algo: ahora, también ellos estaban desatados. Habían comenzado a tener más libertad desde la muerte de su creadora, Forgara, quien los había mantenido bajo control.
Fritsa Dellerd
"Ellos... ya no están bajo el mismo yugo," murmuró Fritsa, mientras observaba a los forgaros moverse con una libertad inquietante.
"Eso lo noté," respondió Gefto, mirando hacia atrás, donde los forgaros continuaban su marcha, con sus ojos reflejando una nueva chispa de independencia.
Mientras seguían avanzando, la sensación de tensión aumentaba. Algo en el aire les decía que las cosas no serían tan fáciles como habían anticipado.
"¿Notas eso?" preguntó Gefto, mirando a su alrededor.
Fritsa asintió, en silencio, mientras sus ojos exploraban los árboles que los rodeaban. Algo susurraba en el aire en una lengua poco entendible pero casi inaudible.
Mientras viajaban, Gefto, que ya se había adaptado a su nuevo brazo, comenzó a practicar un nuevo ataque. Sus movimientos eran precisos, y aunque aún perfeccionaba la técnica, la fuerza y el potencial eran evidentes.
"¿Qué te parece esto?" dijo mientras lanzaba un golpe al aire, su brazo metálico brillando bajo la luz tenue del bosque.
"Impresionante," respondió Fritsa desde atrás, una ligera sonrisa asomando en su rostro. Era como si volviera a ser niña: todo le llamaba la atención y despertaba su curiosidad.
Pronto, tropezaron con un macabro hallazgo: varios zarcas y akudfel yacían muertos a lo largo del sendero. Las heridas de los cuerpos y el caos que rodeaba el lugar eran claros signos de que allí había tenido lugar una feroz batalla.
"Esto fue reciente," comentó Gefto, arrodillándose junto a un cuerpo para inspeccionarlo.
"Sí... aquí hubo una guerra," murmuró, mientras examinaba los rastros de sangre y las marcas en el suelo.
Fritsa observó el paisaje de muerte, y algo se le hizo familiar. Era como si hubiera nacido y muerto en la guerra, casi como una constante en su vida. No le disgustaba ni le gustaba; simplemente era. Pisó un cráneo de un zarca hasta hacerlo explotar, y eso no le produjo nada.
"¿Qué haces?" preguntó Gefto, mirándola de reojo.
"Nada importante," respondió ella con indiferencia.
Gefto observó a Fritsa actuar tan diferente, y algo no le cuadraba. Era como si no fuera su compañera de combate; algo era distinto y a la vez no. Optó por no decir nada y siguió la marcha hasta divisar las carpas de Dranaval a lo lejos.
"Estamos cerca," dijo Gefto, señalando las estructuras que se asomaban en el horizonte.
"Por fin," respondió Fritsa, con un tono que mezclaba cansancio y expectación.
Días después, llegaron a las cercanías de Dranaval. Sin embargo, antes de alcanzar la ciudad, se encontraron con algo que los detuvo en seco: un forgaro mutado se erguía frente a la entrada. Su apariencia era extraña y grotesca, una amalgama de carne deformada y gris rodeaba su cuerpo. La criatura se movía de manera errática, pero su presencia irradiaba un peligro palpable.
"¡A sus puestos!" exclamó Gefto, apretando los dientes mientras desenfundaba su arma.
Fritsa lo observó detenidamente, incapaz de apartar la vista del horrendo ser. "¿Un forgaro? Pero... no debería verse así."
"Esto no es natural," añadió Gefto, con el ceño fruncido. "Algo está corrompiendo este lugar."
Con cautela, se prepararon para enfrentar al forgaro mutado, conscientes de que su misión en Dranaval podía estar solo comenzando.
Drukas
Semilla de Krumpack