Capítulo 1: INMINENTE
PARTE 4
Capítulo 1: INMINENTE
PARTE 4
Mientras se dirigían a la base, Frask informó del creciente número de zombis en el Bosque Negro. Durante el trayecto, observaron a una comitiva de soldados en la entrada; eran parte del contingente de Garack, esperando su llegada. Al arribar, Ummy, la comandante encargada de defender la base, la última frontera del reino de Garack, les aguardaba con algunos soldados. Su responsabilidad era coordinar la entrega de provisiones. Al ver a Frask, ella le advirtió:
—Deberías avisarme cuando te vayas... tu madre, la reina, me matará si te pasa algo.
Sorprendido, Gefto no pudo evitar preguntar:
—¿Eres el príncipe de este reino?
La pregunta provocó una leve sonrisa en Frask antes de que prosiguieran con su misión.
Ummy Garradrumun
Tras asentarse en la base, Fritsa aprovechó para narrar a Ummy los sucesos recientes. Luego de escucharla, la comandante les informó de la situación general del reino: el continente estaba en plena guerra, y los doeeld de Espían se enfrentaban a otras razas debido a la influencia de los abismales, lo que había desestabilizado a todos los reinos. Las guerrillas constantes con los akudfel y los zarcas habían diezmado al ejército doeeld, pero estos, con lo que les quedaba de fuerzas, preparaban un último ataque.
Tras recibir las provisiones necesarias, partieron para abastecer a los cazadores de Kuraht, situados en la costa. Optaron por este camino, pues, aunque más largo, evitaba el Bosque Negro y la selva de Monba, reduciendo los peligros.
Frask Skiritra
Al llegar al campamento de cazadores, la escena era desoladora: todos estaban muertos, y no había rastro de Ledrid, su capitán. Al examinar los cadáveres, observaron dardos y lanzas incrustados en los cuerpos, señal inequívoca de que los akudfel de Monba eran los responsables. Los cuerpos llevaban varios días muertos.
Antes de que pudieran reaccionar, una emboscada de la secta de Monba los sorprendió. Sin embargo, esta vez estaban preparados: los soldados y cazadores que los acompañaban se posicionaron rápidamente. Contaban con más efectivos y estaban organizados para repeler el ataque.
Durante el combate, Frask miró entre los árboles y vio surgir al líder de la secta. Con el rostro serio, miró hacia atrás a sus tropas y les dijo con firmeza:
—Ya apareció Trakl, tengan cuidado.
El caos se intensificó cuando Trakl, portando una extraña arma en la mano, los miró fijamente. Levantó su arma y, con un grito gutural salido del abismo, más sectarios de Monba surgieron de los árboles, sumando sus fuerzas al combate y poniendo en mayor peligro a los defensores.
Trakl Muk
La batalla estalló con una violencia desmesurada. Los soldados de Garack luchaban con determinación, mientras el caos envolvía el campamento. Frask, al ver una oportunidad, intentó abrirse paso entre los combatientes para enfrentar al líder de la secta. Tras abrirse camino, se encontró cara a cara con Trakl.
Ambos se quedaron mirando, solo a unos metros de distancia. El desafío era evidente. El aire se llenó de tensión mientras las tropas luchaban a su alrededor. Trakl, con una calma aterradora, miró a sus tropas adyacentes y, con un gesto de su mano, las instó a retroceder. Quería enfrentar a Frask solo.
El duelo entre Frask y Trakl estaba a punto de comenzar, y ambos sabían que sería decisivo.
El enfrentamiento entre el comandante de Garack y el general de la secta comenzó equilibrado. El doeeld blandía su espada con firmeza, esquivando todos los ataques que el Akudfel le lanzaba. En un movimiento preciso, Frask logró darle una estocada a Trakl, lo que enfureció al líder de la secta. De su arma brotaron driviles, invocados por la furia de Trakl, lo que intensificó el caos en el campo de batalla.
Frask, manteniéndose firme, esquivó hábilmente a los drivil, moviéndose con rapidez para posicionarse a un costado de Trakl. Este, al verlo, lanzó un poderoso ataque directo, pero Frask, con agilidad, se agachó justo a tiempo, evitando el golpe y aprovechando el momento para cortar el brazo derecho de Trakl en un solo y certero movimiento.
Trakl, al perder su brazo, retrocedió y su arma cayó al suelo. La mirada de ira en sus ojos se intensificó mientras fijaba la vista en Frask. Fue entonces cuando un grito gutural y profundo, nacido del mismo abismo, estalló de sus labios. La rabia abrumadora del general lo transformó: su cuerpo comenzó a cambiar, distorsionándose en una criatura abismal que desataba un aura de dolor y odio. El terror se apoderó de los presentes, quienes miraban con horror la monstruosa figura que emergía ante ellos. La criatura era una visión aterradora, y su presencia evocaba puro pánico entre los soldados y cazadores.
Llave del abismo
A pesar de la confusión, la reacción de Trakl fue brutal: su transformación lo hizo mucho más fuerte y peligroso. La diferencia de poder se hizo evidente. Frask, viendo lo que estaba sucediendo, comprendió que no tenía opción. Trakl, ahora como entidad abismal, representaba un peligro abrumador. En un despliegue de velocidad sobrenatural, Trakl se lanzó hacia él con su brazo izquierdo, atravesando el pecho de Frask con una fuerza descomunal. Al hacerlo, lo levantó por los aires, disfrutando del dolor que le provocaba, como si se deleitara en el sufrimiento que le estaba infligiendo.
Trakl Muk
El grito final de Frask se apagó en medio del sufrimiento y el terror. Trakl, deleitándose en la destrucción, devoró la cabeza de su enemigo caído y luego lo arremetió contra el suelo con brutalidad. El impacto fue tan feroz que el sonido del cadáver de Frask reventándose contra el suelo resonó en todo el campo de batalla, paralizando momentáneamente a los soldados y cazadores que luchaban a su alrededor.
Ummy, horrorizada, fue testigo de la muerte de su amigo, sin poder hacer nada para detenerlo.