Capítulo 2: DEVASTACION
PARTE 5
Capítulo 2: DEVASTACION
PARTE 5
Los forgaros se preparaban para la batalla. En el campamento, las formaciones comenzaban a tomar forma mientras el aire denso de polvo, los chillidos metálicos de los forgaros y los sonidos de una horda aproximándose generaban un ambiente cargado en Dhorizon. Forgara emergió de su carpa, imponente y serena. Comenzó a emitir chirridos al aire mientras los forgaros se agrupaban y se dirigían hacia Doór, quien también unía las tropas para preparar una defensa. Entre ellos, Oftem ajustaba su armadura con determinación, buscando a sus compañeros mientras se alistaba.
El sonido de la guerra cortó el aire mientras los forgaros se movilizaban. En el horizonte se distinguían las figuras torpes de los podridos caminantes, avanzando lentamente pero en gran número. Abrakul desplegó sus alas y alzó vuelo, seguido por otros forgaros colosales que recogían rocas del suelo como proyectiles improvisados. Mientras tanto, un contingente se organizaba en grupos compactos, listos para avanzar en formación.
Abrakul
Replica varfi
Gefto se acercó a Fritsa, su expresión cargada de preocupación. Colocando una mano firme en su hombro, le dijo:
—Fritsa, quédate con los forgaros más jóvenes. Ayúdalos a mantenerse organizados y alejados del caos. No podemos permitirnos perder a más de los nuestros... somos los últimos de la academia Dellerd. Cuídate, por favor.
Fritsa lo miró por un momento, sus ojos reflejando un cúmulo de emociones. Finalmente, esbozó una sonrisa triste.
—Lo sé, Gefto. Somos los últimos. Pero prométeme que no harás ninguna locura ahí afuera. Aún te necesito.
Él asintió con gravedad y, sin decir nada más, dio media vuelta y se dirigió al frente, su silueta perdiéndose entre las filas de guerreros forgaros. Fritsa cumplió su papel, organizando a los más pequeños y asegurándose de que se mantuvieran fuera del camino de los mayores. Sin embargo, ambos sabían que pronto todos estarían envueltos en el caos.
La batalla comenzó con los forgaros arremetiendo con fuerza. Las primeras filas de zombis cayeron rápidamente, incapaces de igualar la ferocidad y organización de sus oponentes. Sin embargo, una figura oscura emergió en el fondo del campo: Ningald, el nigromante, avanzaba con calma, levantando a los muertos que los forgaros acababan de derrotar. Su magia era implacable, y los zombis parecían no tener fin.
Forgara, al ver el avance de Ningald, dio una señal con su chirrido más estridente. Unidades especializadas de forgaros comenzaron a posicionarse, formando barreras vivientes. Abrakul, desde los cielos, lanzó un rugido que resonó en el campo de batalla, avisando que el enfrentamiento directo estaba cerca.
Mientras la guerra comenzaba y los proyectiles iban y venían, los forgaros, organizados en sus formaciones y utilizando su agilidad y fuerza, lograron obtener la ventaja inicial contra los podridos caminantes. Las filas de zombis caían rápidamente bajo los ataques coordinados de los forgaros y los proyectiles lanzados desde los cielos por Abrakul y los suyos. Sin embargo, la ventaja no duró mucho. Luchando contra la horda, apareció Boltral, la abominación que los cazadores habían enfrentado en el pasado.
Boltral Reepko
Boltral, con su inmensa figura y su aura de putrefacción, avanzó como una fuerza imparable, abriendo paso entre los zombis y dirigiéndose directamente hacia las líneas forgaras. Su llegada provocó un momento de caos en las filas. Fritsa, al verla, sintió cómo su rabia contenida se desbordaba.
—¡Es él! —gritó mientras ajustaba su rifle. La criatura había sido la causante de tantas bajas en el pasado, y Fritsa no podía dejar que siguiera causando estragos.
Sin dudar, comenzó a disparar con precisión, apuntando a las piernas de la monstruosa criatura para inmovilizarla. Boltral rugió con furia; sus movimientos torpes pero brutales provocaban destrucción a su paso. Forgara ordenó a sus mejores guerreros que la flanquearan mientras Abrakul descendía desde los cielos para atacarla desde arriba.
La batalla contra Boltral fue feroz. Los forgaros más fuertes intentaban contener sus embestidas, pero la criatura parecía indomable. Gefto, observando a sus compañeros caer, reunió a un pequeño grupo y lanzó un ataque sorpresa desde un lado, logrando perforar la gruesa piel de Boltral con lanzas hechas de chatarra endurecida.
Finalmente, en un acto de sacrificio, Gefto logró distraer a Boltral el tiempo suficiente para que Fritsa disparara su proyectil más poderoso, un explosivo especialmente diseñado para atravesar las defensas de la criatura. El proyectil impactó en el pecho de Boltral, explotando con un destello de luz y destruyendo gran parte de su torso. Oftem intentó incinerarla con odio, pero la bestia, viéndose acorralada, se abalanzó sobre ellos. Su mandíbula se abrió con un rugido espantoso y, antes de que pudieran reaccionar, la bestia partió a Oftem en dos con un solo mordisco, asesinándola al instante.
Fritsa, llena de rabia y desesperación, no dudó un segundo y comenzó a disparar, apuntando a los miembros de Boltral. Con cada proyectil, los impactos se multiplicaban en la gigantesca criatura, pero la bestia no cedía. Fritsa disparó con tal precisión que logró inmovilizar sus piernas, permitiendo que Gefto, aprovechando la oportunidad, hundiera su brazo en el abdomen de la criatura. Cargó su electricidad, liberando una descarga devastadora. La criatura cayó de rodillas, pero no antes de que Boltral diera su último ataque. En un último aliento, un cuerno afilado atravesó el pecho de Fritsa, dejándola gravemente herida.
Gefto se acercó, pero antes de que pudiera reaccionar, Abrakul descendió y se llevó a Boltral por los aires hasta soltarlo. Los forgaros más enormes lo pisaron hasta destruirlo por completo.
Oftem Destrak
El conflicto en Dhorizon alcanzaba su clímax en un torbellino de emociones y caos. Gefto, su rostro endurecido por el dolor, corrió hacia Fritsa. La sostuvo entre sus brazos mientras la veía luchar por mantenerse consciente. Con un hilo de voz, ella logró susurrar:
—No… no dejes todo esto… se quede en vano.
Gefto, incapaz de articular palabras, solo la miró con desesperación. En ese instante, no había espacio para promesas o explicaciones; solo una conexión mutua en medio del caos. Con una sensación agridulce, la besó, dejando que el gesto hablara por todas las palabras que no podía expresar.
Desde las sombras, Forgara emergió. Su figura imponente se acercó, colocando una mano firme sobre el hombro de Gefto. Su voz profunda y decidida rompió el momento:
—Confía en mí, Gefto. Fritsa aún tiene un propósito. Yo la salvaré.
Gefto, desgarrado por la idea de separarse de ella, asintió a regañadientes. Colocó a Fritsa en las manos de Forgara y, con el corazón pesado, se dirigió al campo de batalla, montando una réplica forgaro de un reepko, una bestia ágil y letal.
Mientras la guerra continuaba, un nuevo giro desconcertante se desató. Desde los cielos, Abrakul se enfrentaba a Ningald, el nigromante, que desplegaba su magia oscura para levantar a los muertos. Sin embargo, otro Abrakul apareció en el campo, esta versión una criatura zombificada que parecía un reflejo distorsionado de su antiguo yo. Este Abrakul corrompido atrapó al original, llevándoselo a los árboles cercanos en un enfrentamiento feroz que culminó en su desaparición de la batalla.
Gefto, confundido, intentó comprender qué sucedía, pero un colosal zombi lo alcanzó con rapidez sobrehumana, golpeándolo con tal fuerza que lo arrojó fuera del terreno de batalla.
Abrakul
Siervo de Ningald
Al recobrar el sentido, se encontró rodeado por pequeños forgaros que, con determinación, transmitían su energía para ayudarlo a recuperar fuerzas. Al incorporarse, Gefto contempló el caos que se había extendido por el campo. Ningald y Forgara seguían enfrascados en un duelo titánico, intercambiando magia y ataques devastadores. Las máscaras de ambos brillaban intensamente mientras lanzaban hechizos que alteraban el paisaje a su alrededor.
Sin embargo, un nuevo peligro surgió de las sombras: un abismal de imponente presencia irrumpió en el campo. Portaba un artefacto que parecía tener el poder de alterar las habilidades mágicas de los hechiceros. A su lado, un ejercito de akudfels , trayendo consigo una tercera fuerza que sumió el conflicto en una espiral de caos.
Con las tres facciones enfrentándose en una lucha descontrolada, Gefto intentó hacer frente al nuevo enemigo, pero entonces vio una figura conocida. Por un momento, pensó que era Fritsa. Sin embargo, al mirar más de cerca, comprendió que no era ella, sino un forgaro que había tomado su apariencia. Esta presencia, guiada por un instinto desconocido, lo llevó lejos del combate.
Fork Urrk
Heraldo de los abismales
Desde la distancia, Gefto observó una explosión en el centro del campo. El abismal sostenía en sus manos las máscaras de los dos hechiceros, un acto que hizo que un grito colectivo surgiera de los forgaros, señal de un terrible desenlace. Los zombis y forgaros comenzaron a retirarse desordenados, dejando el campo de batalla sumido en el silencio y la incertidumbre.
Fritsa Dellerd
Replica cazadora