La obra se interpreta como un desafío a la percepción y a la realidad, llevando a la incertidumbre y a la reflexión constante sobre el mundo y su relación con la naturaleza. Expresa la perspectiva y la ansiedad, incitando a cuestionar la realidad de lo imaginario. La perspectiva distorsionada y la expresión de ansiedad crean una atmósfera que oscila entre lo intrigante y lo inquietante, desencadenando una reflexión continua sobre la naturaleza de la percepción. La obra, al desafiar la realidad de lo imaginario, se convierte en un espejo que refleja la complejidad de la mente humana y la constante búsqueda de significado en un mundo lleno de incertidumbres.