Todo tiene su tiempo (7-8 años)

Desarrollo evolutivo de la atención. El “clic” de los 7-8 años.

Mateu Servera Barceló, Mana Rosario Galván Pascual. PROBLEMAS DE IMPULSIVIDAD E INATENCIÓN EN EL NIÑO. Propuestas para su evaluación. Colección: INVESTIGACIÓN, Número: 152. MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA Y DEPORTE. SECRETARíA GENERAL DE EDUCACIÓN Y FORMACIóN PROFESIONAL. Centro de Invesatigación y Documentación educativa (C.I.D.E.)

Tal vez los datos más fiables son los de los recién nacidos, en estos casos está muy estudiado el reflejo de orientación, las preferencias por ciertos sonidos, la atención visual captada por estímulos novedosos e intensos, etc. Llama la atención un poderoso efecto de habituación que hace, incluso en el niño cercano a los 2 años, que los estímulos pierdan muy rápidamente el interés. Precisamente se considera que es en esa edad cuando empiezan a diferenciarse los tipos de atención selectiva, dividida y sostenida. En la selectividad cabe destacar que ahora las características de los estímulos van perdiendo poder de captación porque el niño va ejerciendo un mayor control sobre el mecanismo. Hasta los 6 o 7 años este control será relativamente débil. En cuanto a la oscilación o cambio atencional los niños son mucho más lentos que los adultos, igualmente la presencia de estímulos distractores les afecta mucho más (son especialmente relevantes los datos con el efecto Stroop). Las tareas de amplitud dividida también diferencian claramente a niños menores de 7 años de los mayores, aunque incluso hasta los 17 años puede mejorar el rendimiento.

Por su parte, se considera que el desarrollo de la atención sostenida es más lento y posterior al de la atención selectiva, aunque tal vez no sea un efecto directo del distinto grado de maduración de estos mecanismos, sino de la mayor susceptibilidad a la fatiga, al cansancio o a los estímulos externos de los niños más pequeños. García-Seda (1997) concluye que un niño de 2 años puede atender eficazmente hasta siete minutos, Llegando a los 14 minutos a los 5 años y es alrededor de los 8-9 años cuando se produce una mejora critica en las tareas de vigilancia. En nuestra experiencia, y como veremos en la segunda parte del presente trabajo, estas cifras son relativas: poder atender más o menos minutos depende mucho del tipo de tarea. Es posible que los datos sean acertados si hablamos de atender a cuentos, programas de televisión, o incluso a un maestro hábil enseñando (y por ende, hábil captando la atención del niño), pero son más dudosos si hablamos realmente de tareas de vigilancia, monótonas y repetitivas, sin posibilidad por parte del niño de recibir feedback inmediato. En estos casos nuestra experiencia demuestra que tareas de vigilancia entre 7 y 8 minutos son suficientes para elicitar diferencias individuales importantes en niños entre 6-7 y 9-10 años, aunque tal vez estaría por ver si esas diferencias globales también se acompañan del habitual menoscabo atencional que debe generarse al medir la atención sostenida..