En los comienzos de la Primera Revolución Industrial no se hizo uso de la electricidad. Su primera aplicación práctica fue en el telégrafo eléctrico de Samuel Morse (1833), que revolucionó las telecomunicaciones. La generación industrial de electricidad comenzó a fines del siglo XIX. cuando se extendió la iluminación eléctrica de las calles y las casas. La creciente sucesión de aplicaciones de esta forma de energía hizo de la electricidad una de las principales fuerzas motrices de la Segunda Revolución Industrial. Fue un tiempo de grandes inventores, como Gramme, Westinghouse, von Siemens o Alexander Graham Bell.