Rutas

En esta ruta a través del valle del Úrbel y otras zonas de las Loras se traza un recorrido por el románico de nuestra zona en el que es parada obligatoria la visita al la iglesia de La Piedra. coincide en algunos puntos (entre ellos nuestro pueblo) con una ruta diseñada por la Guía Ilustrada de la provincia de Burgos en 1930

Guía Ilustrada de la provincia de Burgos 1930- ruta 12

Guía Ilustrada de la provincia de Burgos 1930- ruta 12

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Sendas de Burgos: Valdehayas.

Ruta de Santa Coloma del Rudrón

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Para realizar a pie.

Recorrido aproximado: 14 km si el regreso se hace por el camino de ida, 16 km si se realiza por Unfrida.

Dificultad: Poca.

Interés: Paisaje. Geología (anticlinal de la Berzosa).

Artístico. Fauna. Flora (extensa alfombra de gayubas).

Desniveles: La Piedra: 950 m. Santa Cruz del Tozo: 950 m.

La Loma: 1039. Santa Coloma del Rudrón: 760 m.

Podemos llegar a Santa Cruz por la carretera, por los prados, si ya están segados, o por el sendero, aunque cada vez se usa menos. Cruzando el pueblo cogemos el camino que sube a La Loma, y una vez en el alto, dejamos el que se abre a nuestra izquierda y ya sin pérdida, y atravesando el anticlinal de la Berzosa, llegamos al siempre impresionante valle del Rudrón, en la confluencia del río San Antón con aquél, y en cuyo contorno se asienta el pueblo de Santa Coloma del Rudrón.

La contemplación del río y del pueblo se merecen esta caminata de hora y media.

Si hay humor y ganas, tanto río arriba como río abajo, encontraremos cuanto una naturaleza salvaje y variada nos puede proporcionar y los encantos de los pueblos de Moradillo del Castillo, río arriba, como de Bañuelos, río abajo.

El regreso se puede realizar por el mismo camino, o bien cogiendo el que va hacia Terradillos siguiendo el valle del San Antón, dejándolo una vez llegados al del Unfrida y hacer el resto por el señalado en el itinerario de Terradillos.

Este alternativo itinerario del valle del San Antón nos muestra un sinnúmero de sorpresas paisajísticas, geológicas, vegetales y de fauna.

Mientras ascendemos a la Loma de Santa Cruz vamos atravesando los diversos estratos del cretácico que van desde el aptiense al santoniense. Estas laderas por las que discurre el camino hacia Santa Coloma han sido estudiadas desde principios del siglo pasado por grandes paleontólogos como Ciry (francés) y Wiedmann (alemán) y con sus hallazgos han colocado estas lomas en los libros de ciencia. Dependiendo de la época en la que realicemos nuestra excursión tendremos la ocasión de contemplar en el anticlinal de La Berzosa diversas variedades de plantas y animales. Tupidas mantas de gayuba y extensas praderas de orquídeas nos encontraremos en primavera y verano por los páramos más altos . Dentro de la fauna de la zona podemos encontrarnos corzos, buitres, jabalíes, zorros o lobos como animales de cierto tamaño. Procuraremos, a la hora de pasear por los campos y por los cortados, no molestar la crianza de los pollos de buitre y otras rapaces que anidan en los farallones calizos. Hemos de tener en cuenta que toda la zona, a partir de las lomas, es parque natural y es un espacio protegido.

La actividad humana ha dejado su huella en esta ruta en dos interesantes manifestaciones constructivas. La primera son los abundantes “casetos” que puntean con su roma silueta el horizonte plano de las lomas.

Todos son obra de un vecino de Santa Cruz, que con extrema habilidad y paciencia ha sabido levantar estos refugios para protección de pastores y paseantes. Los “casetos” están realizados con la técnica ancestral del apilamiento de lanchas y orientados para proteger del cierzo y de las lluvias de regañón. Su número supera los ciento cincuenta, aunque el viajero solo encontrará unos pocos en su camino. La segunda tipología constructiva es una lobera abandonada que recorre una de las barrancas que van a dar al Rudrón desde la Berzosa (o Berezosa). Esta lobera se encuentra hoy en día casi totalmente invadida por encinas y monte bajo y es bastante difícil encontrarla.

Según avanzamos hacia Santa Coloma por la paramera podemos observar los cortados de la hoz del río San Antón desde lo alto, es un paisaje que contrasta con la parca vegetación de las lomas; en el valle vemos brotar un denso bosque de ribera que volveremos a contemplar con más detenimiento en nuestro viaje de regreso.

Hasta Santa Coloma el recorrido sigue un camino de carros que atraviesa en parte un carrascal y un monte de pinos de repoblación. El camino está bien marcado y tiene un firme de roca a veces tapizado de hierba y césped. En cualquier época es muy agradable pasear por él.

Santa Coloma del Rudrón se encuentra en la confluencia del río San Antón con el Rudrón y entre su caserío de piedra sillar se hallan buenas casonas blasonadas con solanas de madera. Para las personas que lo visitamos de los pueblos vecinos Santa Coloma es un pueblo hermano que mantiene su esqueleto con mucha clase y al que sus vecinos dan vida con mucho esfuerzo. Es gratificante atravesar el puente y dejar descansar los pies en la plaza, bajo los castaños de indias. Si el viajero tiene suerte y encuentra el bar de la asociación cultural abierto no está de más tomarse unos vinos en ella. El lugar ya merece una reflexión, pues el bar se ubica en la iglesia del pueblo (al pie de la torre). El vino sabe bueno a la fuerza, el reseco del camino lo pide y la alegre conversación de los vecinos anima a otra ronda. Después de dar una vuelta por las callejas y asomarnos al río a ver si hay truchas y cangrejos (el Rudrón fue un río cangrejero mítico) empuñaremos nuestra vara y remontaremos el curso del río San Antón. Esta será la segunda parte de nuestra ruta y en todo momento picará un poco hacia arriba. Tenemos que salvar un desnivel de unos trescientos metros pero tenemos unos siete kilómetros para conseguirlo.

En los primeros metros nos encontramos un hermoso puente medieval que cruza el San Antón. Este río de escaso recorrido y caudal es un émulo del Rudrón y del Ebro y tiene escavado su cañón a imagen y semejanza de sus hermanos mayores. Grandes farallones de roca caliza lo encajonan y conducen manso y fresco hasta el Rudrón. Seguimos ruta por una pista que es el camino tradicional que va de Santa Coloma a Terradillos, esta pista se ha ampliado recientemente a raíz de declararse la zona parque natural y sigue serpenteante las mismas curvas del río y las murallas que lo encuadran.

A la salida de Santa Coloma vemos huertos de frutales (unos renovados y otros abandonados) con sus tapias de piedra. Por las laderas y entre las escasas tierras de cultivo hay muchos nogales de buen porte que nos recuerdan la tradición frutera de estos pueblos. El valle tiene un microclima particular que lo hace propicio para que la fruta no se hiele y madure en su punto de humedad y calor. Todos recordamos (los del partido de Villadiego) cómo sus paisanos vendían sus manzanas por nuestros pueblos o cambiaban nueces por trigo.

También la miel era un producto al que los del valle sacaban bastante provecho y en nuestro caminar hallaremos antiguas colmenas que nos recordarán aquel sabor de la miel en panal. El bosque de ribera del San Antón tiene una gran variedad de especies que se entretejen a los pies del agua y se mezclan de tal forma que es imposible atravesar el río. Álamos, sauces, avellanos… Trepando por las laderas hallamos robles y encinas. Hacia la mitad de este camino nos encontraremos una estela de piedra a la que podemos dedicar unos instantes de recuerdo.

En el cruce que lleva a Terradillos se toma el camino de la derecha y cogemos el camino que sigue por el valle del arroyo de Vallejón. En las escarpadas paredes de este cañón se encuentra una cueva habitada en tiempos lejanos y que conserva escavados en la roca los anclajes en los que sus moradores colocaban los banzos de madera para acceder a ella. Hoy en sus cercanías anidan las rapaces y a su pie se cobijan las alimañas.

Con un pequeño esfuerzo se llega de nuevo a La Loma de La Piedra y atravesando su mata por un camino de tractores bien marcado llegamos al cruce de la carretera y desde allí regresamos al punto de partida: La Piedra.

Itinerario de Valdehayas

Para realizar a pie.

Recorrido 4,571 km. Dificultad: Regular.

Interés: Paisaje. Geología e historia.

Desniveles: La Piedra: 950 m. El Avellanal 1059 m.

Valdehayas: 950 m.

Itinerario en PDF

Se puede iniciar el recorrido desde la parte posterior del pueblo, siguiendo el camino de las eras, y, como a unos cien metros después de haberlas pasado, seguir el de la derecha. Una vez cruzada una alcantarilla se inicia una pendiente bastante pronunciada, que, al poco, deja a la izquierda dos «nogalas» y poco después unas filtraciones de agua, para alcanzar en seguida el manantial de la Almayor que proporciona el agua al pueblo. El pequeño remansado contiguo resulta lugar propicio para un primer descanso y para, con una mirada retrospectiva, contemplar el paisaje que vamos dejando a nuestra espalda. El horizonte se alarga al levante y en varios kilómetros contemplaremos una bella alternancia de campos, pastizales, praderas, bosques, roquedales y la silueta del castillo de Urbel, colgado como nido de águila, sobre un monolítico peñasco.

Recuperadas las fuerzas y serenado el espíritu, reemprenderemos la ascensión siguiendo el camino, a unos metros vemos unos estratos calizos plegados en forma de semicircunferencias concéntricas, es el plegamiento en circo de El Rincón. Alcanzada la cota más alta, le dejamos a la izquierda, y con un poco de destreza y, a través del áspero roquedal, nos aproximamos al punto más alto cuidando de no acercarnos a su extremo, cortado en precipicio. Nos encontramos en el Avellanal a 1062 m. Un lugar desde el que los buitres otean el territorio en busca de alimento. Desde aquí se ven muy bien los bloques “aboudinados” o “arrosariados” (formando cadena) de las peñas de las Espinas, La Cueva, el Cuadrón y el Barrio formando parte de la falla de Ubierna.

En una mirada panorámica, si el tiempo acompaña, el horizonte se hace infinito: Sierra de Cervera, de Guardo, de Reinosa, páramo de La Lora, estribaciones de la Cordillera Cantábrica, páramo de Masa, Sierra de la Demanda, Peña Amaya, y a los pies, Valseco, Santa Cruz del Tozo y La Piedra.

Avanzando hacia el poniente, y siempre próximos a la cresta, vamos dejando Valseco, a nuestra izquierda y, salvadas las puntiagudas rocas, nos desviamos a la derecha. En la plataforma del Embid encontraremos un asentamiento (puede que su origen sea cántabro) protohistórico del que queda un lienzo de muralla. Descenderemos parte de la pendiente para coger, por suelo libre de maleza, la caída de Valdehayas, pendiente rápida pero no difícil. Abajo todo será sorpresa, admiración y soledad: el manantial, las cuevas (guaridas del tejón y hábitat del tritón), la fuente de la Salud, el Peñón (cargado de leyendas), las memorias de los desaparecidos pueblo de El Embid y el Monasterio de San Vicente.

En el regreso observaremos, si hacemos el recorrido en otoño, la floración de los boneteros que crecen en las lindes del término del Convento y en la ladera de la peña del Avellanal la formación de una tobera. Continuaremos después por el pie de las rocas hasta llegar al manantial de las aguas que calman la sed del pueblo de Santa Cruz del Tozo, para finalizar en el camino del Cuadrón que nos llevará hasta el pueblo.

Escalada

Los farallones roquedos de La Piedra son propicios para el ejercicio de la escalada. Hace ya algunos años que un grupo de intrépidos alpinistas,encabezados por Josu y Jon Almendro, abrieron varias vías de escalada en la peña del Barrio. Desde entonces son muchos los montañeros que se acercan a nuestro pueblo para practicar su deporte preferido.

pdf del Club Deportivo Montañeros Burgaleses

Así describen la zona de escalada los alpinistas de Trigaza sur.

"Junto a la carretera que nos lleva a Aguilar de Campoo, desde Burgos, y a unos 40 kilómetros de la capital Castellana nos encontramos con una peña de pequeñas dimensiones pero que puede ofrecernos una alternativa a las zonas de siempre para los que nos movemos por Burgos y sus alrededores. Apenas nos encontramos con una decena de vías, pero con buen tiempo, podemos pasar una tarde o mañana agradable, con vías de V y VI grado. Presenta una zona de hierba en la base por lo que es muy cómoda, a la hora de asegurar. Con las vistas del pueblo de La Piedra justo detrás."