Arte

Hacha neolítica - Las Hoyas 

hacha neolítica

El arte prehistórico en La Piedra se presenta en forma de industria lítica. Abundante es la que ocupa el Paleolítico con algunas hachas, raederas y puntas de lanza en piedra roja de cuarcita, elaborados con golpes precisos de piedra contra piedra y que denotan un elemental trabajo sobre el canto rodado.

Ya en el Neolítico una hacha de magnífico pulimento nos lleva hacia los términos de Montelapeña, tierras de paso para estos habitantes viajeros.

Posteriormente, aunque no están verificadas, algunas tumbas megalíticas nos acercan a los ritos propios del enterramiento prehistórico. Semihundidas sus cúpulas semejan  tortugas varadas.

Castillo de La Piedra

Parece posible que fuera entre el siglo IX y X cuando La Piedra edificó el castillo que, un tiempo más tarde, le otorgaría la categoría de Alfoz. De éste no conservamos más que alguna línea de cimentación, restos de cerámica y unas monedas halladas en su suelo. Poco patrimonio para tan importante vigía.

Ermita de Santiago. Las Eras

Ermita de Santiago

Posee el pueblo los restos de una antigua ermita de Santiago. Muros de mampuesto sellados con cal, cerrando una pequeña planta rectangular. Aún hoy permanece firme mostrando las heridas de sus perdi­dos contrafuertes, ofreciendo, medio ocultas en la hierba, la sencillez de la hechura de unas obras de datación incierta aunque puede que su origen se encuentre en el siglo XI. 

Pertenecientes a este primer asentamiento sobreviven unas tumbas en la necrópolis de la Asperilla, prácticamente tapadas por el paso de los años y que afloran a la superficie, a veces, a causa de las aguas o de las obras próximas.

Piedra sillar de la antigua iglesia de El Embid

hallada en el paraje de "La Ermita"

Iglesia de El Embid

Contemporánea de la iglesia de La Piedra existió otra en el antiguo poblado de El Embid. De su memoria sólo restan las piedras sillares que se utilizaron en el siglo XIX para edificar la casa de Bernabé Acero en el pueblo de La Piedra y algunos restos cerámicos en el paraje de "La Ermita" en el Embid.

La mayor representación del arte se manifiesta, en La Piedra, en su iglesia. Se trata de un templo de origen románico que ha ido creciendo a lo largo de la vida del pueblo. Presenta un ábside, una torre interior y una pila bautismal románicas y una nave central de tracería góticas de mediados del siglo XVI. Completan la construcción la portada de la iglesia del siglo XVII y el campanario.

El Centro de estudios del Románico, con sede en Aguilar de Campoo, ha hecho un estudio pormenorizado de la iglesia de La Piedra y en internet ha expuesto su trabajo. Este es el enlace.

Iglesia de La Piedra


Se sitúa la construcción de la iglesia en el siglo XII, en su etapa final, y comienza con ella la fábrica de un templo de excepcional belleza artísti­ca, que ha evolucionado según el proceso constructor de los siglos y que se conserva como modelo abierto para el estudio de la vida pedrense desde la Edad Media hasta nuestros días.

Analizamos los restos de esta primitiva iglesia a través de su ábside en un estado de conservación envidiable y de su pila bautismal, de principio del siglo XIII, atribuible al taller escultórico del pueblo de Bañuelos, por ser de similares característica que la de Montorio y Terradillos de Sedano, ambas datadas en ese pueblo del Rudrón.

El ábside es de la estructura general de todos los románicos y de él no diremos sino lo que D. Félix Palomero expresa en su libro «Rutas del Románico Burgalés II».


«Su iglesia conserva la cabecera románica semicircular. Se trata de un ábside interesante porque sus artífices han buscado lograr un muro decorado jugando tanto con los elementos escultóricos como con los arquitectónicos. El mismo se apea en un banco del cual arrancan las dos columnas entregas que lo compartimentan en tres paños, cada uno de ellos llena un arco ciego que ocupa toda su anchura y descansa en unos casos en columna y en otros en pilastra. Dos cenefas decorativas (a la altura de la base de las ventanas y a la de los cimacios  de sus capiteles) determinan la división en tres cuerpos. Esta combinación de elementos verticales (columnas entregas y columnas de las ventanas), horizontales (doble cenefa a distintas alturas y curvos (arcos de las ventanas y arcos ciegos) dan lugar a uno de los ábsides románicos más vistosos por la articulación externa de sus paramentos. Todo ello se extiende también al interior, dotado de una serie de amplias arcadas ciegas, hoy casi total­mente desaparecidas al colocar el retablo barroco.

         La ornamentación escultórica, conservada en aceptable estado, pre­senta un predominio de los temas vegetales, fundamentalmente hojas de sencilla factura y labra tosca y dura. A pesar de ello en ocasio­nes vemos formas elegantes, como los equilibrados ritmos curvilíneos de las hojas del capi­tel izquierdo del arco triunfal. Al igual que en Boada en este templo hallamos bustos-capitel masculi­no y femenino. Así mismo al igual que en Boada las ventanas absidales de La Piedra llevan de­corados los fustes de sus colum­nas y, además de varios motivos vegetales, vemos en la rosca de uno de sus arcos un motivo que también está presente en Boada aunque tratado de diferente ma­nera: mientras en este templo los pequeños reptiles se iban ondu­lando, empalmándose la cola de uno con la cabeza del otro, en La Piedra van agrupados de dos en dos, dibujando cada pareja un círculo con sus cuerpos arqueados, círculos que cobijan cada uno un motivo vegetal muy estilizado».

  Los fustes decorados del ábside de La Piedra son unos elementos muy singulares del románico español. Son muy escasas las muestras de este tipo de decoración y en ningún lugar de España hay tal abundancia de ellos y tan bellamente esculpidos.

Añadiremos a este acertado texto, que corona su alero un nutrido grupo de canecillos geométricos, zoomorfos y antropomorfos que pun­tean con su expresividad románica esta cima del arte medieval.


Fustes decorados

Capitel

canecillo

Románico oculto- Ábside interior

Románico oculto

El interior del ábside posee un gran arco triunfal con capiteles vegetales y deja ver una ventana interior de bella factura en el lado de la sacristía. Dos capiteles antropomorfos flanquean el altar mayor. La colocación del retablo mayor, allá por el siglo XVII, ocultó una buena parte del ábside interior de la iglesia de La Piedra. Hoy, debido a un desplazamiento de dicho retablo, se puede volver a observar esa parte oculta a través de las fotografías que nos descubren la belleza y la magnificencia del templo románico. Lo que está detrás del retablo mayor ha permanecido durante siglos oculto a los ojos de los pedrenses y es en este momento cuando se descubre de nuevo. Junto a las telarañas centenarias se pueden ver los trabajos minuciosos que configuran los arcos y los capiteles y la tablazón que soporta el retablo mayor por detrás. Al colocar los puntales los operarios rompieron, aquí y allá, los arcos y las imágenes según la necesidad. 

1788 instalación de las campanas

Fábrica de la iglesia

 Se levantó la nueva fábrica en un sencillo estilo renacentista como nos lo confirman sus pilastras centrales, un estilo en el que tam­bién es característico el remate de la bóveda en nervios de crucería, como vemos en nuestro templo parroquial. Así el tejido de ner­vios de su bóveda, de geometría perfecta y complicada se cose con medallones y capiteles colgados que crean un firmamento de es­trellas y constelaciones en la con­cavidad del interior.

La sencillez del trazo tam­bién se adivina en el exterior de la nueva nave que se eleva for­mando un ortoedro cerrado so­bre la semiesfera del ábside. Lue­go la torre del campanario ocultará la primitiva torre románica en su seno.

Posteriormente a la creación de la iglesia en su configuración exter­na se fueron añadiendo elementos de talla en su recinto. Los años de comienzo del siglo XVII son fértiles en creación. En 1602 se construye el coro: un  perfecto modelo de carpintería religiosa donde el trabajo de sus soportes y de sus canes así como su decorada balaustrada es ejemplar en la simplicidad de sus líneas. También de esta época son las cajoneras de la sacristía y los santos de la ermita del Embid, entregados en 1603 por Lucas de Aguilar, unos santos que terminaron anclados en el arroyo de Valdehayas con el devenir de los años.

Fecha importante es la de 1672 cuando siendo cura beneficiado D. Tomás de Sanmamés, por orden del visitador eclesiástico, se inician las obras de la portada principal, siendo cantero Pedro González de Quintana; se terminó dos años después en estilo barroco herreriano. 

 En los albores del siglo XVIII es cuando la iglesia se puebla de retablos e imaginería barroca que va ocupando, poco a poco, los paños y capillas del templo hasta darle la forma que actualmente tiene.

 Entre los altares nació en 1714 el hoy altar mayor, perfecto ejemplo del barroco, donde abunda toda la ornamentación propia del churrigueresco. José de La Nuez lo construyó. 

Ocupa el centro del altar la Virgen sedente Santa María la Mayor o Nuestra Señora de La Piedra, patrona del pueblo, una preciosa imagen estofada, de una serena naturalidad. Las imágenes de San Francisco de Asís y de San Sebastián, completan la iconografía. 

puente

La arquitectura civil se completa con el puente que cruza el río, construido, probablemente, en el siglo XVII y que conserva perfectos sus arcos y sus espolones o tajamares.

viviendas

El muro norte de la casa de Alejandro Acero con bocarón con  dintel tallado y ventana esculpida con motivos vegetales y la casa de Antonina, de principios del siglo XVII, son las construcciones civiles más relevantes de la Era Moderna. La portada en arco de medio punto de esta última y una ventana del piso alto decorado