Barrera del sonido

Introducción

En aerodinámica, la barrera del sonido es un supuesto límite físico que impediría que objetos de gran tamaño se desplazaran a velocidad supersónica. El término se empezó a utilizar durante la Segunda Guerra Mundial, cuando un cierto número de aviones empezaron a tener problemas de compresibilidad (así como otros problemas no relacionados) al volar a grandes velocidades, y cayó en desuso en los años 1950, cuando los aviones empezaron a romper esa barrera de forma rutinaria.

Cuando un avión se acerca a la velocidad del sonido, la forma en que el aire fluye alrededor de su superficie cambia y se convierte en un fluido compresible, dando lugar a una resistencia mayor.

Primeras teorías y experiencias

Inicialmente se pensaba que el aumento de la resistencia seguía un crecimiento exponencial, por lo que un avión no podría superarla aún aumentando de manera sustancial la potencia de los motores. De ahí el nombre de barrera del sonido.

Sin embargo, esta idea ya había sido descartada por los artilleros del siglo XIX. Desde Ernst Mach se sabía que, a partir de cierto punto, la resistencia ya no aumenta más y, de hecho, se reduce. De manera que para atravesar la barrera del sonido sería suficiente con disponer de mayor propulsión y mejor aerodinámica para vencer ese punto máximo de resistencia. Con la introducción de nuevas formas de ala que disminuyen la resistencia, y los motores de reacción para la propulsión, fue posible desde los años 1950 viajar más rápido que el sonido con relativa facilidad.

Charles Elwood Yeager fue el primer hombre en atravesar oficialmente la barrera del sonido, el 14 de octubre de 1947, volando con el avión experimental Bell X-1 a velocidad Mach 1 y a una altitud de 45.000 pies.

Sin embargo, Hans Guido Mutke afirmaba haber atravesado la barrera del sonido antes que Yeager, el 9 de abril de 1945, en un Messerschmitt Me 262, aunque no existen pruebas científicas de este logro.

Rompiendo la barrera del sonido en tierra en 1997

Preparando en Thrust SSC en el desierto de Nevada. Foto de ThrustSSC.com

El 13 de octubre de 1997 el Thrust SuperSonic Car (SSC) rompió la barrera del sonido rodando en el desierto de Black Rock, en Nevada. Construido especialmente para la ocasión, el SSC montaba dos turboreactores Rolls-Royce Spey 202 –procedentes de un caza F-4 Phantom II– que le proporcionaban unos 110.000 CV. Suficiente potencia para romper la barrera del sonido (conviertiéndose en el primer coche supersónico): alcanzó los 1.229,81 kmh.

El Thrust SSC en el momento de romper la barrera del sonido el 13 de octubre de 1997. Foto de ThrustSSC.com.

Un video del Thrust ssc rompiendo la barrera del sonido

De propina, dos días después, el 15 de octubre, el piloto Andy Green estableció un nuevo récord de velocidad en superficie: 1.222,03 kmh en la primera carrera y 1.232,93 kmh en la segunda.

Imagenes de aviones atravesando la barrera del sonido.

Singularidad de Prandtl-Glauert

La nube que pueden observar en la imagenes es ocasionada por la singularidad de Prandtl-Glauert.

La singularidad de Prandtl-Glauert es un punto en el que ocurre una caída súbita de la presión del aire y se considera generalmente como la causa de la nube de condensación visible que aparece cuando un avión atraviesa la barrera del sonido (aunque todavía existe controversia sobre su causa). Se trata de un ejemplo de singularidad matemática en aerodinámica.

Si la humedad del aire es suficiente, cuando un objeto alcanza la velocidad del sonido se produce una variación extrema de presión, la cual puede producir la condensación del vapor de agua presente en el aire.

Animacion en la que se puede observar la singularidad:

Ahora unos videos

Latigo

Pero lo realmente curioso es que no hace falta un avión a reacción para superar la barrera del sonido, basta con un látigo.

Al agitar el mango del látigo, le damos una cierta energía en forma de onda, que produce que el látigo oscile con una velocidad que depende de lo gordo que sea, cuanto más gordo, más lento se moverá, ahora bién, según la onda se va acercando a la punta, el látigo se va haciendo más fino, aunque conserve la misma energía (quitandole un poco que se disipa), lo que hace que se mueva a mayor velocidad, de manera que la punta, la parte más fina de todo el látigo alcanza velocidades mayores que el sonido, y el chasquido que se oye, no es otra cosa, que una pequeña explosión sónica.