Una historia de fantasmas
Comienzo de la obra (v 1-14):
Era más de medianoche
antiguas historias cuentan,
cuando en sueño y en silencio
lóbrego envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen,
los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
temerosas voces suenan
informes, en que se escuchan
tácitas pisadas huecas,
y pavorosas fantasmas1
entre las densas tinieblas
vagan, y aúllan los perros
amedrentados al verlas.
(1) Espronceda emplea la palabra “fantasma” unas veces en femenino y otras en masculino.
Fragmento recitado por Laura Seseña (4ºC): El estudiante de Salamanca v 1-14
Don Félix de Montemar se ve rodeado por los muertos salidos de sus tumbas (v 1.478-1.501):
Sintió, removidas las tumbas,
crujir a sus pies con fragor,
chocar en las piedras los cráneos
con rabia y ahínco feroz,
romper intentando la losa,
y huir de su eterna mansión,
los muertos, de súbito oyendo
el alto mandato de Dios.
Y de pronto en horrendo estampido
desquiciarse la estancia sintió,
y al tremendo tartáreo ruido1
cien espectros alzarse miró:
de sus ojos los huecos fijaron
y sus dedos enjutos en él;
y después entre sí se miraron,
y a mostrarle tornaron después: [...]
se acercaron despacio y la seca
calavera, mostrando terror,
con inmóvil, irónica mueca
inclinaron, formando enredor.
(1) Ruido infernal, propio del Tártaro, región del inframundo asociada al infierno en la mitología clásica.
Fragmento recitado por José Molina (4ºC): El estudiante de Salamanca v 1478-1501
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