Romance de la Jura de Santa Gadea
El testamento de Fernando I (1035-1065) dividió su reino entre sus hijos: Castilla, para Sancho; León, para Alfonso; Galicia, para García; y la ciudad de Zamora, para Urraca.
Sancho, el mayor, no aceptó el testamento paterno. El primer vencido fue García, que vivió muchos años en prisión. Alfonso perdió León y tuvo que desterrarse a la corte mora de Toledo. Sólo le quedaba a Sancho recuperar Zamora para apoderarse de todos los estados que fueron de su padre; pero, en el cerco a esta ciudad, encontraría la muerte a manos del traidor Vellido Dolfos.
Urraca mandó cartas a Toledo para que Alfonso volviese a Zamora para recibir los reinos vacantes por la muerte de Sancho II. Leoneses, asturianos, gallegos y portugueses, recibieron como rey a Alfonso VI (1072-1109); pero los castellanos no querían aceptarlo sin que antes jurase no haber tenido parte en la muerte de Sancho II.
Sin embargo, llegado el momento, los castellanos prefieren congraciarse con el nuevo rey; sólo el Cid se atreve a tomarle juramento.
Argumentalmente, el Romance de la Jura de Santa Gadea no guarda relación con el Poema de Mio Cid, cuyo protagonista mantiene una actitud muy distinta en su relación con Alfonso VI.
Aquí escuchamos el romance recitado por el actor Manuel Dicenta:
En Santa Gadea de Burgos,
do juran los fijosdalgo,
allí le toma la jura1
el Cid al rey castellano.
Las juras2 eran tan fuertes
que a todos ponen espanto;
sobre un cerrojo de hierro
y una ballesta de palo.
-Villanos mátente, Alfonso,
villanos, que non fidalgos;
de las Asturias de Oviedo,
que no sean castellanos.
Mátente con aguijadas3,
no con lanzas ni con dardos,
con cuchillos cachicuernos4,
no con puñales dorados;
abarcas5 traigan calzadas,
que non zapatos con lazos;
traigan capas aguaderas6,
no de contray ni frisado7;
con camisones de estopa8,
non de holanda ni labrados9;
vayan cabalgando en burras,
non en mulas ni caballos;
frenos traigan de cordel,
non de cueros fogueados.
Mátente por las aradas,
non por villas ni poblados;
y sáquente el corazón
por el siniestro costado,
si non dijeres verdad
de lo que te es preguntado:
si fuiste ni consentiste
en la muerte de tu hermano.
Jurado tiene el buen rey
que en tal caso no es hallado;
pero con voz alterada
dijo muy mal enojado:
-Cid, hoy me tomas la jura;
después besarme has la mano.
Respondiérale Rodrigo,
de esta manera ha fablado:
-Por besar mano de rey
no me tengo por honrado;
porque la besó mi padre
me tengo por afrentado.
-¡Vete de mis tierras, Cid,
mal caballero probado,
y no me estés más en ellas
desde este día en un año!
-Pláceme -dijo el buen Cid-,
pláceme -dijo- de grado,
por ser la primera cosa
que mandas en tu reinado.
Tú me destierras por uno,
yo me destierro por cuatro.
Ya se despide el buen Cid
sin al rey besar la mano,
con trescientos caballeros,
esforzados fijosdalgo.
Todos son hombres mancebos,
ninguno hay viejo ni cano;
todos llevan lanza en puño,
con el hierro acicalado10,
y llevan sendas adargas11
con borlas12 de colorado.
(1) Juramento. (2) Términos del juramento. (3) Varas con puntas de hierro. (4) Con mangos –cachas- de cuerno. (5) Calzado rústico. (6) Capas rústicas para protegerse de la lluvia. (7) Tejidos nobles. (8) Tela burda. (9) Bordados. (10) Limpio y afilado. (11) Escudos de cuero. (12) Conjunto de hebras, hilos o cordoncillos que, sujetos y reunidos por su mitad o por uno de sus cabos en una especie de botón y sueltos por el otro o por ambos, penden en forma de cilindro o se esparcen en forma de media bola.
Referencia de vídeos:
"Poema de Mio Cid - La Jura de Santa Gadea": https://www.youtube.com/watch?v=cIZwKoeG3q0