Lamento amoroso por la ausencia del amado
El lamento amoroso de una muchacha escuchado por su madre es una de las situaciones más frecuentes de la lírica tradicional. Luis de Góngora (1561-1627) la retoma en la letrilla "Llorad, corazón, / que tenéis razón", en la que la madre deja de ser la habitual confidente muda para suplicar a su hija que cese su llanto, algo que el sufrimiento de la chica convierte en inviable.
Lloraba la niña
(y tenía razón)
la prolija1 ausencia
de su ingrato amor.
Dejola tan niña,
que apenas creo yo
que tenía los años
que ha2 que la dejó.
Llorando la ausencia
del galán traidor,
la halla la Luna
y la deja el Sol,
añadiendo siempre
pasión a pasión,
memoria a memoria,
dolor a dolor.
Llorad, corazón,
que tenéis razón.
Dícele su madre:
-Hija, por mi amor,
que se acabe el llanto,
o me acabe3 yo.
Ella le responde:
-No podrá ser, no:
las causas son muchas,
los ojos son dos.
Satisfagan, madre,
tanta sinrazón,
y lágrimas lloren
en esta ocasión,
tantas como dellos
un tiempo tiró
flechas amorosas
el arquero dios4.
Ya no canto, madre,
y si canto yo,
muy tristes endechas5
mis canciones son;
porque el que se fue,
con lo que llevó,
se dejó el silencio,
y llevó la voz.
Llorad, corazón,
que tenéis razón.
(1) Extensa, larga. (2) Hace. (3) Me muera. (4) El dios Amor, que se le representa como un niño con los ojos vendados y lanzando flechas para provocar el amor. (5) Canciones tristes.
Paco Ibáñez compuso una conocida versión de esta letrilla:
Referencia de vídeo:
"Lloraba la niña. Paco Ibáñez - Poema de Luis de Góngora": https://www.youtube.com/watch?v=tix0uC8ucPc