"Educar es ayudar a los niños a saber como proceder de forma independiente, de modo que su curiosidad natural les pueda servir para entender cosas sobre el mundo" Chomsky. Esto es lo que un sistema educativo debiera cultivar desde el jardín de infancia hasta el posgrado". (Mora Teruel).
La curiosidad, lo que es diferente y sobresale en el entorno, enciende la emoción. Y con ella, con la emoción, se abren las ventanas de la atención, foco necesario para la creación de conocimiento. Dirijamos la educación, como una llave, que permita abrir la mente de los niños a su natural impulso "curioso" y con ello les lleve a conocer cosas "nuevas" y alcanzar con el tiempo su propia valoración y realización personal, siempre diferente a la de cualquier otro ser humano. ( Mora Teruel )
"El estudio y, en general, la búsqueda de la verdad y la belleza conforman un área donde podemos seguir siendo niños toda la vida" Einstein
“La curiosidad se nutre de dos emociones básicas: una es la sorpresa, la capacidad de maravillarnos ante lo que no conocemos; y otra, la alegría porque nos transmite confianza, que es muy importante. Si no confiamos en nosotros mismos ni en los demás, ¿cómo vamos a dejarnos llevar por nuestra curiosidad y enfrentarnos a cosas que no conocemos? David Bueno
"Se trata, por lo tanto, de estimular la curiosidad, de mantenerla en nuestros hijos y alumnos, lo que implica también que nosotros tengamos que ser curiosos. Y es de esta curiosidad que nace el método científico, como una forma metódica, ordenada y racional de satisfacerla. Y no solo eso, sino que también promueve la reflexión, la creatividad y la innovación, cualidades que siempre resultan útiles y muy necesarias" David Bueno
Sorpresa y la curiosidad, que como todas las demás emociones se generan en la amígdala, activan rápidamente el tálamo, qué es el centro de la atención y establece el umbral de conciencia. además también ponen en marcha los circuitos de motivación, que aparte de aportar más energía metabólica al cerebro, genera sensaciones placenteras y de recompensa. por eso cuando hacemos algo motivados, aunque puede que al final ni siquiera nos quede muy logrado, lo sentimos mucho más feliz que cuando lo hacemos obligados. L
La sorpresa y la curiosidad estimulan la proactividad, la capacidad transformadora y, de, la voluntad de persistir. A través de la curiosidad la sorpresa y la alegría se contribuye a formar personas que se sienten más seguras y confiadas, con más capacidad reflexiva y transformadora, más proactivas ante los cambios e incertidumbres, y con la flexibilidad cognitiva. y, por tanto, más persistente, desarrollando una mentalidad de crecimiento, que te permite utilizar los problemas como fuentes de nuevo aprendizaje. Una manera fácil de identificar qué mentalidad tiene una persona es preguntarle por ejemplo qué situaciones hacen que se sienta más inteligente. Hay personas que contestan que se sienten inteligentes cuando no cometen errores, cuando hacen el trabajo de forma rápida y correcta, o cuando algo les resulta fácil a pesar de que a otras personas les cuesta mucho. Estás respuestas son indicadores de una mentalidad fija. En cambio las personas que poseen una mentalidad de crecimiento dicen que se sienten inteligentes cuando se enfrentan a retos difíciles de los que obtienen algún aprendizaje. Está mentalidad hace que los errores no sean un final, sino el principio de un nuevo aprendizaje, y eso favorece que los cambios y las incertidumbres no se perciban como una amenaza, sino como una oportunidad que debe valorarse.(Bueno, 2021:192-194).
Los seres humanos somos curiosos por naturaleza y ello ha garantizado la supervivencia de la especie. Nuestro cerebro asociativo está continuamente haciendo predicciones y cuando ocurren sucesos inesperados se libera dopamina, un neurotransmisor vinculado a la motivación que garantiza el aprendizaje. Conocer el mundo que nos rodea consiste en mantener viva la curiosidad que, por ejemplo, muestran los niños en los primeros años a través de sus incesantes preguntas (“¿por qué…?”). Lamentablemente, con el paso de los años, las ansias por conocer, descubrir o cuestionar que manifestaban muchos de esos niños en el aula tiempo atrás se va difuminando y dejan de preguntar. ¿Está ello relacionado con el hecho de que en los primeros años enseñamos a los niños mientras que en la adolescencia se les enseña asignaturas? ¿Quién ha de preguntar más, el profesor o el alumno? ¿Qué tipo de preguntas facilitan la reflexión y el aprendizaje? ¿Qué es más importante, la pregunta o la respuesta? Muchas preguntas con muchas respuestas que, tal como ocurre en la práctica cotidiana en el aula, nos permiten descubrir y disfrutar el aprendizaje manteniendo nuestro cerebro activo. (Jesús Guillén)
Las preguntas, las podemos, o nos las podemos, formular a través de la comunicación interpersonal y intrapersonal (el pensamiento). Y a su vez la comunicación, sabemos que tiene un contenido y un contexto, y que el contexto tiene mucho más peso emocional que el contenido. Por lo tanto ¡Cuidado! con cómo expresamos gestualmente y damos tono, al contenido, porque marcará emocionalmente en un sentido o en otro también las preguntas y el camino neurobiológico generado.
En cuanto a las preguntas abiertas, es simple. Son preguntas que predisponen a la reflexión de la respuesta, no se pueden responder únicamente con un "sí" o con un "no", predisponen a respuestas argumentativas, que defenderán la idea u opinión sobre lo que nos preguntamos o preguntamos; tienen en cuenta la opinión ajena, yo las llamo "respetuosas" suelen predisponer al diálogo, su inicio suele ser:
.- ¿Qué opinas sobre... ?
.- ¿Cómo llegas a esta conclusión?
.- ¿Qué te parece que hagamos esta semana en...?
.- ¿Cómo abordarías este tema para que se entienda...?
Dependiendo del tono y expresión gestual, que les imprimimos se vivirán sin embargo con una u otra valencia. El efecto que produce en nosotros la valoración de la valencia (+ o - ) de lo que percibimos, ya sea a través de la comunicación, de los pensamientos, de los comportamientos... produce consecuencias neurobiológicas en coherencia. Si es +, estimulamos centros de recompensa, si es -, y sobre todo si se mantiene en el tiempo, creamos un bucle de sobreproducción de cortisol. (Rosa Casafont)
Preguntas en el aula
Los retos, las cuestiones provocativas o las investigaciones que parten de preguntas motivadoras son excelentes formas de activar el cerebro de los alumnos. Los buenos profesores saben formular preguntas ingeniosas que orientan e implican a los alumnos en el proceso de aprendizaje y que fomentan la necesaria reflexión. Las investigaciones de John Hattie (2009) muestran la importancia de las preguntas para facilitar el feedback durante las tareas o mejorar la comprensión de los contenidos, aunque resaltan que las preguntas formuladas por los propios alumnos y su correspondiente análisis son más importantes incluso que las planteadas por el profesor. Uno de los objetivos principales de preguntar a los alumnos debería ser el de mejorar su hábito de cuestionarse las cosas y plantearse nuevas preguntas y retos.
"La experiencia emocional de la curiosidad mejora el estado de ánimo, la estimulación de la creatividad, la percepción de control, el disfrute, la perseverancia y la fluidez en la toma de decisiones, según Todd Kashdan"
"Enseñar exige curiosidad" como decía Paulo Freire, es la piedra fundamental del ser humano; aquella que genera el movimiento hacia el conocimiento extrínseco y al conocimiento de sí mismo". (Cátedra Neuroeducación UB)
"Daniel E. Berlyne entiende la curiosidad como un estado motivacional persistente que lleva al comportamiento exploratorio. En los seres vivos existe una energía que impulsa a la búsqueda por el placer del conocimiento o del disfrute" (Cátedra Neuroeducación UB)