Cristina Peri Rossi
La bacante

Allí, escondida en las habitaciones.

Ah, conozco sus gestos antiguos

la belleza de los muebles

el perfume que flota en su sofá

y su ira

que despedaza algunas porcelanas.

Husmea las flores encarnadas

las estruja nerviosamente

-esa belleza la provoca-

las rasga las lanza lejos

caen los doseles sobre el lecho

se pasea febril por las habitaciones

está desnuda y nada la sacia

abre cajones sin sentido

enciende el fuego en la chimenea

regaña a las criadas

y al fin temible, con el hocico temblando,

se echa desnuda en el sofá,

abre las piernas

se palpa los senos de lengua húmeda

mece las caderas

golpea con las nalgas en el asiento

ruge, en el espasmo.