Cristina Peri Rossi
Escorado

Mirándola dormir

dejé que el barco se inclinara

lentamente hacia un costado

precisamente el costado

sobre el que ella dormía

apoyando apenas la mejilla izquierda

el ojo azul

la pena negra de los sueños

y por verla dormir

me olvidé de maniobrar

pensando en las palabras de un poema

que todavía no se ha escrito

y por ello

era el mejor de todos los poemas

tan sereno

tan sutil como su piel de mujer casi dormida

casi despierta,

tan perfecto como su presencia inaccesible

sobre la cama,

proximidad engañosa de contemplarla

como si realmente pudiera poseerla

allá en una zona transparente

donde no llegan las sílabas orando

ni el clamor de las miradas

que quieren acercarse

en la falsa hipócrita intimidad de los sueños.