Cristina Peri Rossi
Auto de fe

Con voces inmisericordes

 

Con coros báquicos y aleluyas

 

Con palacios destruidos cuyas ruinas soberbias admiramos

 

Con espacios blancos donde flotan irreales

barcos hundidos

 

Con una corte de princesas de tarot

y espadas de cartón para los juegos de la tarde

 

Con la fuerza del Antiguo Testamento

cuyos apocalípticos pecados

son siempre más intensos

que los mediocres desacatos del presente

 

Con las herejías ebrias de fe

de los hijos rebeldes de la Iglesia

 

Con fantasías nocturnas llenas de presentimientos

 

Con los presagios de los sueños

y de las hojas de los tréboles

 

Con la turbia mirada de los ocelotes en celo

 

Con esta sujeción al deseo

llamada –otro sí– abnegación

                                      Sin ninguna simplicidad

                                                                       Te amo.