La Biblia: Adán y Eva

Fotograma de la serie de televisión Los Simpson

En un itinerario que trata el tema del castigo en la literatura, es inevitable empezar por uno de los textos fundacionales de la cultura Occidental, la Biblia. Y, además, hacerlo por el principio: con la creación del ser humano y el llamado "pecado original", que dará lugar al primer y fulminante castigo de Dios sobre la Humanidad.

Lo cierto es que, más allá de su presencia en los libros sagrados de las tres grandes religiones monoteístas la Biblia, el Corán, la Torá , todas estas historias han dejado una huella enorme en multitud de manifestaciones artísticas: pintura, escultura, literatura, cine, etc. Incluso, también, en nuestra lengua coloquial, en expresiones que utilizamos con frecuencia aun sin saber de dónde vienen: fruto prohibido, vacas flacas, el diluvio universal, las siete plagas, venderse por un plato de lentejas, la torre de Babel, Sodoma y Gomorra... 

La Biblia consta de dos partes: el Antiguo Testamento (previo al nacimiento de Cristo) y el Nuevo Testamento (que empieza con el nacimiento de Jesucristo). El Antiguo Testamento incluye a su vez varios libros. El primero de ellos es el Génesis, que se abre con el mito de la creación del mundo. Al Génesis pertenece también el mito de Adán y Eva, que es el que leeremos a continuación. 

¿Quién escribió el Génesis? ¿Cuándo? Sabemos muy poco. La investigación apunta a que es obra de tres autores quizá uno de ellos, una mujer , y que probablemente se fue escribiendo entre los siglos X y V antes de Cristo.

Lectura

El fragmento que ofrecemos a continuación está sacado de una edición reciente (Blackie Books, 2021). El ser creador aparece nombrado, indistintamente, como Yahvé, Elohim, o Yahvé Elohim.

La serpiente, que era el animal más astuto de todos los que había creado Yahvé Elohim, le dijo a la mujer:

— ¿Así que Elohim ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?

Y la mujer le contestó:

— Podemos comer del fruto de los árboles del jardín, pero del fruto del árbol que está en el centro del jardín ha dicho Elohim que no comamos ni lo toquemos, para que no muramos.

Y la serpiente le respondió a la mujer:

— ¡Qué va! ¡No moriréis! Es que Elohim sabe que el día que comáis de él se os abrirán los ojos, y seréis como dioses, conocedores del bien y el mal.

Y viendo la mujer que el árbol era bueno para comer, agradable a la vista y apetecible para alcanzar la sabiduría, tomó su fruto y lo comió, y le dio también a su hombre, y comió con ella. En ese momento se les abrieron los ojos y supieron que estaban desnudos, así que ataron unas hojas de higuera y se hicieron un ceñidor.

Entonces, el hombre y la mujer escucharon a Yahvé Elohim paseando por el jardín a la brisa de la mañana, y se ocultaron de su vista entre los árboles del jardín. Pero Yahvé Elohim llamó al hombre y le dijo:

— ¿Dónde estás?

Y él contestó:

—He escuchado tu voz en el jardín y he tenido miedo porque estaba desnudo, así que me he escondido.

Y le respondió:

— ¿Quién te ha enseñado que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol que te prohibí comer?

El hombre replicó:

—La mujer que me diste como compañera me dio el fruto del árbol y comí.

Y Yahvé Elohim le dijo a la mujer:

—¿Qué has hecho?

Y la mujer respondió:

—La serpiente me ha seducido y he comido.

Entonces Yahvé Elohim le dijo a la serpiente:

— Por esto que has hecho, maldita seas entre todo el ganado y entre todos los animales salvajes. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre la mujer y tú, y entre tu descendencia y la suya; su linaje te aplastará la cabeza y tú le morderás el talón.

A continuación le dijo a la mujer:

— Multiplicaré enormemente tus sufrimientos durante tus embarazos; darás a luz hijos con sufrimiento; a pesar de ello, desearás estar con tu hombre, y él te dominará.

Por último, le dijo al hombre:

— Puesto que has escuchado la voz de tu mujer y has comido del fruto del árbol del que te prohibí comer, la tierra será maldita por tu causa, te alimentarás de ella con esfuerzo todos los días de tu vida. Te crecerán espinas y abrojos, y comerás hierbas del campo. Te ganarás el pan con el sudor de tu rostro hasta tu regreso a la tierra, porque de ella fuiste tomado, y es que eres polvo y al polvo regresarás.

El hombre le puso a la mujer el nombre de Eva, porque ella sería la madre de toda la vida.

Luego, Yahvé Elohim fabricó para el hombre y su mujer unas túnicas de pie y los vistió.

Y Yahvé Elohim se dijo a sí mismo:

«Ahora el hombre es como uno de nosotros, conocedor del árbol del conocimiento. No vaya a ser lo siguiente que alargue su mano para tomar también el fruto del árbol de la vida y, después de comerlo, viva para siempre».

Así pues, Yahveh Elohim lo expulsó del jardín del Edén para que trabajase la tierra de la que había sido tomado. Después de expulsar al hombre, colocó al oriente del jardín del Edén a los querubines con una espada de filo ardiente para guardar el camino que conducía hasta el árbol de la vida.

Cuestiones para el coloquio

2. El texto está narrado en tercera persona. Cuando esto ocurre, el narrador puede colocarse en una posición externa a los hechos, y narrar solo lo que una cámara podría filmar (narrador testigo), o en una posición interna, y meterse en la cabeza de todos los personajes, e incluso decirnos lo que él mismo piensa de cada uno (narrador omnisciente). ¿Cuál es la posición del narrador en este relato, externa o interna? ¿Toma partido por algún personaje? ¿Nos da su opinión en algún momento? La impresión que le da al lector, ¿es la de que el castigo le parece justo o injusto? ¿Por qué lo pensáis? 

3. Este mito es reflejo y, a la vez, modelo de lo que en muchas culturas se entiende que son los roles diferenciados de hombres y mujeres y de las relaciones entre ellos. 

Actividades

Contrapuntos

El mito de Adán y Eva en el arte y en la publicidad

El mito de Adán y Eva ha sido recreado infinidad de veces. Basta asomarnos a la historia de la pintura para constatarlo. Podéis verlo en los cuadros de El Bosco, Miguel Ángel, Rubens y Othon Friesz que reproducimos aquí debajo. ¿Cuál os gusta más? ¿Sois capaces de encontrar a Adán y Eva en el primero?

Adán y Eva, de Rubens (1628-1629), copia de Tiziano. Museo del Prado.

Temptation, Adam and Eve, de Othon Friesz (1910). Museo del Hermitage

Popol Vuh

La princesa Ixquic, de Roberto González Goyri 

El mito del fruto prohibido, la transgresión por parte de una mujer y el castigo ulterior son elementos recurrentes en muchas culturas. 

Os enlazamos aquí una presentación y un fragmento del Popol Vuh, libro que recoge los mitos y leyendas de los indios mayas, el antiguo pueblo Quiché de Guatemala. En él, la princesa Ixquic desafía la prohibición formulada por su padre de comer el fruto del árbol de las calaveras.

¡La comparación con el mito de Adán y Eva es inevitable!