Presentación para el alumnado

Para alguien como yo es una sensación muy extraña escribir un diario. No sólo porque nunca he escrito, sino porque me da la impresión de que más tarde ni a mí ni a ninguna otra persona le interesarán las confidencias de una colegiala de trece años. Pero eso en realidad da igual, tengo ganas de escribir y mucho más aún de desahogarme y sacarme de una vez unas cuantas espinas.

Salimos de Dansha hacia Wereta en un autobús lleno hasta los topes donde hacía mucho calor y apestaba a sudor. El aire era denso, costaba respirar. La carretera de tierra seca era estrecha y cada vez que nos cruzábamos con otro vehículo parecía que nos íbamos a salir de ella. Había muchos baches y el conductor se veía obligado a frenar constantemente para esquivarlos y evitar volcar. El autobús se movía como un barco en medio del océano durante una tormenta. Yo iba sentada al lado de la ventana, con mi hermano pequeño en el regazo; tenía siete años y él tres, pero no me pesaba nada.

Querido Dios:

        Tengo catorce años. Soy He sido siempre buena. Se me ocurre que, a lo mejor, podrías hacerme alguna señal que me aclare lo que me está pasando.

La otra primavera, poco después de nacer Lucious, los oía trajinar. Él le tiraba del brazo, y ella decía: Aún es pronto, Fonso. Aún no estoy bien. Él la dejaba en paz, pero a la otra semana, vuelta a tirarle del brazo. Y ella decía: No puedo. ¿Es que no ves que estoy medio muerta? Y todas esas criaturas.


 

Ella se había ido a Macon, a que la viera la hermana doctora, y me dejó al cuidado de los pequeños. Él no me dijo ni una palabra amable. Solo: Eso que tu mamá no quiere hacer vas a hacerlo tú. Y me puso en la cadera esa cosa y empezó a moverla y me agarró los pechos y me metía la cosa por abajo y, cuando yo grité, él me apretó el cuello y me dijo: Calla y empieza a acostumbrarte.

Pero no me he acostumbrado. Y ahora me pongo mala cada vez que tengo que guisar. Mi mamá anda preocupada, y no hace más que mirarme, pero ya está más contenta porque él la deja tranquila. Pero está demasiado enferma y me parece que no durará mucho.

2. Ante las narraciones en primera persona resulta inevitable preguntarse qué hay de verdad y qué de ficción en lo que ese "yo" nos cuenta. Cuánto de sí mismo ha puesto el autor o la autora del libro. Por ello, antes de adentrarnos en la lectura de los libros seleccionados, os invitamos a hacer una pequeña investigación sobre las autoras de los libros que integran este itinerario

Ej. Soy Ana Frank. Tengo trece años...