En el centro de Hervás se encuentra un viejo caserón que llama la atención de quienes pasan por allí. Es conocido por los vecinos con el nombre de La Casa del Miedo. Desde que el Sol se pone hasta que amanece, se oyen en la casa ruidos extraños, gritos, gemidos, chirridos e incluso el arrastrar de gruesas cadenas. Este caserón perteneció a la orden religiosa de los Trinitarios y pudo ser cárcel del Santo Oficio de la Inquisición. Puede que allí se realizaran multitud de torturas y ejecuciones de judíos conversos. Nadie se atrevía a pasar por allí. Aprovechando el miedo de los lugareños, un astuto contrabandista utilizó la temida casa como almacén de sus mercancías.
Fueron propietarios de la Casa del Miedo, utilizándola como cárcel para judíos conversos.
Utiliza la Casa del Miedo como almacén para sus productos, obtenidos de manera ilícita. Hacía ruidos espeluznantes durante la noche para mantener el miedo de los vecinos y evitar que algún curioso se acercase.