Un rey tenía en el jardín de su palacio un manzano que daba manzanas de oro. Desde hacía algún tiempo notaba que cada día le faltaba una y no sabía quién se las quitaba. Mandó vigilar las manzanas pero seguían desapareciendo. Pensó que sus tres hijos serían los mejores guardianes. La primera noche se quedó vigilando el mayor, pero le venció el sueño, al igual que le ocurrió a su hermano mediano al día siguiente. Sin embargo, el pequeño logró mantenerse despierto y vio que un pájaro de luz se comió una manzana de oro. A la mañana siguiente informó a su padre de lo sucedido y este mandó a sus hijos buscar el pájaro de luz. Recompensaría al que se lo trajera haciéndolo heredero de la corona. Los tres se marcharon juntos si bien sus caminos se separaron en la primera encrucijada. El más joven deberá superar diferentes pruebas y vencer así el encantamiento al que estaba sometida una princesa oculta tras el ave. De este modo el rey cumplió su promesa recompensando a su hijo con el reino.