Un viejo vivía con sus tres hijas, Constanza, Lucía y Rosalía, en un valle. Cada una se encontraba realizando sus labores cuando unos moros que andaban por allí les quemaron la casa, las ataron y se las llevaron cautivas. Por más que lloró el pobre padre, de nada le sirvió. En su cautiverio servían a una buena mujer mora. Un día que Rosalía iba a la fuente a por agua se encontró con su padre, que llevaba tiempo buscándolas. Cuando se lo contó a sus hermanas, estas rompieron a llorar. Al oírlas el moro, las encerró en una mazmorra. La mora buena las liberó, se las devolvió a su padre y se marchó con ellos al valle, donde se volvió cristiana y ejerció de madre de las tres chicas.
Fue secuestrada junto a sus hermanas por los moros.
Los moros la secuestraron junto a sus hermanas mientras realizaba sus labores.
Sufrió el secuestro por parte de los moros junto a sus hermanas. En una de sus salidas a la fuente, descubrió que su padre había ido a buscarlas.
Secuestra a las tres pobres chicas y las encierra en una mazmorra al oírlas llorar.
Trata muy bien a las tres pobres chicas. Las libera y huye con ellas.
Padre de Constanza, Lucía y Rosalía. A pesar de que no pudo evitar que las secuestraran los moros, se armó de valor y fue a rescatarlas a la morería.