Las decisiones que se plasman en la propuesta curricular para la orientación ciencias naturales tienden a organizar la formación de las personas jóvenes, adultas y adultas mayores en torno a problemáticas que atraviesan su vida cotidiana. Estas ofrecen una gran oportunidad para cargar de sentido el abordaje de algunos conocimientos de las ciencias de la naturaleza que permiten explicar y describir con mayor precisión el entramado de relaciones que conforman las situaciones emergentes. De esta manera, el trabajo didáctico sobre los conocimientos básicos seleccionados habilita la construcción de justificaciones y argumentaciones (Jorba et.al, 2000), progresivamente más complejas, sobre las decisiones personales y comunitarias orientadas a armonizar las relaciones entre las poblaciones, el ambiente y el desarrollo (Ley N° 27.261/22), en orden a buscar alternativas superadoras para todas y todos.
Al interior de toda la propuesta curricular, y en cada módulo, se establece una trama de sentido desde la perspectiva de la educación ambiental integral (Ley Nº 27.621/21), haciendo visibles las relaciones de mutua influencia entre los factores naturales, sociales y culturales en el marco del desarrollo sustentable [ODS 2030] Esto atraviesa la formación durante toda la trayectoria. De este modo, las interacciones entre culturas, conocimientos y estrategias, combinando prácticas educativas adecuadas a las personas jóvenes, adultas y adultas mayores, favorecen el desarrollo de una acción comprometida por parte de las y los estudiantes como ciudadanas y ciudadanos críticos de la realidad (Rodríguez, 2013).