Jorge Oyhenart, Investigador Independiente de CONICET y Profesor Adjunto de la FCEyN, UNLPam.
La pandemia de covid19 ayudó a vulgarizar algunas ideas que desde hace mucho tiempo forman parte del conocimiento. La más importante sostiene que una vacuna puede ayudar a controlar una enfermedad infecciosa. Todavía puede cuestionarse la autorización indebida, el uso inapropiado o la eficacia de ciertas vacunas, incluso pueden justificarse razones que motivan la existencia de movimientos anti-vacunas. Sin embargo, casi todos comprendemos que algunas vacunas constituyen la estrategia mas importante para el control de enfermedades causadas por algunos microorganismos.
Otra idea que predomina desde la pandemia sostiene que no es posible impedir la diseminación de un patógeno basándonos únicamente en el diagnóstico y la exclusión de positivos. Por más empeño que se ponga en el desarrollo de una técnica diagnóstica y en el confinamiento general o particular, siempre habrá portadores que guardan y diseminan un agente infeccioso. No es posible detectar el 100 % de portadores de infección.
Gran parte de la población sabe hoy que el diagnóstico de algunos microorganismos puede hacerse mediante diferentes procedimientos. Pocos saben cómo se realiza, y no hay razones para que lo hagan, pero muchos han incluido términos como PCR, pruebas rápidas o tests rápidos, pruebas moleculares y pruebas inmunológicas en su vocabulario. Hoy no sólo sabemos que hay varias estrategias diagnósticas, sino también que podemos elegir entre ellas basándonos en distintos criterios. Cuánto tiempo debemos esperar hasta tener el resultado, cuán seguro será ese resultado, cuál es su costo, son algunas de esas preguntas. Algunas personas bien informadas pueden escoger entre algunas opciones que se ofrecen, sin ayuda. Otras han comprendido también, que ninguna estrategia diagnóstica, ni la más costosa, ni la más reciente, ni aquella disponible en el mejor laboratorio o usada por el profesional más destacado, permiten detectar a cada individuo infectado. Esto es, cada técnica se presenta con una probabilidad de dar un resultado “falso negativo”.
La utilización masiva de pruebas diagnósticas ha ayudado a visibilizar otro aspecto del diagnóstico, la posibilidad de obtener resultados “falsos positivos”. Durante la pandemia se evaluaron muchos individuos sanos y gran cantidad de ellos obtuvieron resultados positivos. A pesar de ese resultado, muchos individuos positivos no enfermaron. En un momento fue conveniente, e incorrecto, transmitir el concepto de “portadores sanos”. En el rastreo de ésta, como de otras infecciones, es usual que un número mas o menos grande de positivos no enfermen. Ahora, parte de esos positivos son realmente portadores sanos (no enferman, aunque sus resultados positivos pueden confirmarse) y parte de ellos son falsos positivos (no son portadores). Durante la pandemia no debían confirmarse los resultados positivos para demostrar que un positivo era realmente positivo. Sin embargo, algunos individuos repitieron el test y encontraron que una técnica diagnóstica también se presenta con un riesgo de dar resultados “falsos positivos”.
Los dos errores mencionados, falsos negativos y falsos positivos, pueden medirse y definen la certeza de una técnica diagnóstica. No hay una medida mas importante que otra. Las circunstancias pueden determinar que se escoja una técnica de mayor sensibilidad (pocos falsos negativos) o mayor especificidad (pocos falsos positivos). Su elección también debe considerar las preguntas hechas anteriormente (costo, tiempo para entrega de resultados …..). La opción diagnóstica debe balancear entre el beneficio y el perjuicio, sea este real o potencial.
En salud animal, como en salud humana, el diagnóstico de patógenos en el laboratorio juega un rol importante. Un diagnóstico de laboratorio se usa para determinar una causa de enfermedad y un resultado positivo puede llevar al sacrificio del animal. Más aún, el sacrificio puede extenderse a todo un grupo. Basta con ver las acciones contra la peste aviar, la triquinosis, la brucelosis o la tuberculosis. Estas medidas extremas dependen del microorganismo, de la existencia de vacunas y la disponibilidad de agentes quimioterapéuticos. Raramente se reconoce que se ha sacrificado un grupo de animales porque el diagnóstico arrojó un resultado falso positivo.
Algunos estados imponen que un toro que debe ser importado esté libre de algunos patógenos. Unas pocas regiones imponen que un toro que debe ser transportado a otro establecimiento no sea portador del protozoo responsable de la tricomonosis (Tritrichomonas foetus), que algunos siguen llamando tricomoniasis. Algunos también exigen un diagnóstico negativo de la bacteria que causa la campylobacteriosis genital bovina (Campylobacter fetus venerealis), antiguamente llamada vibriosis. Estas dos enfermedades pueden encontrarse en un rodeo con baja fertilidad pero no es posible distinguirlas de otras producidas por varios microorganismos o de una infertilidad causada por deficiencias nutricionales. Cuando se sospecha una de ellas, se busca el patógeno en el laboratorio.
En nuestro país, la búsqueda de estos dos patógenos no es obligatoria, salvo en La Pampa. El programa de control y erradicación de enfermedades venéreas del bovino obliga a tomar muestras de cada toro reproductor, a hacer diagnósticos para detectar el protozoo responsable de la tricomonosis y la bacteria asociada a la campylobacteriosis, y a sacrificar los toros que tengan un resultado positivo. En el marco de este programa que proyectó un aumento del 15% en la producción de terneros, cada año debe rasparse el prepucio de más de 40.000 toros alojados en unos 5.000 establecimientos y las muestras someterse a diagnósticos de laboratorio. Cada año, desde hace casi dos décadas, deben sacrificarse más de 400 toros con resultados positivos.
Un resultado positivo es falso cuando es cierto que la muestra examinada es negativa. En el rastreo de enfermedades, un falso positivo se reconoce por la imposibilidad de confirmar el resultado. Los resultados del programa de venéreas de La Pampa no consideran la confirmación de positivos. No obstante, cuando pudieron examinarse sirvieron para demostrar que es posible reconocer falsos positivos mediante estudios epidemiológicos.
En un programa de erradicación como el de La Pampa, se espera que el número de campos con resultados positivos se reduzca progresivamente. También es aceptable que, si el diagnóstico se hace con una técnica de baja sensibilidad, deba transcurrir un tiempo hasta identificar a todos los campos infectados. Esto resulta mas complejo cuando los animales censados se transfieren a otros establecimientos, y pueden estar contaminados. A pesar de esa complejidad se ha encontrado evidencia que indica que una gran proporción de los resultados positivos obtenidos en el programa de venéreas son falsos. También resulta evidente que estos resultados impiden saber dónde hay enfermedad.
Las Figuras 1A y 1C muestran que en el rastreo de tricomonosis y de campylobacteriosis bovina en La Pampa, se encuentra cada año una proporción casi constante de toros positivos. También se muestra allí que esos toros se encuentran, cada año, en un número similar de campos.
Figura 1. Resultados positivos acumulados en el diagnóstico de venéreas de la provincia de La Pampa. A) Porcentaje de toros y campos con diagnósticos positivos de Campylobacter fetus (CF). B) Número de campos con diagnósticos positivos de Campylobacter fetus segregados por cohortes-año. La cohorte 2008 de campos con diagnósticos positivos se representa en gris oscuro. En 2008, se identificaron ~400 campos positivos. Una fracción pequeña de campos de esa cohorte 2008 volvió a tener resultados positivos cada año. El número de esos campos se representa en el ancho de la cinta del mismo tono de gris que se extiende hacia la derecha. En 2009, y en todos los años siguientes, se encontraron nuevos campos positivos (tonos de gris cada vez mas claro). Años después siguen surgiendo nuevos positivos, estos representan una mayoría de los campos encontrados positivos cada año, y cada vieja cohorte sigue teniendo algunos positivos. C) Porcentaje de toros (línea sólida) y campos (línea punteada) con diagnósticos positivos de Tritrichomonas foetus (TF). D) Cohortes de campos con diagnósticos positivos de Tritrichomonas foetus.
Nota: aunque los números absolutos en el diagnóstico de los dos patógenos son diferentes (hasta 2019), la estructura y proporciones dentro de cada uno son similares.
Las Figuras 1B y 1D muestran el número de campos con resultados positivos e incorporan algunos detalles. Más de la mitad de los campos que reciben resultados positivos cada año en La Pampa son campos que no habían sido reconocidos anteriormente. En un programa sistemático de esta clase es posible que algunos campos adhieran tardíamente. En La Pampa esto no ocurrió, la mayoría de los campos que conformaron las nuevas cohortes de positivos examinaban sus animales cada año.
Las Figuras 1B y 1D también describen que una proporción baja, y también constante, de los campos de cada cohorte no pueden desprenderse de su etiqueta “positivo”. En el período examinado, más del 80% de los campos con resultados positivos, de cada diagnóstico, no volvieron a tener años con toros positivos (es posible “limpiar” el campo). Sin embargo, casi el 10% volverán a tener resultados positivos, hasta trece años después (es imposible “limpiar” el campo?). Estos resultados, y otros, sugieren que hay falsos positivos. El indicador mas claro de la existencia de falsos positivos está sin embargo en un resultado simple: en La Pampa, la probabilidad de encontrar resultados positivos es mayor en la medida que un campo evalúa más animales. Creer que debemos encontrar más cuando buscamos más, es un principio incorrecto (quizás una deformación profesional) si no se toman las medidas necesarias para descartar el error. No debe haber enfermedad donde buscamos más, sino donde hay enfermedad.
En el diagnóstico de los dos microorganismos considerados en el programa de venéreas de La Pampa, como en el de sars-cov2, puede resultar difícil comprender que una técnica que se anuncia infalible puede dar resultados falsos. En 2018 las autoridades al frente del programa de venéreas anunciaron el cambio del método de detección, dos técnicas diferentes que se reconocían poco sensibles se reemplazarían por una PCR muy sensible. El cambio de técnica no tuvo el efecto deseado. Desde la introducción de la PCR hay tantos toros positivos, campos nuevos positivos y campos repetidores como antes. También pudo observarse una convergencia en la frecuencia de positivos de los dos patógenos, un efecto que ayuda a distinguir falsos positivos atribuibles a las técnicas y falsos positivos ajenos a ellas.
La técnica molecular más empleada, la PCR, puede ser muy sensible, puede ser muy específica y también puede ser económica. A pesar de ello, es posible que un laboratorio no esté preparado para usarla. También es posible que se ponga mucha atención a la técnica y se cometan errores en otros procedimientos que también forman parte del diagnóstico. Pocos laboratorios están totalmente exentos de contaminar muestras de individuos sanos, cambiar números de muestras o escribir positivo en la casilla de una muestra negativa. En el rastreo de venéreas de La Pampa, el error predominante en el diagnóstico de tricomonosis fue diferente del error que plagó el diagnóstico de campylobacterioris hasta 2019. Las inconsistencias diagnósticas alcanzaron algunos años al 62 % de los diagnósticos positivos de tricomonosis y hasta el 74% de los diagnósticos positivos de campylobacteriosis no podrían confirmarse. Desde 2019 no es posible cuantificar ese error, pero otras medidas ayudan a ver que se cometen tantos errores en el diagnóstico de tricomonosis como en el de campylobacteriosis.
En la producción de carne, los gastos veterinarios y la muerte de animales forman parte de una rutina. El control de enfermedades no se cuestiona y el sacrificio de unos pocos animales sanos puede considerarse insignificante. Los falsos positivos obtenidos durante la pandemia tampoco se cuestionaban. Por el bien de todos importaba conocer el número de positivos, no cuántos eran falsos. En ese contexto, algunas personas sanas debieron convivir con otros positivos, y enfermaron, y murieron. El número de muertos era objeto de conversación, pero no era posible saber cuántos morían o se contaminaban por diferentes causas. Hoy resulta irrelevante saber si el 1 %, el 10 % o más de la mitad de los positivos eran falsos. Hoy no es posible saber si algunos métodos diagnósticos, tratamientos y vacunas contribuyeron a que salgamos de esa situación.
El programa de venéreas de La Pampa no ha podido cumplir el objetivo de aumentar la producción de terneros. Con estas enfermedades es improbable que puede hacerlo algún día. Por el contrario, podría contribuir a conocer mejor estas enfermedades y a buscar soluciones. Identificando correctamente campos infectados pueden evaluarse tratamientos, vacunas y formas de manejo que bien pueden extenderse al control de otras enfermedades.
Información más detallada sobre esta temática puede consultarse en:
https://leyesargentinas.com/norma/141098/resolucion-358-sanidad-animal-programa-de-control-y-erradicacion-de-enfermedades-venereas-en-bovinos-de-la-provincia-de-la-pampa
Oyhenart J. 2024. Origen, desarrollo y resultados del programa de erradicación de enfermedades venéreas del bovino de La Pampa. Editorial de la Universidad Nacional de La Pampa. 218pp.
Oyhenart J. 2024. Positive cases of bovine genital campylobacteriosis and bovine trichomonosis in the eradication program of La Pampa, Argentina: 2008-2021. Trop Anim Health Prod, 56(2): 96.
Oyhenart J. 2022. Cómo no erradicar una enfermedad: Catorce años de control de enfermedades venéreas en La Pampa, Argentina. Amazon Kindle Edition. 143pp.
Oyhenart J. 2020. Retrospective cohort study for the identification of true-positive farms over 12-year of enforced program for Tritrichomonas foetus eradication in La Pampa, Argentine. VPRSR. 22, 100498.
Oyhenart J. 2020. Zero inflated count regression for one year prediction of bovine trichomonosis in a compulsory control plan in La Pampa, Argentine. VPRSR. 20 (2020) 100394.
Oyhenart J. 2019. Major factors associated to persistence of bovine trichomoniasis in a mandatory control plan: A eight year retrospective study in La Pampa, Argentine. VPRSR.18 (2019) 100328.