• El muestreo y el análisis de laboratorio, primeros pasos para cuidar el suelo, un recurso no renovable

Rocío Comas, Profesional Asistente CONICET


El suelo es el sustento de la vida, ya que de él depende la producción de alimentos y fibras, pero también es significativa su participación en muchos procesos vitales para el ser humano como el secuestro de C o la neutralización de sustancias contaminantes, entre muchos otros. Todos estos procesos, de importancia para la sociedad, son conocidos genéricamente como servicios ecosistémicos. Por estas razones, su conservación es esencial.

El primer paso para conocer el suelo, y de esa manera poder definir usos sostenibles del mismo, es su muestreo en el campo. La muestra a extraer debe ser representativa del lote en el cual se encuentra, para lo cual deben tenerse en cuenta diversas variables, como diferencias del relieve (loma-bajo), del tipo de material (arenoso o limoso) o del uso previo, entre muchos otros. En general, se recolecta 1 kilogramo de muestra de los primeros 20 cm de profundidad y, en caso de que ser necesario, se pueden obtener también muestras de mayores profundidades.

Cuando una muestra ingresa al laboratorio se identifica, se seca al aire, se desagrega y se tamiza. Los análisis que se hacen sobre esta muestra son diversos, de acuerdo al objetivo del análisis. Algunas de ellas son color, porosidad, densidad, humedad, textura, estructura, estabilidad, pH, conductividad eléctrica, materia orgánica y diversos elementos nutrientes para las plantas como fósforo o nitrógeno, entre otros. Estas determinaciones son muy precisas y brindan una información muy acabada de las condiciones del suelo.

El color del suelo es indicador de varios procesos, como por ejemplo, niveles de acumulación de materia orgánica, ocurrencia de procesos de oxidación o reducción, o aparición de sales.

La porosidad se refiere al volumen de suelo no ocupado por sólidos. Su importancia reside en que su proporción y su tamaño definen cuánta agua puede almacenar el suelo y la facilidad o dificultad con la que ésta puede circular por el perfil. Estos parámetros determinan cuánta agua tienen disponible las plantas.

La textura o granulometría se define como la proporción de las distintas partículas minerales, que básicamente son arena, limo y arcilla. Su determinación es muy importante porque la textura define la porosidad e, indirectamente, la cantidad de agua disponible para los cultivos, entre otras variables.

El pH (potencial de hidrógeno) indica el grado de acidez o alcalinidad, siendo valores mayores de 7 alcalinos, los cercanos a 7 neutros, y menores a 7 ácidos. El pH del suelo es un indicador de las condiciones que posee la planta para su crecimiento, ya que valores extremos (muy elevados o muy bajos) pueden afectar su crecimiento directa o indirectamente (por ejemplo, disminuyendo la disponibilidad de nutrientes).

La conductividad eléctrica es una medida de la concentración de sales, basada en el aumento que mayores contenidos de las mismas producen sobre la electricidad que puede conducir el suelo. Niveles elevados de sales son perjudiciales para las plantas, ya que producen la denominada "sequía fisiológica", lo que las marchita. Esto ocurre porque las sales retienen el agua que debería absorber la planta.

La materia orgánica es un componente fundamental del suelo, ya que contribuye a mejorar diversas propiedades, como el almacenaje de agua, el contenido de nutrientes para las plantas, entre muchos otros. En el laboratorio se pueden determinar, también, varios elementos considerados esenciales para las plantas como nitrógeno, fósforo o azufre. El laboratorio emite un informe que le permite al usuario decidir fertilizaciones, si fuera necesario.

Un suelo puede o no presentar buenas características físico-químicas, pero aquellas decisiones basadas en datos confiables de laboratorio serán fundamentales para lograr el buen manejo.

La participación en programas de interlaboratorios es imprescindible para que los datos sean comparables e interpretables en todos los laboratorios y por otros usuarios. Estos programas utilizan como protocolo técnico las Normas IRAM-SAGPyA. Al finalizar el estudio estadístico de resultados, cada laboratorio recibe una certificación de su desempeño y aceptación de cada técnica realizada, lo que asegura la calidad y confianza en los resultados obtenidos y la competencia técnica del laboratorio.

Analizamos el suelo para conocer su estado actual, si indagamos más podemos interpretar su historia y si lo gestionamos como recurso se pueden resolver problemas actuales, con prácticas sencillas y eficientes, acordes al lugar que se esté pisando. ¡Pongamos los pies sobre el suelo y a cuidar el recurso hoy!