En un momento determinado, cuando ya habían pasado tres años del comienzo de la construcción, me percaté que si no hacía algo respecto de la cobertura de la estructura para evitar su corrosión, en poco tiempo no me quedaría algo para volar.
Las primeras partes que se van oxidando y al muy poco tiempo de empezar, son todas aquellas donde se ha soldado.
Los tubos de acero poseen una liviana cobertura contra la corrosión que se le introduce de fábrica, este es un solvente que se adhiere a la superficie por medio de un tratamiento simple, no sale a mano. Si se lo quiciera extraer habría que apelar a una amoladora con disco de cerdas de alambre.
Como este tratamiento no perjudica en demasía el proceso de soldadura, nadie lo extrae para soldar ya que se evapora en ese momento. Lo que no se evapora, se combina en la aleación, queda como un contaminante pero en proporciones insignificantes. Prácticamente desaparece.
Esta foto es icónica, no solo porque es una de las últimas en donde me inmortalizo junto con Fede, mi hijo, que cada sábado me acompañaba (aunque llegara a casa ese mismo día sin dormir luego de una noche de fiesta total) a recorrer los 50 Km que nos separaban del lugar donde estábamos construyendo.
Pero, más allá de eso, es interesante ver en el borde a la derecha, aquello que sobresale bastante en la foto por su color naranja amarillento, la evidente oxidación justo en la parte soldada. Incluso el tubo que baja en diagonal se lo observa con varias pintitas anaranjadas.
Hacía muy poco tiempo que habíamos soldado el fuselaje y si los días presentaban mucha humedad ambiente, el proceso de corrosión se potenciaba.
No se puede permitir que el proceso avance indiscriminadamente y por el mismo motivo es una buena idea tapar los tubos que quedan con el agujero a la vista inyectándoles poliuretano expandido.
En algunos textos que he leído de viejas páginas de construcción amateur "yanqui", sobre notas de la "EAA" recomiendan tratar con aceite fundamentalmente las partes soldadas, a esperas de que se termine el proceso constructivo y se pinte. Este tratamiento básico con aceite intenta emular una especie de "pavonado" con el supuesto que pronto se pintará.
Pero esto puede demorar más de lo planificado en el principio, de hecho yo llevo cinco años en el proceso y aún no termino. Si en todo este tiempo no hubiese hecho algo al respecto, sin dudas en este momento tendría un fuselaje color naranja.
Entonces decidí actuar y realizar una cobertura, incluso a sabiendas que iba a arruinarla a futuro ya que aún debía seguir manipulando el fuselaje, soldando cosas y modificando algunas otras.
Por lo tanto, un buen día, luego de averiguar qué poner, opté por fosfatizante.
Observo también que en mucha gente hay cierta confusión respecto de los elementos a usar. El fosfatizante (a base de ácido fosfórico) sirve para eliminar el óxido reinante. El superficial hay que extraerlo valiéndose de algún medio mecánico, luego con el producto (el ácido nítrico al 20% de concentración también hace el trabajo) se acompleja el óxido férrico formando un ión complejo de color blanquecino el cual se observa perfectamente en la imagen. Esto NO OMITE LA FORMACIÓN DE MAS OXIDO. Solo se combina con el que hay en la estructura.
Entonces, como primer paso elimino el óxido con un fosfatizante.
Cuidando el piso cerámico...ya que también lo decolora irreversiblemente. A los pocos minutos, quizás media hora, el producto ya ha actuado y entonces resta pasar por todos los tubos un paño húmedo con agua.
Si, con agua. No se nos va a oxidar nuevamente, es importante eliminar esa sal blanca de la superficie de los tubos. Por otro lado el paño debe estar solo húmedo y no mojado.
Es una buena idea también realizar un último repaso con el paño pero esta vez embebido en etanol o lo que es lo mismo alcohól etílico. El alcohol disuelve el agua y se evapora inmediatamente, secando de este modo el tubo, a la vez, disuelve todo lo que el agua no puede; la grasa.
Una vez hecho esto, el fuselaje nuevamente negro (si todavía tiene la cobertura del gasoil de fábrica) o color acero natural, esta listo para ser tratado por un producto anti óxido.
En ambas imágenes de arriba, el fuselaje íntegro ya se encuentra con su salva cobertura de antióxido.
El producto es el común que se compra en la ferretería. Un dato interesante que puede subsanar la curiosidad de más de uno es el porqué del color anaranjado-rojizo típico de este producto. Pues porque en su formulación posee justamente óxido férrico, es decir, estamos poniendo una buena capa de óxido férrico sobre la superficie del acero tal que el aire no necesite atacar al acero de base. Una especie de engaño ¿no?.
El problema mayor es que no se puede soldar sobre él. Para todo lo que tenga que seguir soldando, me veré obligado a eliminar la parte de la cobertura para hacerlo. Pero, prefiero esto a dejar que toda la estructura se me siga oxidando.
Y como recuerdo haber escuchado que casi inmediatamente después del antióxido hay que dar la pintura final, tomé la pésima decisión no solo de hacerlo, sino que para colmo de males, iría a pintar con pintura epoxi.
La pintura epoxi es excelente para el acero, no dudo de eso. Es molesta para trabajar, pegajosa (justamente es un producto epóxido) si no se encuentra bien diluída es casi imposible de pasar, no fluye. Arruina lo que toca; pinceles y si se usa con pistola y no se la lava perfectamente bien después, queda inutilizada.
Pero, el producto, si se lo utiliza como etapa final, SABIENDO que luego no hay que soldar más nada, lo recomiendo completamente. Porque es una cobertura excelente.
Recuerdo haberme tenido que quedar un día hábil desde las cinco de la tarde hasta las diez de la noche, luego de haber estado trabajando en mi empleo desde las 7 hasta las 16, con el peor humor del universo, pintando los tubos que parecen multiplicarse, a mano con pincel, esperando que la pintura epoxi preparada con su solvente especial, se acabara.
No es posible guardarla ya que se seca y queda inutilizable. El acabado es bueno, el color es a elección, es recomendable, pero no si hay que seguir trabajando en el fuselaje.
Luego de esto, por supuesto la corrosión no pudo con mi fuselaje, pero a medida que iba continuando con el trabajo y cada vez que tenía que realizar una modificación (cosas del diseño que no se completan a tiempo) o simplemente debía continuar con la soldadura de bisagaras para las puertas, diversos herrajes, etc. acudía al cepillo de alambre, extraía la pintura epoxi y el antióxido que se encontraba debajo y procedía a soldar lo que fuera. En un tiempo, el fuselaje era una mezcla de colores y suciedad que no lo soporté a la vista.
Una de las modificaciones que me vi obligado a realizar fue la del techo, dado que la butaca quedaba más elevada, lo que no me molestaba ya que favorece la visual por el parabrisas, el problema era que una persona un poco alta golpearía su cabeza contra los tubos del techo. Por tanto tuve que cambiar la disposición de los tubos allí, hubo que cortar tubos, soldar, extraer la pintura epoxi, etc. También se ve en uno de los tubos del piso (el fuselaje está ubicado de costado) varias partes de color rojo, signo de que se ha extraído el epoxi, se ha soldado algo (en este caso los anclajes para la butaca) y se ha vuelto a pintar con antióxido para desalentar la corrosión. Pronto el fuselaje quedó multicolor y encima, sucio.
No me molestó. Para seguir trabajando estaba bien. Aunque ya había caído en cuenta que la pintura epoxi había estado completamente de más, hubiera podido evitar ponerla, me ahorraba dinero, tiempo y trabajo. Probablemente supuse que me quedaba poco por soldar y no fue así.
Cuando me enteré que tendría la primera inspección por parte de la autoridad competente (ANAC) definí que el fuselaje estaba impresentable de ese modo. Uno lo quiere vestir de fiesta. Así que había llegado el momento de lo peor: Extraer TODA la pintura a pulmón valiéndome de la ayuda de Matias Mendoza Ruíz (con nombre y apellido, porque le debo la vida en lo que me ha ayudado en esto) y con cuatro manos, dos amoladoras y lo que nos demandó seis discos de cerda de alambre, extrajimos íntegramente toda la pintura incluido el antióxido, para posteriormente pintar con un primer que había descubierto hacía poco tiempo atrás.
El magnífico Glasurit
Este magnífico primer tiene muchas bondades.
Se lo utiliza para las carrocerías metálicas vírgenes, tanto de acero como de aluminio, preservándolas de la corrosión previo a la pintura bicapa típica de los automóviles, como se observa es "made in Germany" y posee agregado de varios metales que generan una excelente cobertura, entre ellos; Cromo y molibdeno (¿recuerdan la entrada de "Aceros?")
Por supuesto que no es barato, pero si es lo mejor y así también me lo hizo saber el inspector cuando observó el color del fuselaje y me consultó por el primer. Al mostrárselo me indicó que le parecía excelente.
Claro que esta vez sí me queda poco o nada por soldar!
Entonces nuevamente a quitar la pintura del fuselaje, lo interesante es que, posterior a casi morir intoxicados por inhalación de epoxi (es increíble la polvareda que se levanta) me ocupé de barrer todo el taller el cual quedó en la peor condición posible, pesé toda la pintura hacha polvillo en una balanza y corroboré dos kilos entre antióxido y pintura epoxi extraídos.
Mucho tiempo demandó el desarmado íntegro del fuselaje. Cuando uno cree que no tiene nada hecho, se da cuenta de lo que realmente hizo cuando hay que desarmarlo.
O peor aún volverlo a armar!
En esta imagen, casi hemos terminado de extraer toda la pintura epóxida, excepto algunas partes que son completamente inaccesibles y donde hubiera que haber atacado con un minitorno de mano.
Cosa que no hubiera hecho excepto me amenazaran de muerte, el piso ya limpio luego del desastre que había quedado en el taller al decantar los dos kilos de polvo de epoxi y antióxido que suspendían en el aire. Ahora tocaba tratar la estructura con el nuevo producto.
Y así iba quedando con el primer Glasurit, todavía algunas partes sin pintar ya que se observan negras o color metálico.
Las ventajas:
-Mas lindo sin dudas.
-Se ha pintado con compresor y pistola, por ser menos viscoso y más amigable, por tanto posee un mejor acabado y se trabajó en menos de la mitad del tiempo que con el epoxi.
Y como no pretendo que se me vuelva a ensuciar, cosa inevitable por no poseer un lugar para trabajar de tamaño adecuado y siendo que el uso de la amoladora y demás equipos ocasionan una inminente suciedad, lo he envuelto para regalo. Ahora sí, continúo en paz.
Mati a la izquierda y yo a la derecha, ambos con la remera "Audaz" por supuesto y con los puños que demuestran lo que nos ha costado esto.
¡Gracias Mati, si no hubieras estado, todavía estoy sacando esa maldita pintura!