Fecha de publicación: 09-jun-2012 14:14:53
Alejandro vive en una ciudad dominada por una fábrica de la que depende la economía de todos los habitantes. El ambiente es frío y gris. Pero un día esta situación se ve alterada por la visita de unos seres distintos: los camiones rojos que transportan todos los componentes de un circo. Alejandro, fascinado por los personajes que habitan este otro mundo, se verá conquistado totalmente por su manera distinta de vivir y de comprender la realidad. En especial será Elena, la gitanilla bailaora de flamenco, la que le haga ver que existen otras realidades. Ella le hará ver que tiene otros talentos ocultos, como el de tocar la guitarra española de forma genial. Entre ellos surge una bonita historia de amor adolescente. Elena le pide que, antes de que la vida real (con su fábrica y su tristeza) le absorba por completo, le escriba una canció
n, y ella a cambio le dará un beso. Alejandro decide hacerlo como despedida y ofrecerle su
canción el último día del espectáculo en la ciudad. Pero ese día sus padres le castigan por no haber asistido a clase y le prohíben volver al circo.
Llega el momento: el circo está iluminado, los personajes (las hermanas siamesas, el hombre de tres cabezas, el hombre-perro, los liliputienses….) preparados para la última función, los espectadores expectantes…Todos preparados menos Alejandro, solo y triste en casa. Pero…¡sorpresa!, llega Elena con algunos otros feriantes y una larga escalera para rescatar a Alejandro. De este modo el muchacho podrá actuar en la función, aunque sus padres están entre el público.
Alejandro, en este último espectáculo, cantará y tocará la guitarra de manera magistral ante un público totalmente entregado. Para Elena. Acabada la función, Alejandro estaba asustado ante la posible reacción de sus padres, pero éstos, orgullosos del talento de su hijo, le felicitaron efusivamente. Es entonces cuando Alejandro les revela su verdadero deseo: irse lejos de el ambiente opresivo que causa la fábrica y vivir como realmente quiere: tocando la guitarra y cantando en el circo junto a su Elena.
En mi opinión la obra nos da a entender que no hay que desesperar nunca. La realidad puede ser fea, angustiosa y sin esperanza, pero si no abandonamos nuestros sueños y aprovechamos las oportunidades que la vida nos ofrece, siempre podremos cambiar nuestras circunstancias. En resumen, no debemos darnos por vencidos ni rechazar las Elenas que se nos crucen.
Además del relato, que ya es una maravilla en sí, los estupendos dibujos de Benjamín Lacombe nos muestran con exactitud la realidad oscura que ofrece la fábrica frente al colorido y el exotismo que tr
ae co
nsigo el mundo del circo, como un soplo de aire fresco en la vida de los personajes.
Por Jorge