L. Hambre y penurias

La vida en Alemania

Manifestación de júbilo en Viena en el verano de 1914 ante el comienzo de la guerra. Observense los retratos del káiser alemán Guillermo II (izq.) y del emperador austriaco Francisco José I (derecha)

Al comienzo de la guerra, en 1914, la sociedad alemana estaba experimentando profundos cambios. La unificación llevada a cabo apenas cincuenta años antes, unida al vertiginoso desarrollo económico que había experimentado el país, estaban transformando la vida de millones de alemanes entre los que empezaban a extenderse nuevas ideologías como el socialismo. El Reich no era un Estado democrático pero la vida cultural e intelectual era muy activa y en el Reichtag (Cámara Baja del Parlamento alemán) estaban representadas diversas tendencias políticas.

La decisión de entrar en la guerra fue tomada por el káiser, su gobierno y los altos mandos militares, sin tener en cuenta la opinión del Parlamento. Esto ocasionó las protestas de los miembros del Partido Socialista Alemán (SPD) que se oponían al desarrollo económico de Alemania, a su expansión colonial y a la entrada en la guerra. Destacan algunos de sus dirigentes como Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo.

Sin embargo, en 1914 la masa obrera alemana era proclive a la entrada en la guerra alentada por el orgullo nacional que invadía la sociedad alemana. Y el comienzo de la guerra fue apoyado por multitudinarias manifestaciones en las principales capitales del Reich, igual que estaba ocurriendo en el Imperio Austro-Húngaro. Todo ello a pesar de que la conciencia nacional alemana era muy débil, no había aún himno nacional y la bandera ondeaba en pocos lugares. Pero nada de esto frenó la explosión de patriotismo del verano de 1914 y desde ese momento, los líderes del SPD se mostraron fieles al gobierno y cesaron sus protestas.

Pero la sociedad alemana pronto empezaría a sufrir las consecuencias de la guerra. Si, como vimos anteriormente, las sociedades británica y francesa se transformaron terriblemente ante el esfuerzo bélico, las sociedades de las potencias centrales sufrirían los efectos de la contienda de un modo más duro y cruel.

El bloqueo económico impuesto por Gran Bretaña a Alemania desde finales de 1914 causó estragos en la sociedad germana. Si los aliados sufrían escasez y racionamiento de alimentos, en Alemania la población llegó a morir de hambre. En una situación de guerra como la que se vivía, la imposibilidad de comerciar con países neutrales y de importar alimentos a causa del bloqueo, extendió la miseria y las penurias por el Reich.

Si durante los primeros meses el bloque marítimo no se notó, cuando se consumieron las reservas el hambre empezó a hacer mella en la moral de los alemanes que con tanto júbilo habían recibido el comienzo de la guerra unos años antes. No había alimentos para nadie, incluidos los soldados del frente, así que se recurrió a sustitutivos. Se fabricaron hasta 800 tipos de sucedáneos de salchichas compuestas con sólo un 5% de carne. El resto era agua, sal y verduras.

La desnutrición hizo que se extendiesen enfermedades de todo tipo que provocaron la muerte de cientos de miles de personas. Al final de la guerra, la tasa de mortalidad entre la población civil superaba el 40%, mucho más alta que al comienzo de la guerra. Y eso sucedía lejos de los frentes, en el corazón de Alemania.

Por otra parte, los gobiernos alemán y austro-húngaro se esforzaron en mantener alta la moral de sus ejércitos y de la población en la retaguardia. Igual que hacían los aliados, la censura se convirtió en un eficaz instrumento para impedir que se conociesen las penurias y las calamidades de la guerra. Además surgieron periódicos monográficos sobre la contienda que glorificaban a las tropas alemanas y maldecían a los aliados.

Pero la guerra se estaba alargando demasiado y desde 1917, en diversas ciudades alemanas se celebraron manifestaciones y huelgas obreras para protestar por la escasez de alimentos. Se exigía la paz y se hacían llamamientos a la revolución. Y es que entonces ya se conocían los sucesos que estaban teniendo lugar en Rusia y los socialistas alemanes habían abandonado el apoyo incondicional al gobierno.

En Alemania, numerosos sectores de la sociedad, entre los que se encontraban políticos e intelectuales, pedían en el fin de la guerra. El SPD se dividió y el nuevo Partido Social Democrático Independiente (USPD) llamaba decididamente a una revolución socialista. Los "espartaquistas" (que tomaron el nombre del esclavo que se sublevó contra el Imperio Romano) se unieron al USPD para pedir el fin de la guerra y la revolución. Destacaron de nuevo Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, líderes espartaquistas que encabezaron las protestas contra el emperador. Rosa Luxemburgo murió asesinada en 1919.

La tensión política y social provocó huelgas no sólo en la retaguardia sino también en el frente y en los puertos. Numerosos soldados y marineros, en protesta por las penurias que estaban soportando, se negaron a obedecer las órdenes de sus superiores. Al mismo tiempo, en Austria-Hungría, emergían de nuevo las tensiones étnicas y nacionalistas que acabarían destruyendo el Imperio.

En las ciudades de Bohemia, Moravia, Eslovaquia y Transilvania se protestaba por las destrucciones de la guerra que ya duraba demasiado y se reclamaba el fin de las hostilidades y la independencia. Incluso en Budapest, capital de Hungría, se empezó a plantear la conveniencia de romper el pacto con Austria y diseñar un futuro fuera del Imperio.

En los potencias centrales la población civil vivió duramente la guerra y sus consecuencias provocaron graves tensiones políticas y sociales en Alemania, a las que se sumaron los problemas nacionalistas en Austria-Hungría. El plan británico de "matar de hambre a Alemania" surtió efecto y fue en definitiva la axfisia económica la que quebró el II Reich y el Imperio de los Habsburgos. El hambre y las penurias marcaron el desenlace de la guerra en los Imperio Centrales.

Tropas alemanas desfilando ante la Puerta de Brandemburgo, Berlín, en el verano de 1914.