C. La República de Weimar

Grabado de la sesión de apertura del Parlamento de la República de Weimar (1919)

Tras el hundimiento de la monarquía de los Hohenzollern en noviembre de 1918, el socialdemócrata Friedrich Ebert se hizo cargo de un gobierno provisional en medio de profundas convulsiones sociales y estallidos revolucionarios por toda Alemania. Para evitar que los socialistas proclamasen una república socialistas, el 11 de noviembre Philipp Scheidemann, socialdemócrata, proclamó la República Alemana.

Semanas más tarde, el 19 de enero de 1919, una asamblea nacional reunida en la ciudad de Weimar aprobó una constitución que creaba una república parlamentaria de carácter federal. Sin embargo, la falta de medidas sociales hizo que los movimientos revolucionarios y la izquierda traicionaran al gobierno llamando a convocar manifestaciones y huelgas en todo el país. Las revueltas obreras fueron reprimidas duramente por los Freikorps o "cuerpos francos", que eran grupos de militares voluntarios que volvían de la guerra. En este contexto de graves disturbios, miembros de los Freikorps asesinaron a los dirigentes del Partido Socialista Aleman, Libkenecht y Rosa Luxemburgo.

Mientras tanto, la derecha consideraba una deshonra y una humillación la firma del Tratado de Versalles, que suponía para Alemania la pérdida de numerosos territorios en Europa además de todas las colonias. La tensión política y social en Alemania llego a tal punto que uno de los delegados enviados a firmar el Tratado a Francia, Matthías Erzberger, fue asesinado por extremistas de derechas.

La República de Weimar y los territorios perdidos tras la firma del Tratado de Versalles

En 1920, el monárquico Kapp intentó dar un golpe de Estado o Putsch que fracasó y tres años después, el 9 de noviembre de 1923, un desconocido Adolf Hitler, intentó establecer una dictadura de de derechas con una "marcha hacia el Feldherrnhalle (Ministerio de Guerra de Baviera)" en Múnich. Ambos golpes fracasaron pero el segundo sería una señal de lo que esperaba a Alemania en el futuro.

Mientras tanto, la economía de la República era catastrófica. la guerra había consumido enormes recursos financieros y las potencias vencedoras exigían indemnizaciones desorbitadas. Para evitar la quiebra del Estado el Banco Central de Alemania emitió más dinero lo que ocasionó una inflación galopante que sumió a la población en la miseria.

La situación en 1923 era verdaderamente dramática para Alemania pero entonces, EE.UU. decidió que había llegado el momento de dar un respiro a la joven república. A partir de 1924, la economía germana entró en una etapa de estabilidad gracias a la creación de una nueva moneda y la aplicación del Plan Dawes que dio un respiro a lo alemanes regulando los plazos de las indemnizaciones. A nivel político la República se instaló en una estabilidad aparente y desgraciadamente, transitoria.

En los años 20, Berlín se convirtió en un centro cultural y económico a nivel mundial. El gobierno de la República y sobre todo, el ministro de asuntos exteriores, Stresemann, inició las negociaciones para la reconciliación con las potencias vencedoras. En 1925, el Tratado de Locarno fijó definitivamente las fronteras entre Alemania y Francia. Años después, Alemania fue la primera en reconocer a la URSS, firmando un tratado de amistad y neutralidad; y finalmente fue aceptada en la Sociedad de Naciones, ocupando su puesto en el Consejo de Seguridad.

Sin embargo, tras este aparente progreso se escondía profundas tensiones sociales, políticas y económicas. El sentimiento de humillación y el odio hacia los vencedores de la Gran Guerra emergía con fuerza en importantes sectores de la población. En 1925 fue elegido como Presidente de la República el otrora general de los ejércitos, Paul von Hindemburg, reconocido monárquico. Era una evidencia de las contradicciones sobre las que estaba construyendo el nuevo régimen.

En 1929, la depresión económica mundial tuvo un impacto brutal en Alemania. De nuevo la inflación se disparó, el desempleo aumentó y las finanzas del Estado se resintieron. Las circunstancias económicas, y sus repercusiones sociales, fortalecieron a los enemigos del Estado y desencadenaron la desintegración de la República democrática.

En 1930, el presidente nombró canciller a Henrich Brüning que era responsable sólo ante él y no ante el Parlamento. La política económica de la administración de Brüning dio pésimos resultados y las condiciones de vida de numerosos sectores de la población empeoraron. A principios de 1933, había en Alemania casi seis millones de personas sin trabajo.

Esta situación impulsó a muchos jóvenes a buscar salidas radicales como las que ofrecía un partido radical y minoritario hasta entonces, el Partido Nacionalsocialistas Alemán de los Trabajadores (NSDAP), más conocido como partido nazi. En las elecciones de 1930, este partido, liderado por Adolf Hitler, consiguió un importante apoyo en las elecciones al parlamento.

El partido nazi tenía una ideología profundamente nacionalistas, antisemita y xenófoba, que buscaba la venganza por la derrota en la Gran Guerra. Para Hitler, la guerra se había perdido por la teoría de "la puñalada por la espalda" según la cual los políticos alemanes de la revolución de 1918 habían traicionado a los ejércitos al firmar la paz con el enemigo cuando aún podía ganarse la guerra.

El apoyo obtenido por el Partido Nazi no paró de crecer en apoyos y en 1932 se convirtió en el principal partido del Reichtag. El 30 de enero de 1933, el presidente Hindemburg nombró a Hitler canciller de la República, apoyado por una coalición de partidos entre los que se encontraba el Partido de Centro, con la confianza de abandonarle en el momento oportuno. "En dos semanas habremos empujado a Hitler a llorar a un rincón" prometió uno de los dirigentes de la coalición que apoyaba al líder nazi. Sin duda fue un error de cálculo. Su elección como canciller iba a cambiar otra vez el destino de la nación alemana.

1933, el Canciller, Adolf Hitler (izq.) junto con el Presidente de la República, Von Hindemburg (en el centro, con casco militar). Las verdaderas consecuencias de la Primera Guerra Mundial aún no habían llegado.