B. ...10 millones de muertos

Veterano mutilado de la Primera Guerra Mundial, vestido con uniforme, pide limosna en las calles de Berlín cinco años después de final de la guerra, en 1923.

La sociedad europea no volvería a ser la misma tras la Primera Guerra Mundial. La contienda traumatizó a generaciones enteras de europeos, arruinó la economía de muchos países y transformó las relaciones sociales y las condiciones de trabajo en las naciones que habían tomado parte en el conflicto. Además, la Gran Guerra cambió la relación de fuerzas entre Europa y el resto del mundo, y desde 1919, Estados Unidos de América tomó el relevo al Viejo Continente como primera potencia económica y militar.

La primera consecuencia de la guerra fue el aumento de la intervención de los Estados en la economía. Como vimos, los gobiernos comenzaron a controlar la producción industrial para orientarla a las necesidades bélicas. Esto supuso la apertura de nuevas fábricas y el cierre de otras viejas que no eran útiles para la guerra. También se controló el comercio y se restringieron las importaciones de productos desde los países enemigos.

El consumo de alimentos básicos también se controló férreamente, sobre todo en Alemania donde el bloqueo económico provocó una enorme carestía. No obstante, también ocurrió lo mismo en el Reino Unido, en Francia y en otros países. Esto desencadenó una gran inflación en casi todos los países beligerantes.

Por otro lado, la guerra alteró las relaciones económicas entre Europa y EE.UU. Las exportaciones americanas se multiplicaron durante la contienda para satisfacer las necesidades de los europeos, que se endeudaron cada vez más como consecuencia de la guerra. Gran Bretaña gastó el la guerra un 32% de su riqueza nacional, Francia un 30% y Alemania un 22% mientras que EE.UU. sólo un 9%. En 1919, EE.UU. se había convertido en el principal acreedor mundial mientras que Europa, otrora gran acreedora, era la mayor deudora del mundo. Los europeos debían a EE.UU. más de 10.000 millones de dólares al final de la guerra.

Pero la guerra también dejó devastación y destrucciones materiales. Enormes extensiones de campos de cultivo, infraestructuras e instalaciones industriales de Bélgica, Luxemburgo, Alemania y Francia estaban completamente arrasados. La producción agrícola cayó en Europa un 30% y la producción industrial un 40% tras la guerra. Todo ello ocasionó la necesidad de reestructurar los sectores productivos, la rotura del sistema financiero, la multiplicación de la deuda y la depreciación de las monedas.

Una cifra puede reflejar la magnitud de las consecuencias económicas de la guerra. El coste total de la Primera Guerra Mundial pudo estimarse en 82.400.000.000 (ochenta y dos mil cuatrocientos millones) de dólares. A todo ello hay que sumar la enormes reparaciones de guerra que debieron de pagar las potencias centrales a los aliados y que se cifran en torno a 20.000.000.000 de dólares. La reacción de los gobiernos europeos fue la emisión de papel moneda, la venta de bonos de deuda, la restructuración de los gastos sociales y la fuerte subida de impuestos.

Además la guerra dejó un reguero de mutilados, lisiados, viudas y huérfanos a los que había que atender. Muchos, a pesar de recibir condecoraciones y medallas de los gobiernos, se vieron obligados a mendigar por las calles pidiendo limosna para sobrevivir. Y es que en general la guerra provocó una enorme crisis que afectó a la vida diaria de los europeos: creció el desempleo y diminuyó el nivel de vida.

Esta sictuación económica y social hizo que el patriotismo se convirtiese en indignación y la resignación ante la guerra dio paso a la oposición y a los llamamientos revolucionarios. La triunfante Revolución Rusa hizo correr por toda Europa un escalofrío revolucionario que se hizo notar en Francia, en Italia, en Alemania, en los Balcanes e incluso en la estable Inglaterra. Incluso los países que no participaron en la guerra sufrieron la agitación revolucionaria, como España que, entre 1918 y 1921, vivió el Trienio Bolchevique.

En Francia y en Italia hubo huelgas y manifestaciones de obreros indignados por las penosas condiciones laborales que estaban sufriendo a pesar de la victoria en la guerra. En Alemania estallaron revoluciones comunistas, igual que en Hungría y otros países balcánicos; mientras que en los partidos socialistas y laboristas multiplicaron el apoyo de la población. Desde 1917 formaron parte de los gobiernos del Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Alemania, Austria y Noruega. Esto contribuyó a que los Estados asumieran un activo papel en la protección social de los ciudadanos, sentando las bases para el posterior desarrollo del Estado del Bienestar.

Durante la contienda no existieron los trabajos forzados puesto que los prisioneros de guerra no fueron obligados a trabajar para las potencias enemigas. Los puestos de trabajo en las fábricas y en la administración del Estados, vacantes por la marcha de los titulares al frente, fueron ocupados por las mujeres. Esto supuso la incorporación masiva de la mujer al trabajo y el cambio en sus condiciones de vida. Se ampliaron sus relaciones personales y las perspectivas de vida cambiaron. Ahora, la vida de las mujeres iba más allá del hogar y reclamaron mayores derechos. Uno de ellos fue el derecho a voto que se consiguió en la mayor parte de los países occidentales. En Alemania las mujeres pudieron votar por vez primera en 1919, en EE.UU., en 1920 y el Reino Unido en 1928.

Pero el mayor drama de la guerra fueron los muertos. Es difícil calcular con precisión el número total de fallecidos en la guerra. Algunos los sitúan en torno a los ocho millones, otros hablan de más de diez. D. Stevenson, en su obra "1914 - 1918" da una cifra total de 9.450.000 muertos entre los dos bandos. A ellos hay que añadir los desparecidos, los mutilados y heridos. Si los contamos, las bajas totales de la guerra llegarían a los 48.000.000. En la retaguardia también hubo sobremortalidad por el hambre y las enfermedades. Entre ellas destaca la mal llamada Gripe Española o Gran Gripe, que mató a más de cincuenta millones de personas entre 1918 y 1919, por todo el mundo.

Entre muertos y heridos, el 52'3% de los soldados movilizados por los aliados causaron baja aunque las cifras varían según las potencias. En los ejércitos de Rusia y Francia, sufrieron baja el 76'3% de los soldados mientras que tan sólo el 8'2% de los estadounidenses fueron muertos o heridos. En el bando contrario las cifras son aún más espeluznantes. El 67'4% de los soldados de los imperios centrales resultaron bajas. El 64'9% de los alemanes y el 90% de los austro-húngaros perecieron en la guerra, volvieron a casa heridos, o nunca fueron recogidos de los campos de batalla.

En la siguiente gráfica se muestran los muertos en la guerra por países, según los datos ofrecidos por Stevenson y basados en otros de Ferguson de 1998:

El mundo de diciembre de 1918 era muy distinto al del 28 de junio de cuatro años antes. Varias generaciones quedaron brutalmente traumatizadas por la contienda y sus repercusiones. Y la Historia de la Humanidad quedó condicionada para el resto del siglo XX.