B. La ofensiva alemana y la respuesta aliada

Sobre el papel la estrategia del Estado Mayor del ejército alemán (llamada Plan Schilieffen) era imparable como se había demostrado en los numerosos ensayos realizados: la maniobra envolvente sobre París haría capitular a Francia en unas seis semanas, antes de que los ejércitos rusos se dispusiesen a atacar Prusia Oriental. Para llevar a cabo el plan era imprescindible violar la neutralidad belga ya que ese país se convertía en una pieza clave de la maniobra alemana.

Entre los días 3 y 4 de agosto de 1914, las tropas alemanas penetraron en Bélgica sin encontrar oposición a su avance. La resistencia belga se concentró en la ciudad de Lieja que se opuso ferozmente al avance prusiano. Mientras tanto, los franceses pasaron a la acción atacando las provincias imperiales de Alsacia y Lorena siguiendo el Plan XVII, pero los ejércitos alemanes concentrados en esos territorios la frenaron enseguida y la hicieron fracasar.

Los ejércitos del Reich continuaron su ofensiva ante unas atónitas autoridades francesas que veían como las tropas belgas eran masacradas y se refugiaban en la ciudad de Amberes dejando paso libre a los alemanes. Ante esta situación, el Reino Unido se apresuró a enviar a la Fuerza Expedicionaria Británica (British Expeditionary Force, BEF) que se unió a las unidades francesas para hacer frente al avance alemán. Pero el día 21 de agosto las tropas del Reich parecían imparables y el ejército franco-británico parecía incapaz de oponer resistencia.

Pocos días después el frente de guerra se situaba a sólo 23 kilómetros al noreste de París, la capital estaba seriamente amenazada y la derrota francesa parecía inminente. Los ejércitos de la entente eran incapaces de frenar el empuje de los alemanes que estaban a punto de culminar su estrategia y hacer sucumbir a la potencia gala mientras las autoridades de París enviaban más y más soldados al frente utilizando los taxis de la ciudad. La única opción de los aliados era abrir un nuevo frente al este, en Prusia, y para ello presionaron a las autoridades rusas cuyo ejército se estaba movilizando lentamente.

El frente occidental en 1914. Nótese la distancia a la que se quedaron los ejércitos alemanes de París (23 km).

Hacia el 17 de agosto, ante las desesperadas peticiones de ayuda de las autoridades francesas, los ejércitos rusos atravesaban la frontera oriental de Prusia. Esta maniobra, a pesar de que los ejércitos del zar no estaban aún completamente movilizados, desencadenó un gran terror en Berlín ya que sus peores presagios se estaban cumpliendo: Alemania tenía dos frentes de guerra.

A finales de agosto, el comandante de las unidades alemanas, H. von Moltke, se apresuró a retirar dos cuerpos de su ejército del frente occidental y enviarlos a Prusia Oriental para reforzar la defensa frente a las tropas "cosacas" (como se llamaba a los rusos en los periódicos alemanes). Esta decisión marcaría el rumbo de la contienda porque la retirada de parte del ejército alemán frenó el avance sobre Francia y los ejércitos franco-británicos pudieron pasar a la ofensiva.

Entre el 5 el 12 de septiembre, las unidades francesas apoyadas por la BEF se enfrentaron a los alemanes en una serie de batallas en torno al río Marne. Las fuerzas de combate de los aliados ascendían a 1.100.000 soldados mientras el ejército alemán contaba con 1.485.000 hombres. Las batallas que se libraron en aquellos días fueron especialmente sangrientas y la ribera del río Marne quedó sembrada de cadáveres. Las bajas ascendieron a 236.000 en el bando aliado y a 250.000 en el bando alemán pero el desenlace fue claro: Tras la Primera batalla del Marne, los alemanes se replegaron.

A partir del 18 de septiembre, el objetivo de ambos bandos se fijó en el control de los puertos del noroeste de Francia y Bélgica (Dunkerque, Calais, Ostende, Amberes) La "carrera hacia el mar", como se denominaron estos avances hacia el norte desencadenaron la oposición de las poblaciones belga y francesa. Hubo resistencias heroicas como la de Ypres, en Bélgica, que resistió desde el 19 de octubre y hasta el 13 de noviembre de 1914.

Al mismo tiempo que avanzaban hacia el norte, ambos ejércitos trataron de atacar los flancos del enemigo pero estas acciones sólo provocaron la consolidación de posiciones y del frente de guerra. Cada vez que uno de los ejércitos trataba de atacar al enemigo, éste se atrincheraba para proteger sus posiciones y de está forma se configuraron dos sistemas de trincheras paralelos (uno aliado y otro alemán) que se extendían desde el Canal de la Mancha en el norte hasta la frontera con Suiza al sur. Esa línea de frente, cristalizada en las famosas trincheras que aún son visibles en los paisajes francés y belga perduraría hasta el final de la Guerra sin que ninguno de los ejércitos consiguiese hacer avances significativos.

A finales de diciembre de 1914, el frente occidental estaba consolidado y la contienda había hecho fracasar las estrategias de alemanes y franceses. La guerra que se quería ganar en mes y medio se alargaba indefinidamente.