C. ¡Qué vienen los cosacos!

Ante las peticiones de auxilio de Francia y Gran Bretaña en el frente occidental, los ejércitos del zar, aun sin estar preparados del todo, lanzaron dos ofensivas contra los Imperios Centrales a finales de 1914. Las huestes rusas consiguieron penetrar en la Prusia Oriental y en Galizia, al norte de Austria-Hungría. Los peores presagios de las autoridades germanas se estaban cumpliendo: Alemania tenía dos frentes abiertos.

En Berlín, capital de Reich, sólo se hablaba de la llegada de los "cosacos" como se llamaba a los rusos y los periódicos informaban de la "amenaza eslava". Si Alemania era muy superior a los ejércitos franco-británicos en el frente occidental, en el oriental estaba en inferioridad numérica. Por eso, los altos mandos del ejército trasladaron parte de las tropas desde Francia hasta Prusia Oriental para hacer frente a los "cosacos".

Caballería cosaca del Ejército ruso durante la Primera Guerra Mundial

La llegada de efectivos alemanes desde occidente hizo posibles las victorias alemanas en las batallas de Tanneberg y de los Lagos Masurianos. Frente a la superioridad técnica y la disciplina de los ejércitos alemanes y la brillante dirección de los generales Hindemburg y Ludendorff, poco pudieron hacer las mal preparadas tropas rusas. El resultado final de la contraofensiva alemana fue rotundo: las mejores unidades del ejército del zar fueron aniquiladas y a finales de septiembre Prusia estaba liberada y el frente se encontraba en tierras polacas. Aún con la derrota, Rusia había conseguido su objetivo: en el frente occidental los aliados habían derrotado a los alemanes y París se había salvado.

El ejército ruso también logró avanzar más al sur, en Galizia, donde el ejército austrohúngaro era incapaz de superar sus divisiones nacionalistas internas y oponer resistencia a la ofensiva Brusilov. A los pocos meses, las tropas alemanas acudieron en ayuda de las de Austria-Hungría y lanzaron un contraataque que arrasó a los ejércitos rusos. Esto sería una constante a lo largo de la guerra: los alemanes tuvieron que acudir en auxilio de su aliado ante la debilidad de éste. No obstante en 1915, Serbia estaba totalmente ocupada por Austria-Hungría, poco después Montenegro fue conquistado y en 1916, cuando Rumanía entró en la guerra al lado de los aliados, los imperios centrales la sometieron sin problemas.

A partir de finales de 1914, las tropas alemanas avanzaron imparablemente hacia el este. Los rusos trataban de lanzar ofensivas sobre todo contra el flanco más débil, Austria-Hungría, pero la inestabilidad política en Rusia junto con la mala organización y coordinación de los ejércitos del Zar hicieron fracasar todas las tentativas. Si en 1915 el frente de guerra se situaba en Polonia, dos años después los imperios centrales habían ocupado Lituania, la Rusia Blanca (Bielorusia), y parte de Ucrania.

La guerra hizo estragos entre la población rusa y aumentó su indignación. En marzo de 1917 estalló la Revolución de Febrero y el zar fue derrocado. El nuevo gobierno capitaneado por Kerensky trató de continuar la guerra pero el ejército ruso hacia tiempo que había perdido la iniciativa. En septiembre de ese año, Alemania lanzó una potente ofensiva y ocupó Letonia, Estonia y toda Ucrania.

Entre noviembre y diciembre de 1917, la revolución bolchevique derribó al gobierno burgués de Rusia e instauró un régimen comunista. Los nuevos dueños del Imperio Ruso, liderados por Lenin, son partidarios de firmar la paz. El tratado de Brest-Litovsk de marzo de 1918 certificaba el fin de la guerra para Rusia pero a costa de perder extensos territorios en las llanuras europeas: Polonia, la Rusia Blanca, Ucrania y las Repúblicas Bálticas estaban ocupadas militarmente por los imperios centrales mientras Finlandia había declarado su independencia.

El frente oriental de la guerra entre 1914 y 1918