D. Rusia

A comienzos del siglo XX, el Imperio Ruso era un enorme Estado que se extendía desde las llanuras de centroeuropa (la actual Polonia) por el oeste hasta el Océano Pacífico por el este. Limitaba con los grandes Imperios del momento: Alemania, Austria-Hungría, el Imperio Otomano, China, Japón, el Imperio Brtánico, etc. y tenía un enorme poder.

En el siguiente mapa podemos ver la extensión del Imperio Ruso en vísperas de la Primera Guerra Mundial (coloreado en verde) sobre un mapa político con las fronteras actuales. Fíjense en la enorme extensión y en los países que incluía (Finlandia, Polonia, Ucrania, Kazajistán, Georgia, - por nombrar los más importantes -). Fíjense también en el tamaño del Imperio Alemán (en rojo), de Austria-Hungria (en naranja) y del Imperio Otomano (en morado) en comparación con Rusia:

Imperio Ruso en 1914

A nivel político, Rusia era un Estado autocrático. El poder de los zares de la familia Romanoff era completamente absoluto. Aunque desde mediados del siglo XIX, el zar Alejandro II introdujo algunas tímidas reformas liberales, con su asesinato en 1881, se suspendieron todos los programas.

El nuevo zar, Alejandro III incrementó la censura, la represión y la rusificación de las minorías. Se persiguieron los nacionalismos separatistas (de polacos, estonios, ucranianos, georgianos, armenios, finlandeses, etc.) y se intensificó la discriminación a los judíos. Todo ello no hacía más que aumentar la oposición al viejo régimen zarista.

En 1894, subió al trono Nicolás II que continuó la política expansionista hacia el este. Esto enfrentó a Rusia con Japón que buscaba su propio imperio en las costas asiáticas. En 1904, el ejército japonés atacó el puerto ruso de Port Arthur y estalló la llamada Guerra Ruso-Japonesa. A pesar de la superioridad rusa, los ejércitos del zar sufrieron una terrible derrota, confirmada en el Tratado de Portsmouth.

La derrota evidenció la debilidad del zar y avivó los movimientos opositores. En aquella época, Rusia era una nación predominantemente agrícola pero, desde 1880, se había iniciado la industrialización en las principales ciudades: la capital (San Petersburgo) y Moscú. La pobreza y la miseria tanto de campesinos como de proletarios fue un excelente caldo de cultivo para las ideas socialistas que se extendieron enseguida.

En 1905, la derrota ante Japón fue la mecha que encendió una revolución. Se consiguieron entonces algunas reformas como el sufragio censitario o la reunión de la Duma. Pero éstas no satisficieron a nadie.

En política exterior, desde 1890, Rusia estaba aliada con Francia frente a Austria-Hungría y Alemania. Además, siempre se había declarado garante de la libertad de los eslavos del sur (serbios, croatas, etc.) lo que le había llevado a enfrentarse con los imperios Austro-Húngaro y Otomano. En 1914, tras el atentado de Sarajevo, San Petersburgo se apresuró a declarar que protegería a Serbia. Esto era lo mismo que enfrentarse a Austria Hungría.

La Gran Guerra no trajo más que derrotas para Rusia ya que sus ejércitos no estaban a la altura de los alemanes. Esto unido a la debilidad del zar y a la inestabilidad social hacían del Imperio Ruso un enorme oso, con los pies de barro.