Manuel Isorna, psicólogo, técnico de prevención de drogodependencias en el Ayuntamiento de Catoira desde mediados de los 90 y profesor de la Universidad de Vigo habla de su actividad profesional y recuerda los terribles efectos del narcotráfico en una generación y en un pueblo, Catoira, que son los suyos. Pero alerta que el peligro no ha pasado con la desaparición de los yonkis de los años 80 y que hay que estar muy alerta ante nuevas adicciones como las drogas de diseño o la ludopatía y con el resurgimiento de las viejas como el alcohol o el cannabis, sobre cuya adicción ha realizado un congreso internacional en Catoira.
PREGUNTA. Usted es técnico de prevención de drogodependencia y conductas adictivas del ayuntamiento de Catoira y lleva casi 25 años trabajando en este tema en la Ría de Arousa. ¿Qué lo llevó a dedicarse a esta profesión? ¿Cómo fue su formación?
RESPUESTA. Soy Doctor en Psicología por la Universidad de Santiago de Compostela, Técnico Superior y profesor asociado en la Universidad de Vigo de Intervención socioeducativa en las conductas adictivas. Estoy en esta profesión por vocación. Yo soy de la generación de la heroína y quería comprender por qué muchos de mis colegas, de mis compañeros de clase, de mis conocidos de aquí de Catoira y, sobre todo, los que estuvieron conmigo en Vilagarcía en el Instituto acababan enganchados en la droga. La gente empezaba con el cannabis y, luego, muchos de ellos pasaron directamente a la heroína. Sobre todo, cuando te tocan conocidos y personas del entorno eres más consciente. Cuando estudiaba psicología, no había nada sobre esto en la Facultad y yo quería saber, yo preguntaba a los profesores y todos, más o menos, me salían con evasivas porque, de aquella, los años 90, tampoco había tanto conocimiento del profesorado sobre esto. Así que decidí hacer un máster en drogodependencia y toda mi vida va relacionada con este entorno. Es algo que nos afecta prácticamente a todos porque es difícil que no conozcamos directa o indirectamente a alguien afectado.
P. Llega usted aquí en los años 90. ¿Cómo era Catoria en esos momentos y cómo fueron sus inicios?
R. Yo empiezo a trabajar en el año 96. Aquí hay una agrupación de varios ayuntamientos y realmente en aquel momento el problema de la heroína era urgente solucionarlo. No había otro problema más que la heroína; era una problemática de tal magnitud que eclipsaba a todo: al consumo de tabaco y alcohol. No había redes sociales, había muy poquita ludopatía y, realmente, era una situación que te puedo asegurar que estaba en casi todas las casas. En Catoira, los que tenían jóvenes tuvieron problemas. Hubo problemas con el consumo de drogas, pero no solo en Catoira. Cuanto más a la costa, más afectaba, pero fue un problema que prácticamente llegó a cada uno de los hogares de España. Prácticamente, si no la totalidad, a una parte muy importante; de hecho, las cifras están ahí: fue una época convulsa a todos los niveles.
P. En cuanto a las adicciones, ¿qué diferencias hay entre la Catoira de su adolescencia, la de los años 90 en los que empezó a trabajar y la de ahora?
R. Yo no las compararía, porque son realidades muy distintas. En la Catoira de aquella época, había una economía de subsistencia: mucha gente tenía tierras e, incluso, tenía ganado; muy pocas cabezas, pero tenía. Nosotros salíamos del colegio o el instituto y muchos teníamos que trabajar. Hoy en día la mayoría de adolescentes de 14 años, y no solo de Catoira, ya no es que no trabajen en el campo, es que tampoco trabajan en su casa. Tienen una vida muy fácil en ese sentido. Tampoco había redes sociales y, por lo tanto, cuando jugabas, tú jugabas en la calle. Ese es un factor de protección muy importante porque el juego te enseña a manejar la tolerancia a la frustración, aprendes a ganar, aprendes a perder y a desarrollar también la inteligencia emocional. Por aquí tenemos tres o cuatro parques infantiles en Catoira y verás que prácticamente no hay niños. No se ven adolescentes, excepto raras excepciones, haciendo actividades deportivas y culturales. A partir de las 13 años la cifra todavía baja más. Por lo tanto, es complicado y realmente es lo que nos estamos encontrando, lo que muestran las estadísticas y lo que está comprobado es que hay un alto porcentaje, tanto de incidencia de nuevos jóvenes que se incorporan al consumo, como prevalencia de jóvenes que consumen tabaco y cannabis. Por otro lado, también está esa forma de beber que tiene la juventud de hoy en día. En muy poco tiempo consumen grandes cantidades de alcohol. Siempre hay un alto porcentaje de casos, además, con conductas de riesgo: muchas peleas, muchas prácticas de riesgo sin utilizar preservativo o el consumo de otras drogas. Es decir, es un tema complicado. Yo no las compararía, pero vemos que realmente va evolucionando. Por último, lo que más sorpresa me está causando es todo lo relacionado con el juego online y los videojuegos. Yo no conozco ninguna época histórica donde la mayor parte de los jóvenes se encierra en su habitación y, como un móvil o con el ordenador, se pasan todo el día matando, reventando, destrozando, asesinando… Y es prácticamente la única manera que tienen de estimularse. Si aún por encima añadimos la ludopatía del juego online: la apuesta, la apuesta, la apuesta… Parece que te vas a volver millonario a base de apostar y se está comprobando que realmente hay serios problemas en este patrón de comportamiento de los jóvenes.
P. Pasando a la actualidad, ¿cómo es su trabajo diario como técnico de prevención de drogodependencia y conductas adictivas aquí en Catoira?
R. Pues me paso el día en el centro escolar. Lo que hacemos es un trabajo de intervención desde 5º de primaria a 4º de la ESO donde vamos desarrollando e intentando trabajar los factores de protección: trabajo de autoestima, capacidad de resistencia a la presión de grupo, que tengan conocimientos, que sepan distinguir las “fake news”, las noticias falsas, de las que son útiles y verdaderas en cuestiones de drogas. Intentamos trabajar con las familias a través de las Escuelas de Padres y Madres. Más en verano hacemos un poco de intervención en autoescuelas y cursos de formación de extensión universitaria para que la población de Catoira tenga acceso a seguir formándose, no solo cuando lo deje estudiar, sino que también pueda formarse permanentemente.
P. En la época de los 80 el narcotráfico se veía como un beneficio, ya que traía dinero a las rías y las consecuencias no importaban. ¿De qué modo recuerda que esa actitud entre sus vecinos y qué los llevó a cambiar?
R. El recuerdo que tengo es casi una foto. Una foto que no la saco de la cabeza todavía. Sigo viendo muchos comportamientos de tolerancia y justificación del tráfico de drogas. No conozco mucha gente, pero alguna conozco, algún caso que tiene incluso repercusión social e incluso están bien vistos. Yo recuerdo casos de narcotraficantes, en los años 80 y 90 en mayor medida, que eran sangrantes, que se sabía que se dedicaban a la venta de drogas y que eran recibidos con fiestas, con platillos, porque compraban en las mejores tiendas, iban a los mejores restaurantes, etc. Es decir, movió mucho la economía y muchas personas trabajaban para ellos porque el índice de paro era muy alto. A mí siempre lo que me preocupó más fue la justificación que había de eso; había una tolerancia social con ese tipo de actividades y de personas. Ese tipo de dinero que a mí siempre me preocupó es uno de los motivos por los cuales era socio en aquel momento de la Plataforma Gallega contra el Narcotráfico, posteriormente Fundación Gallega. No quería pertenecer a una sociedad que miraba para el otro lado en cuanto al tráfico de drogas. Estaban matando y destrozando a muchísimas familias; mataban a muchos jóvenes y, sin embargo, socialmente no se hacía nada. Realmente éramos muy poquitos y seguimos siendo muy pocos. Éramos una minoría, nos mantuvimos fuertes y aquí estamos.
P. Como muestra el documental Marea Blanca, en la década de los 80 había muchos casos de drogodependientes en Galicia. Se habla incluso de una generación perdida debido a las muertes que acarreó la droga. ¿De qué modo fue la situación tan destructiva que pudo acabar con una generación completa?
R. Pues sí, realmente una generación completa no, pero sí un 15% de aquellos jóvenes de mi generación. Concretamente, te puedo decir que uno de cada diez murieron de SIDA, sobredosis o bien son enfermos mentales. La salud mental es una enfermedad crónica, de por vida, que te incapacita para ejercer una vida “normal”. Por lo tanto, yo recuerdo las cifras y pongo nombres y apellidos a mi generación, y me sale que uno de cada diez, incluso más, no están entre nosotros. Hoy en día la cosa sigue siendo muy similar, pero no se habla de ello; por ejemplo, del tabaco. No hay ninguna droga que siga matando más que el tabaco: mata a 52.000 personas al año en España. Si vamos al alcohol, cada vez sigue matando a más y más personas, sobre todo en edades muy tempranas. Ten en cuenta que mi generación empezó entre los 15 y 16 años a consumir y la generación de ahora empieza entre los 13 y 14. Eso en un sistema nervioso en desarrollo es muy dañino. El alcohol directamente mata a 52.000 personas al año en España. Luego, si sumamos la violencia doméstica, los accidentes de tráfico, los accidentes laborales, etcétera, la cifra no es nada desdeñable. Pero de este tema tampoco se habla. En cuanto al cannabis, cada vez más, según los especialistas, su consumo va en aumento, asociado a numerosos trastornos mentales como la esquizofrenia por consumo de cannabis. También ha aumentado el THC en los últimos años. Sin embargo, de esto no se habla. Se habla mucho de violencia de género, pero no se habla del consumo de tabaco. Casi nadie habla de ese tema y, realmente, podemos hablar largo y tendido.
Es cierto que disminuyeron mucho las muertes por sobredosis, porque la heroína bajó muchísimo su consumo; prácticamente no llega al 1%, pero no quiere decir que no haya muertes por consumo de cocaína asociadas a infarto de miocardio o enfermedades cerebrovasculares. La droga sigue ahí, desde mi punto de vista, sobre todo con el aumento de la clase media y la banalización del consumo. Porque la droga es barata y muy accesible a una parte importante de la sociedad. Se está en contacto con ella. Además, normalizamos todo esto: la gente sale de cañas o sale a tomar algo y, normalmente, siempre son bebidas alcohólicas. Ir a festivales donde lo “normal” es que la gente acabe embriagada y consumiendo drogas es algo que deberíamos analizar como sociedad. La muestra es que prácticamente todos banalizamos y recurrimos a las drogas prácticamente para todo. Esto es algo realmente preocupante y que, desde mi punto de vista, va más, no va a menos.
P. ¿Qué papel cree que tuvieron asociaciones como Érguete en la reinserción de personas drogodependientes y, sobre todo, qué opinión tiene del trabajo de las madres cuando se estaba iniciando la lucha contra los narcos gallegos?
R. Fueron fundamentales asociaciones como Érguete, como la Fundación Gallega contra el Narcotráfico y algunas otras que desaparecieron a lo largo de los años, pero fueron fundamentales. Hay que darse cuenta de que en los años 80 o 90 no se sabía nada del consumo de drogas. El consumo de drogas hasta ese momento era algo testimonial y el problema de alcoholismo en las familias se llevaba de una manera casi normativizada. Entonces no había experiencia y nunca hubo un problema de SIDA, nunca un consumo de heroína hasta entonces. Realmente todas estas asociaciones fueron un poco las que fueron llevando toda la problemática, atendiendo a los drogadictos, principalmente porque tenían hijos e hijas drogodependientes. Realmente fueron aprendiendo, fuimos aprendiendo todos, a base de equivocarnos y de cometer errores. De hecho muchos errores todavía siguen, pero en su momento fueron fundamentales. Sin las asociaciones, las instituciones hubiesen hecho poco o nada, pero, gracias a la presión, la insistencia de las asociaciones se consiguieron cosas muy importantes. Tú lo acabas de decir; por ejemplo, una palabra que antes no existía que era la reinserción de la gente que había estado en la droga. Esta gente había pasado desde los 15 a los 25 años consumiendo y había perdido la época más importante de su vida en cuanto a formación. Había tenido un montón de problemas legales y algunos de ellos, cuando salían de la cárcel, no tenían experiencia, no tenían formación. Hubo que enseñarles un oficio y había que volver a darles habilidades para incorporarse socialmente. Asociaciones como Érguete, o la Fundación Proyecto Hombre, o la Fundación Alborada en Vigo ayudaron mucho en este tema.
P. Volviendo a su actividad profesional actual, en el 2017 usted organizó aquí en Catoira el primer “Congreso Internacional sobre Cannabis y sus derivados: Salud, Educación y Ley”. El hachís fue y sigue siendo la droga más consumida por los adolescentes y, muchas veces, el camino de entrada a la drogodependencia. ¿Cuál es la situación de este consumo en Galicia y en España en la actualidad y en qué se diferencia de la época en que capos como Oubiña traficaban aquí en Arousa con esta sustancia?
R. Muy complicada. Es cierto que organizamos el Primer Congreso Internacional en el año 2017 y realmente el objetivo era muy claro: por un lado, vamos a ver lo que se sabe sobre consumo de cannabis y, por otro, vamos a contrarrestar el efecto que está causando la industria del cannabis. Porque, curiosamente, en este país no se puede hacer publicidad del tabaco, pero sí se puede hacer publicidad del cannabis. Vemos que hay muchas empresas que se siguen enriqueciendo porque generan muchos millones de euros con la venta de semillas, aunque dicen que no son aptas para la germinación. Estamos comprobando que se están beneficiando de la venta de estas semillas para autocultivo en casa y, luego, también cultivan en naves y sótanos para venderlo. Luego tienen una estructura paralela que está en las redes sociales y páginas web donde están todo el día haciendo una apología de los supuestos beneficios del cannabis terapéutico. No existe el cannabis terapéutico; lo que existe es un efecto terapéutico de los cannabinoides que se derivan de la planta, pero nadie habla de fumar porros en ningún momento. Lo que se intenta es introducir el cannabis como caballo de Troya, el cannabis terapéutico, para que la gente vaya perdiendo el miedo al consumo y que empiecen a creer que realmente no puede ser tan malo cuando es terapéutico. Y, a partir de ahí, conseguir lo que consiguieron en Estados Unidos: que al final se legalice todo el consumo, el mal llamado consumo recreativo, porque todo consumo tiene un riesgo. De hecho, ellos introducen el término recreativo para que la gente perdamos el miedo a esta sustancia, para que se crea que no es perjudicial. Este congreso enlaza con esa idea: vamos a poner la evidencia científica sobre el consumo de cannabis a todos los niveles. Si es verdad que tienen propiedades terapéuticas los cannabinoides, pues decid cuáles son, para qué enfermedades, para qué patologías. Vamos a ver qué pasa a nivel legislativo con los cannabinoides, cómo está la situación en España y qué se puede hacer a nivel educativo. Es decir, qué está pasando, si se hace o no se hace en los institutos, cómo se educa a los padres y a la población. De ahí nace el Congreso. Luego, en relación a las acciones del consumo, surge porque compruebo, yo y muchos profesionales comprobamos, que el consumo de cannabis va en aumento exponencialmente. Es decir, en el consumo de alcohol ya no se puede llegar a más. Cuando un 80% de los jóvenes de menos de 18 años dice que consume alcohol de forma habitual, prácticamente es imposible aumentar más este porcentaje. Es decir, la industria del alcohol, tarde o temprano, tiene que morirse de éxito, porque ya no se puede beber más, ya llegaron a un techo. Un 80% de los jóvenes de 14 a 18 reconoce que bebe a pesar de estar prohibido por ley y que se ha emborrachado en el último año. A mí me parece sinceramente una aberración. Además, casi el 40%, el 36% de los jóvenes de 14 a 18 años en España te dicen que consumen tabaco, un producto que es tan dañino y que sabemos que lo único que causa es la muerte. Aún así, un 36% de los adolescentes comunicáis que fumáis cada vez que salís. A mí me parece impresionante. Por otro lado, curiosamente, lo que estamos viendo es que una droga ilegal, el cannabis, que ya no debería ni siquiera existir la posibilidad de consumir, se consume. Siempre digo lo mismo: es la sociedad española la que está dejando a nuestros jóvenes a los pies de los caballos del consumo de cannabis. Somos nosotros, mi generación y la generación de vuestros padres, de los políticos, los que estamos mirando hacia otro lado. Cuando un 26%, es decir, uno de cada cuatro jóvenes, reconoce que cada vez que sale consume cannabis, quiere decir que realmente estamos haciendo las cosas mal no, lo siguiente. Y realmente esta cifra va en aumento. Además, el cannabis no tiene nada positivo. Es exactamente igual que el tabaco y no aporta nada positivo. Lo único que genera es enfermedad mental, enfermedad cardiovascular, enfermedad respiratoria y la mayor parte del consumo de cannabis se hace mezclado con tabaco, con lo cual es todavía peor. Y, sobre todo, la cifra va en aumento. Entonces, yo creo que hay un grupo de profesionales que no queremos participar de esto, que no queremos hacer como las avestruces, meter la cabeza debajo de la arena ante el peligro, y, con el apoyo de la Xunta y del Ayuntamiento de Catoira y, sobre todo, del alcalde y del Plan Nacional, pues intentamos montar un congreso donde realmente se debatió de forma científica sobre esta sustancia.
P. En una reciente entrevista con La Voz de Galicia usted reflexiona sobre la relación entre drogas sintéticas y la violencia contra las mujeres. ¿En qué sentido se ha extendido el peligro de las drogas a conductas sociales violentas? ¿Es algo que siempre existió y no se veía o es un problema nuevo complementario al uso de las drogas?
R. Yo lo que suelo es basarme en los estudios científicos que realizamos. Hay unas pruebas estadísticas donde, en mayor o menor medida, se establece una relación. Me imagino que irás por el tema de la sumisión química. Hay un nuevo fenómeno reciente que se llama el fenómeno de la sumisión química que facilita el asalto sexual, que lo que viene a decir es que hay una parte importante de los agresores sexuales que lo que intenta es administrar esta sustancia a las mujeres que consumen drogas para que quedéis un estado de sumisión para, a partir de ahí, cómo estáis casi inconscientes, perpetrar el asalto sexual o la violación. Ese dato va a más por dos motivos: primero, porque las mujeres consumen más drogas, consumen cantidades muy importantes, y entonces el propio agresor aprovecha esta situación porque ve que las mujeres se encuentran vulnerables; y segundo, y muy importante, el agresor sexual va aprendiendo cómo funcionan y lo que hacen es incitar o administrar determinadas drogas en la bebida para que tomes esas sustancias y quedéis semi inconscientes para así cometer la agresión sexual. Es un problema que va a más; lo estamos comprobando por las denuncias. También es verdad que cada vez se van conociendo más los casos y ya se ha establecido un protocolo de actuación en el caso de que una mujer u hombre (pero mayoritariamente son mujeres) vaya a un hospital con una serie de sintomatología. Realmente se está intentando tomar medidas, pero es un fenómeno que, por desgracia, cada vez va a más. Son varios los motivos, pero estos son los dos principales.
P. Otro tema complementario de su interés profesional es el problema del botellón. ¿Cuáles son los peligros mayores de mezclar alcohol y drogas y cuál es la situación actual de este problema entre jóvenes de nuestra edad?
R. Pues es complicado. Como te decía antes, todo el consumo de alcohol es un riesgo. No hay un consumo moderado alcohol, ni es cardiovascular, ni previene ninguna enfermedad; no previene absolutamente nada ni ayuda a hacer la digestión. Es todo mentira. Realmente es una estrategia de la industria del alcohol para hacernos creer que las personas podemos consumir alcohol y que, cuando perdemos el control, es nuestro problema. El alcohol es una droga. El etanol es una droga que afecta al sistema nervioso central y que afecta a todas las personas y que, además, genera un daño sin lugar a duda. Concretamente, está relacionado con 25 tipos de cánceres distintos, pero es mucho más peligroso cuando se inicia la adolescencia. Cuando tenemos un cerebro en pleno periodo de desarrollo, si tú consumes grandes cantidades de etanol, lo que haces es modificar la zona de la atención, la zona de la memoria. Es decir, que vais a tener más problemas para tomar decisiones, las conductas de riesgo sexual van a aumentar, vais a tener más accidentes de tráfico, os vais a meter más en peleas, etc. En realidad, sabemos que el consumo de alcohol en la adolescencia, y los datos lo indican, es “demoledor”. Un grupo de profesionales decimos que este es un problema de salud pública que afecta a los jóvenes y que va a repercutir a largo plazo a nivel social, porque los jóvenes van a ser adultos con un sistema nervioso deteriorado. Por otro lado, está la cuestión de la seguridad pública. El problema del botellón es que se hacía en el centro de las ciudades, en plazas: hacían ruido, orinaban en las puertas, rompían retrovisores. Ese es el problema para los políticos, pero, realmente, nunca fue visto como un problema salud pública. Algunos profesionales decíamos que es una aberración que los ayuntamientos crean “botellodrómos”. Entonces, algún político literalmente me tiene dicho que era un movimiento de cultura juvenil, pero ¿qué tipo de cultura juvenil es consumir alcohol hasta caerse de culo (perdón por la expresión)? ¿Qué tiene de cultura embriagarse? Entonces, los jóvenes que montan un grupo musical y componen o los que montan una obra de teatro entonces, ¿qué es lo que hacen estos jóvenes? No confundamos una cosa con la otra. Es una batalla muy importante que perdimos hace 15 o 20 años. Ahora empezamos a poner algún tipo de normativa en alguna ciudad o en algún ayuntamiento. La Xunta también tomó parte porque realmente es un problema.
Pero, como te decía antes, yo creo que la juventud estáis solos. La juventud cree que es libre porque puede consumir, pero es justamente lo contrario. El consumo de drogas lleva implícita la privación de libertad, la privación de autonomía, la privación de independencia. Es que las drogas son una paradoja: mientras se da este proceso, hay gente que se está volviendo multimillonaria; esa es la realidad. Mientras la clase política de este país, de todos los partidos, no entienda ni tengan claro cuáles son los conceptos de salud pública y, sobre todo, se enfrenten a las multinacionales del alcohol, del tabaco y del tráfico de drogas, poco vamos a conseguir. A mí me duele en el alma ver que la sociedad tanto la española y como la gallega, que lo tenemos todo: clima, carácter, un apoyo social impresionante a nivel comunitario, a nivel familiar, cómo puede tener un 80% de adolescentes consumiendo alcohol normalmente, un 30 y tantos por ciento que creen que el tabaco les va a subir la autoestima y que van a triunfar más en la vida; y que el consumo de cannabis es terapéutico y que no pase absolutamente nada. A mí personalmente me duele y me duele mucho. Es una batalla que creo que doy por perdida… Bueno, no por perdida, pero sí que realmente no conseguimos luchar contra esto.
P. Y enfocándonos en el tema central de la sección de nuestro periódico, últimamente han aparecido series como Narcos o Fariña que dan visibilidad a todo el mundo del narcotráfico. Esto está despertando el interés en jóvenes que no conocieron esos momentos históricos. ¿Cuál es su opinión sobre la manera en la que presentan a los narcotraficantes?
R. Es un dilema. Yo me imagino que lo ideal sería que los adolescentes o los más jóvenes y vean estas series con sus padres al lado. Hoy tenemos la posibilidad de parar la película, de hacer comentarios y volver a darle al play. Eso sería lo interesante realmente. No hay nada de glamuroso en el narcotráfico. Realmente los narcotraficantes, como os contaría Taín o muchos otros, en la mayor parte son personas cuya vida gira en torno del miedo, a la violencia, donde no hay leyes, donde no hay justicia, donde hay ajustes de cuentas en el día a día. Donde si descargan, tienen dinero, pero si no, no. Y, como no tienen educación, no son capaces de gestionar ese dinero y se lo gastan todo en grandes coches o, incluso, muchos de ellos en droga para ellos mismos; mientras los hijos pasan normalmente penurias económicas. Están pendientes de la próxima descarga y a veces no hay descarga; y entonces dejan de ingresar. Generalmente no hay ese glamur que pasaba antes con los grandes narcotraficantes como Sito, Oubiña, los Charlines, etcétera. O, en la serie de Narcos, con Pablo Escobar. Con una serie de lujos impresionantes y, claro, todos quieren parecerse a ellos. Es como los futbolistas: todo el mundo cree que va a llegar a ser un Messi. Sí, pero todos sabemos que es muy difícil, pues con los narcotraficantes pasa un poco a pequeña escala lo mismo, pero destrozan su vida y acaban teniendo problemas. La mayor parte de ellos acaban en la cárcel. Empiezan con pequeñas penas dos años y en la cárcel conocen a narcotraficantes mayores que les hacen creer que eso puede ser, que son más listos que la policía; pero los acaban volviendo a pillar y, cuando se dan cuenta, llevan 20 o 30 años en prisión. Realmente, ¿dónde está la clave? Yo creo que la clave está en hacerles ver las series con un cuestionamiento crítico de ellas: ver por qué los narcotraficantes llegaron a ese punto y no empezar por el narcotraficante que ha triunfado. A veces hay también que ver qué es lo que pasa con nosotros. Lo que ha ocurrido en una película tiene que ser atractivo para la gente porque no es un documental. La gente paga por ver eso. Yo me imagino que, como directores (yo no soy director de cine), tendrán que hacer este tipo de películas, aunque realmente creo que la imagen que se proyecta no es la correcta.
P. En Fariña se muestra también el impacto que tuvo el narcotráfico en la política gallega. Se conocen muchos casos de corrupción que se dieron entre políticos que recibían dinero por hacer la vista gorda. ¿Cómo cree que es esta relación en la actualidad? ¿Qué grado de responsabilidad tienen los políticos en los planes de lucha contra la droga?
R. La política es el arte de poder cambiar las cosas a través de las leyes. Y la legislación y el Poder Ejecutivo pueden cambiarlo todo. Se puede mejorar la sanidad, se puede mejorar la educación, se pueden hacer carreteras, alumbrado público, se puede invertir en que aprendáis inglés, en muchas cosas. Evidentemente, en el tráfico de drogas pasa exactamente igual. Si se quiere, se pueden hacer muchas cosas. Lo que sucede es que no es una prioridad. Yo no conozco a ningún partido político para el cual esto sea una prioridad. Acabamos de tener las elecciones y he visto los dos debates, más de la “gallega” e incluso uno de Cataluña, y yo no he visto a ningún político hablar jamás de salud pública, jamás nombraron el tema del narcotráfico, ni del consumo de drogas por los jóvenes. Por lo tanto, no está en la agenda política. Y cuando no está en la agenda política, normalmente este tipo de temas los suelen llevar políticos de tercer o cuarto nivel que no tienen peso a nivel de grupo político. A veces suelen ser temas que quedan ahí de segundo y tercer nivel. Es una pena porque, realmente, si somos conscientes del daño que causa en la población el consumo y el tráfico de drogas, tanto legales como ilegales, creo que debería ser una cuestión fundamental. Porque se puede reducir muchísimo. Erradicar va a ser imposible, pero sí se puede reducir muchísimo el número de personas que mueren por consumo de tabaco. Yo siempre digo que no podemos permitir que se sigan abriendo estancos. Cuando en un gobierno entre sus objetivos está vender más cajetillas de tabaco o abrir un mayor número de estancos, creo que es un fracaso social. Los políticos se vanaglorian de que vendemos más tabaco o de que cada vez se abren más estancos. Se vanaglorian de la cantidad de botellas de vino que se han vendido en una feria o fiesta; o el número de exportaciones de alcohol. Esto tampoco nos ayuda. Y, por supuesto, qué te voy a contar del cannabis cuando mes a mes, año a año, estadística a estadística, el número de consumidores de cannabis aumenta, el número de traficantes va en aumento y realmente no conseguimos detenerlo. Pues creo que los políticos no están a la altura en estos casos.
P. Otra faceta suya es su participación en el Plan Nacional sobre Drogas. ¿En qué se diferencian los retos que tenían en los años 90 cuando usted empezó y en la actualidad?
R. El Plan Nacional sobre Drogas es un ente muy importante porque tiene toda la información y toda la infraestructura y el dinero que procede de las comunidades autónomas, pero yo lo veo con una capacidad muy reducida de actuación. Puede hacer mucho más de lo que hace; de hecho, yo creo que debe hacer mucho más de lo que hace. Debe liberar todo este movimiento, pero yo cuando voy allí veo realmente que los delegados y funcionarios están entre dos aguas, entre lo que querían hacer y las competencias que están transferidas en las comunidades autónomas. El problema es que hay 17 comunidades autónomas y normalmente nunca coinciden, o muy pocas veces, el partido que gobierna en Madrid a nivel legislativo, con el que gobierna en las comunidades autónomas. Además, cada cuatro años hay que cambiar. Este tipo de política requiere una planificación a largo plazo, y yo creo que, ante este río revuelto, los que venden drogas tanto legales como ilegales se frotan las manos y así nos va.
P. Aparte de su trabajo aquí en Catoira es usted también formador en la Universidad de Vigo como profesor de la materia de “Intervención socioeducativa en las conductas adictivas” en el grado de Educación Social del Campus de Ourense. ¿Hacia dónde van las tendencias en la prevención de la drogodependencia y las adicciones en la actualidad? ¿Cuáles van a ser los retos futuros de su alumnado? ¿Seguirá habiendo adicciones dentro de 25 años?
R. Por supuesto que sí. Lo que no sabemos son cuáles, pero me imagino que la adicción a las sustancias seguirá ahí. Yo creo que el alcohol en nuestra sociedad va a quedarse, el tabaco está claro que vino para quedarse y el cannabis me imagino que también. Todo lo relacionado con las drogas de síntesis también; vendrán otras nuevas que aparecerán. En cuanto a las conductas adictivas, yo no sé lo que va a pasar dentro de 25 años. A nivel de redes sociales no sé cómo va a ser eso, pero sí sabemos que va a ir a más. Hoy muchos de los jóvenes están muy aislados y empiezan con los videojuegos, con las redes sociales y luego con el juego online. Por lo tanto, no sé lo que se va a pasar, pero sí sabemos por estimaciones que el número de conductas problemáticas con este tipo de adicciones sin sustancias van a ir en aumento.
En cuanto a la prevención, sinceramente no me gusta el camino que lleva, porque la prevención requiere tiempo; aplicar un programa preventivo requiere mucho tiempo: tienes que entrar en el aula, fomentar estilos de vida saludables, fomentar el asertividad, la capacidad de resistencia a la presión del grupo, formas de ocio saludable, ser crítico, etc. Requiere tiempo y eso en los centros educativos normalmente no hay. En los centros educativos tenéis que cubrir el currículum. En segundo lugar, la formación del profesorado, que en realidad es quien implanta la prevención, no es adecuada porque son cursos de pocas horas. Tampoco hay tiempo para aplicar los programas preventivos y siempre nos quedamos a medias. Entonces, al final, lo que prima es la prevención, como llamo yo, de alto impacto. ¿Qué es preventivo? Proyectamos una película y hacemos un debate. ¿Eso es preventivo? No. Es una actividad preventiva que, unida con otro tipo de actividades, puede tener un fin. Hacemos un concurso sobre tabaco. Eso está muy bien, pero es una actividad que, dentro de un conjunto, podría ser preventiva. Hacemos una conferencia con los padres, pero solo vienen un 10 o 20% de los padres y realmente no van los que deberían ir. También ayuda, pero no vienen todos y se hace sólo una vez al año, cuando debería hacerse bastantes veces al año. Realmente la mayor parte de los jóvenes no hace actividades deportivas o las abandona pronto, cuando es un protector muy importante. Hay que fomentar eso entonces. Al final lo que nos quedamos es en una prevención, como digo yo, de “chispazo” que no es una prevención de alto impacto: vienes, nos sacamos la foto, lo colgamos en el Facebook, en el Twitter, en el Instagram, lo ponemos en la web del colegio pero, realmente, cuando vamos a valorar ese tipo de actuaciones, el efecto es muy bajito. En cuanto a mis alumnos de la universidad, les pasa un poco igual: son alumnos que vienen de un mundo social donde han consumido drogas, han participado en el botellón y perciben la banalización del consumo a nivel social; y eso se da también en la universidad.
P. Por último, somos estudiantes de bachillerato y, por lo tanto, estamos en edades entre los 16 y los 18 años, época de inicio en el consumo de drogas. ¿Qué mensaje les enviaría a los adolescentes de nuestra edad?
R. Mi recomendación, siempre digo lo mismo, es que no consumáis drogas: nunca consumáis alcohol, ni tabaco, ni cannabis, ni cocaína, ni ninguna droga porque no te va a aportar nada bueno. En el consumo de drogas está comprobado, desde la primera a la última, que siempre existe un riesgo, mayor o menor, que depende de la edad, la cantidad, la frecuencia, incluso la genética de la persona y los factores familiares. Por lo tanto, no tiene nada positivo, absolutamente nada, el consumo de cualquier de sustancia. Ahora bien, si queréis consumir drogas, mi recomendación es que esperéis a los 20 años. Esto debería ser tan importante, deberíamos luchar tanto para conseguir esto... Y no porque lo digo yo, sino por los datos que tenemos hoy en día, sobre todo neuroanatómicos y neuroestructurales. Estos datos vienen a demostrar que cualquier consumo antes de los 20 años aproximadamente (22 o 25 dependiendo del estudio), toda sustancia que introduzcamos antes de esa edad, lo que va a generar es un daño estructural y realmente muchas veces ese daño estructural es crónico. Mi recomendación es que no se consuma, pero, si queréis consumir, es importante que esperéis a los 20 años. Haceos ese favor. No se trata de que me hagas un favor a mí ni a los profesores ni a los padres; es el mejor favor que os podéis hacer a vosotros mismos, igual que aprender inglés o continuar los estudios o practicar deporte o tener una buena alimentación. Retrasad al máximo el consumo de drogas.