María Soledad Soengas González (Agolada, 1968) es una microbióloga reconocida a nivel mundial por sus estudios sobre el cáncer de piel más común y letal, el melanoma. Actualmente es directora del grupo de Melanoma en el CNIO, desde donde reflexionó con gran pasión sobre su formación, su trabajo diario y el presente y el futuro de la ciencia y la investigación. Específicamente, analiza la situación de la mujer en la ciencia y reconoce que en su caso particular la clave puede estar en que se impone “retos más difíciles de lo que podría”.
PREGUNTA. ¿Por qué decidió dedicarse a una carrera científica y, concretamente, a la biología molecular?
RESPUESTA. Yo siempre he querido ser científica, desde que era pequeña. Yo con cinco años ya le decía a mi madre: “Mamá, yo quiero investigar, quiero ser científica”. Al principio me parecía que la química era lo más interesante porque yo la asociaba a investigación, a esos tubos que salen burbujeantes... Pero luego tuve buenos profesores de biología, me gustaba la biología y así empecé. La carrera la empecé en A Coruña cuando era colegio universitario. Los tres primeros años tuve una profesora de bioquímica muy buena, Esperanza Cerdán, entonces ahí ya me enganché a la bioquímica. Además, por otros gallegos también me enteré que había un centro de biología molecular en Madrid que era muy bueno, el mejor de España, y, como tenía muy buenas notas de los tres primeros años que había hecho en A Coruña, me vine a Madrid. Y así empecé a hacer la carrera de biología molecular.
P. En 1997 se trasladó al laboratorio Cold Spring Harbor, en Nueva York, donde estudió el papel de la apoptosis como un mecanismo supresor de tumores, centrándose en el melanoma. Desde entonces, toda su investigación ha girado en torno a este tema. ¿Por qué es tan importante el melanoma y qué la llevó a investigar sobre ello?
R. Cuando hice la tesis con Margarita Salas, que es una de las científicas más reconocidas en España, la pionera en biología molecular, trabajábamos en mecanismos muy sencillos, en cómo el ADN se divide. Y con esa pregunta yo me empecé a pensar en modelos más avanzados y me interesaba el cáncer. Pensad que nosotros trabajamos en un virus que infecta bacterias, un sistema muy simple. Entonces elegí Cold Spring Harbor porque tenía amigos allí y había científicos muy buenos como Scott Lou, que fue mi jefe después, una persona muy joven que estaba empezando en el laboratorio. Yo fui su segunda doctoral y me fui allí porque no tenía experiencia en trabajar en cáncer, pero me parecía una persona muy dinámica. Empezando con un laboratorio pequeño iba a tener más posibilidades de trabajar directamente con el jefe. Empezamos a estudiar apoptosis, que es muerte celular; es decir, cómo las células se mueren cuando responden a distintos estímulos. Pero las células tumorales son muy agresivas, no se mueren y dentro de las células tumorales, en aquel momento, una de las más agresivas era la del melanoma. Realmente llegamos al melanoma un poco por casualidad, haciéndonos las siguientes preguntas: “¿Por qué hay células tumorales que no responden a terapia? ¿Por qué no se mueren de esa forma dirigida que es la apoptosis?” Empecé en el melanoma y, además, era un reto porque todo el mundo me decía: “¿Y por qué vas a estudiar un tumor que es tan difícil? Estudia algo más fácil”. Pero a mí me parecía interesante y, dentro de la parte de Scott Lou, yo ya empecé a llevar mis propias investigaciones y empecé a conocer gente en el campo. (Luego, si queréis hablar de lo importante que es el networking, podemos ver la importancia que tiene hablar con otros científicos). Pues ahí decidí que quería trabajar sobre el melanoma y colaborar con otros colegas, ya que en ese momento no se conocían ni las bases moleculares ni se tenían terapias eficientes.
P. Ha trabajado en varios laboratorios de Estados Unidos y de España. ¿Qué diferencias percibe con los sistemas de investigación de otros países?
R. Varias cosas. Primero la financiación y el apoyo que se da a la ciencia. En España, en general, la sociedad entiende lo importante que es la investigación, pero los fondos que recibimos son considerablemente menores que en otros países. Tenemos como la mitad o la tercera parte de lo que se dedica a la investigación en Europa o en Estados Unidos. Eso por una parte, la financiación. Pero no solo es eso. Cuando yo me fui a Cold Spring Harbor, es verdad que los grupos de españoles eran muy potentes. Éramos muy buenos conceptualmente y muy buenos con las manos porque éramos muy cuidadosos y todos realmente nos apreciaban y se nos aprecia. Hay que tener en cuenta que aquí en España yo estaba en un laboratorio muy potente con Margarita Salas. Pero una de las grandes diferencias es que en Estados Unidos el abordaje es mucho más ambicioso. Mi jefe siempre decía:”Si te hace preguntas aburridas vas a tener respuestas aburridas”. Allí aprendí dos cosas importantes: una, lo que ellos llaman “the big picture”; es decir, qué quieres hacer que es diferente. Allí, en general, y ahora en España también, lo importante es pensar: “Yo no quiero repetir experimentos, yo quiero hacer algo nuevo”. Ese era el objetivo que teníamos allí, en el laboratorio. Entonces aprendes a ser ambicioso y a no tener miedo a desarrollar técnicas nuevas. Y el segundo punto que se aprende es la comunicación. Los americanos son muy buenos en presentar los resultados, en convencer al público, en convencer a otros compañeros de profesión y en convencer a los revisores de las publicaciones. Entonces allí aprendí también lo importante que es no solo lo que haces, sino cómo lo presentas.
P. Después volvió a España y, desde 2008, lidera el grupo de Melanoma en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). ¿Cómo es la situación para los científicos aquí, en España?
R. No nos vamos a engañar, la situación está difícil. Está mejor que cuando yo me fui a Estados Unidos, pero está difícil para gente que quiere volver y para los jóvenes, porque los fondos son reducidos. Pero también es verdad que ha cambiado bastante la situación. Por ejemplo, el centro en el que estoy yo, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, estamos en el Top 10, entre los diez mejores en investigación en Europa y a nivel internacional. Este es el CNIO, pero también hay otros centros muy potentes en Salamanca, Barcelona, Bilbao y en distintas ciudades. Pero, a pesar de que tenemos menos fondos, somos increíblemente eficaces. De hecho, podemos competir con menos recursos con grandes grupos porque creo que somos más inteligentes ya que buscamos mejor qué investigar para que sea un tema relevante y suficientemente novedoso para que nosotros podamos competir con los medios que tenemos. Para una persona joven como vosotros, desde luego que no os asuste que la ciencia es difícil, que no os asusten los problemas de presupuesto, que no os asusten los laboratorios, porque todavía estáis muy lejos. Vosotros lo que tenéis que hacer realmente es intentarlo. Y me parece muy bien lo que estáis haciendo ahora de entrevistarme a mí, por ejemplo, y supongo que a otra gente, para hablar con personas dedicadas a la investigación. Porque si os interesa la investigación, hay oportunidades de colaboración y hay becas. Nosotros en el CNIO tenemos programas como “CNIO & The City”, que podéis ver en la página web del centro, para darle la posibilidad a estudiantes como vosotros, de bachillerato, para que puedan venir aquí a hacer una inmersión, para que vean cómo funciona. Y luego hay acuerdos que se pueden establecer entre el CNIO y distintos institutos o centros educativos, al menos para verlo y luego colaborar. En vuestro caso, que estáis en Galicia, hay centros muy buenos en Santiago, en A Coruña, en Vigo. Entonces, yo os recomendaría que intentéis hablar con gente para primero ver el centro y luego ver si podéis ir en verano a hacer prácticas. Y, en general, la gente que tiene buen expediente, que tiene interés y que, además, tiene profesores que los apoyan suelen encontrar posibilidades de empezar así como voluntarios en algún laboratorio para ver si eso os gusta.
P. ¿Tiene algún hábito que le haya ayudado a llegar a donde está?
R. Yo creo que dos. No sé si son hábitos, pero son una actitud de vida. Una es que soy muy inconformista y, a lo mejor, un poco competitiva en ese sentido. Yo me acuerdo cuando estaba en cuarto de EGB y un niño me dijo: “Voy a sacar mejores notas que tú”. Y yo le dije: “Pues no”. A partir de ahí empezaba a estudiar. Entonces esos son retos que yo me pongo a mí misma. Creo que una de mis cualidades es que yo me impongo retos que son más difíciles de lo que podría. Cuando me vine a Madrid pregunté cuál era el mejor grupo de investigación y me fui a hablar con Margarita Salas. Luego, cuando estuve en Cold Spring Harbor, también pregunté cuál era el mejor laboratorio. Entonces creo que eso me ayudó mucho: no conformarme e intentar buscar los mejores en cada momento.
Ahora creo que que lo que también me ayuda es la actitud de colaborar. Nosotros tenemos muchos proyectos en ciencia que se piden conjuntamente con otros centros de investigación. Lo que te das cuenta es que avanzas más cuando colaboras. Entonces, a la gente que tiene buena actitud, que comparte, que cede reactivos, que presenta resultados antes de que estén publicados, les va mejor. En vuestro caso, yo lo que digo siempre, es que no os conforméis. Si hay algún laboratorio que os parezca interesante, que no os dé miedo porque el no ya lo tenéis. Y si te dicen que no en un sitio, lo intentas en otro.
P. En el tratamiento de melanoma se ha avanzado mucho, pero, cuando ocurre la metástasis sigue siendo temible. ¿Cree que algún día tendremos un método para predecir el riesgo de metástasis?
R. En eso ya se está trabajando, en melanoma y otros tipos de tumores. Lo interesante en estos tumores agresivos es identificarlos cuanto antes. Cuanto antes es diagnosticado, mejor y luego se trata mejor. Ya se ha avanzado mucho en este tumor. De hecho el melanoma es uno de los ejemplos en los que la investigación básica realmente está teniendo bastante éxito porque, cuando yo empecé, la vida media de los pacientes con melanoma y metástasis (cuando ya está diseminado) era un año más o menos (de 10 a 12 meses). Y solo respondían al tratamiento el quince por ciento de los pacientes. Ahora hay ensayos clínicos en los que están respondiendo entre el sesenta y el setenta por ciento de los pacientes con metástasis y se están haciendo estudios para prevenir las metástasis. Curar es una palabra muy redonda. Curar es difícil pero, al menos, extender la vida media y que el paciente viva mejor, eso se está consiguiendo ya en melanoma, en mama, en pulmón o en vejiga. Queda páncreas, pero se está avanzado también mucho.
P. Su grupo de investigación se encarga de pasar las investigaciones y descubrimientos a las clínicas. ¿Qué sensaciones tiene cuando ve el resultado de su trabajo aplicado en la práctica real en un paciente?
R. Esa es una de las grandes satisfacciones de mi vida. A mí me gusta mucho la investigación y disfruto mucho cuando tenemos resultados y estoy muy orgullosa de trabajos que hemos publicado en investigación básica, pero en investigación aplicada también. Pero la primera vez que se presentó en público no lo presenté yo, fueron clínicos. Presentaron el resultado de una paciente en el que se veían las metástasis antes y después del tratamiento con un compuesto que es de una compañía, una biotec, Bioncotech Therapeutics, una compañía que yo cofundé. Yo ya no estoy implicada en los ensayos clínicos porque eso requiere una experiencia específica y son médicos los que hacen los ensayos en pacientes. Pero ver que un resultado de mi grupo que dio lugar a un compuesto que luego una compañía desarrolló y mejoró y está probando en pacientes y los pacientes están respondiendo, realmente es una gran satisfacción porque no ocurre muy a menudo y porque se tarda mucho y con un equipo muy grande de gente.
P. Hace poco se celebró el Día de la Mujer en la Ciencia. ¿Ha sufrido usted algún tipo de discriminación a nivel profesional? ¿Cree que mejorará la situación para las científicas en los próximos años?
R. Esta pregunta me la hacen mucho porque además yo coordino el grupo ASEICA Mujer. ASEICA es la Asociación Española de Investigación contra el Cáncer y dentro del grupo ASEICA Mujer tenemos muchas actividades para visibilizar a la mujer, el talento femenino y para apoyar su liderazgo. Por eso muchas veces me preguntan si a mí personalmente me han discriminado. Yo siempre digo que no; discriminación en sí no. No creo que haya avanzado más o menos por ser mujer, pero porque también he trabajado mucho, porque yo también tenía un curriculum muy bueno cuando estudiaba, porque tenía buenas publicaciones en la tesis, porque luego en el posdoctorado trabajé mucho y porque ahora trabajamos mucho. Entonces, digamos, que no he dado opción. Eso también es verdad. Pero lo que sí he pasado y continuamente son comportamientos paternalistas o actitudes que demuestran sesgos y prejuicios. Eso nos pasa a las científicas continuamente. No que te discriminen pero sí que te traten de modo diferente por ser hombre o ser mujer. Lo que pasa es que se está mejorando mucho: las mujeres cada vez somos más vocales, participamos más, se nos llama más... Es impensable ahora, por ejemplo, un congreso en el que no haya un equilibrio de ponentes masculinos y femeninos. Estamos en muchos comités. De hecho, estamos en casi más comités que los hombres.
Es una cuestión de tiempo, de educación, y por eso vosotras, las que estéis ahí en el instituto, es importante que penséis que se puede llegar al puesto que vosotras queráis. Si quereis ser jefas, jefas, o si queréis dedicaros a otra cosa, otra cosa. Que no os limite ser mujer porque no tiene porque ser un impedimento, porque ya se están estableciendo políticas de igualdad, pero, además, hay mucha conciencia en las empresas de que esas cosas tienen que cambiar. A vosotras os toca no conformaros. Si veis actitudes machistas, protestad.
P. En una entrevista en El País afirmó que “la investigación es dura”. ¿A qué se refería con esto?
R. La investigación es dura porque te enfrentas casi siempre a cosas que no van a funcionar, te enfrentas a la incertidumbre. Particularmente cuando estudias tienes proyectos muy ambiciosos o proyectos en los que no hay seguridad de éxito y te tienes que enfrentar a que a veces los proyectos no funcionan. Y, de hecho, en los laboratorios la mayor parte de las veces no funcionan los experimentos porque tú pruebas y tienes que cambiar las condiciones, volver a probar y, entonces, es difícil porque tienes que tener una gran autoconfianza para superar todos esos problemas cuando los experimentos no funcionan. Por esa razón, depende mucho del jefe o la jefa que uno tenga porque un buen jefe lo que hace es que limita, reduce todos esos procesos de que las cosas no funcionen y te lleva por un mejor camino, ya que tiene mejores medios. Pero eso hay que tener una cierta autoconfianza. Luego es duro porque está mal pagado, porque dedicamos muchas más horas que en otras profesiones. Por ejemplo, aquí en el CNIO no se trabajan ocho horas, pero no porque nos lo impongan sino porque no queremos. Yo cuando entrevisto gente les intento convencer o indicar que realmente en ciencia te tiene que gustar lo que haces y, cuando te gusta, entonces le dedicas todo tu esfuerzo. Hay gente que trabaja ocho horas, hay gente que trabaja diez, hay gente que trabaja doce; eso ya depende de cómo cada uno se organice. Pero es intenso porque no te puedes parar ya que en centros como el nuestro no somos funcionarios. Aquí no hay funcionariado y entonces cada cinco años nos evalúan. Eso quiere decir que tienes que tener una productividad, que tienes que mantenerte activo, que tienes que estar al frente de tu campo... Por eso es duro. Pero yo no lo dejo por nada. Yo prefiero este trabajo a cualquier otra cosa y, además, cuando ya llegas a un puesto de responsabilidad también tienes muchas satisfacciones. Yo ya no hago experimentos, pero tengo la suerte de dirigir a gente y me gusta mucho cuando ellos son los que avanzan y son ellos los que proponen experimentos.
P. Las nuevas tecnologías están permitiendo a muchos científicos ganar presencia mediática. Usted misma concede muchas entrevistas. ¿Qué rol cree que deben tener los científicos para reivindicar el papel de la ciencia en la actualidad y en el futuro? Y, por otro lado, ¿cómo valora usted la divulgación y la apertura de la ciencia a la sociedad?
R. La comunicación y trasladar a la sociedad lo que hacemos es esencial. Hoy por hoy los investigadores tenemos esa responsabilidad de explicar lo que hacemos. Herramientas como Twitter, Facebook, Instagram o los blogs son importantes. Ahí ya depende cada uno cómo lo quiera enfocar porque hay comunicadores y hay divulgadores, pero no es lo mismo necesariamente. Pero es importante y aquí, en el CNIO y en casi todos los centros grandes de investigación, tienen equipos de comunicación que es gente especializada; algunos de ellos con formación en ciencias, pero que está especializada en periodismo y está especializada en comunicación. Si entráis en nuestra página, tenemos vídeos en el canal de Youtube con entrevistas a distintos jefes. Y eso no se puede descuidar, por lo que cada vez más, sobre todo en ciencias, se utiliza mucho Twitter porque es muy inmediato y así la gente sabe lo que estás haciendo en cada momento. Pero también se utilizan otras plataformas y cada vez más. Eso para comunicación. Pero las tecnologías están llegando a la ciencia en distintos aspectos como, por ejemplo, la inteligencia artificial. Hoy por hoy, mediante el “big data” analizamos la comunidad científica miles de muestras de pacientes. Por eso hay especialistas en matemáticas, en bioinformática, en estadística que tienen un hueco muy importante en la ciencia y en los laboratorios. Se trata de una integración de muchísima información que está funcionando. Ahora, por ejemplo, en melanoma hay ordenadores a los que se les ha enseñado a distinguir lunares benignos de melanomas malignos y, de hecho, son incluso mejores que algunos dermatólogos o dermatólogas. Con la inteligencia artificial está llegando entonces otro tipo de impacto de la tecnología en la ciencia.
P. En la misma entrevista que citábamos antes de El País, afirmó que los gobernantes no saben el valor de la investigación. ¿Qué cambios propondría usted para que la ciencia obtuviese un mayor apoyo por parte de la clase política?
R. En eso estamos trabajando muchísimo y de hecho ayer me nombraron tesorera de la COSCE, la Confederación de Sociedades Científicas de España. También estoy en la junta de directiva de la Asociación Española de Investigación Contra el Cáncer y en estas sociedades que están integradas por científicos de distintas disciplinas, uno de los puntos que tenemos es llegar a la administración. Es curioso porque, cuando te entrevistas con políticos de distintos partidos, todos dicen que les interesa la investigación. Dicen que la investigación es muy importante y que son conscientes de que realmente en la ciencia también hay progreso pero luego el problema es la implementación. Eso es lo que pasa. No sé si es que se les olvida o realmente porque los fondos no son suficientes. Entonces nosotros les tenemos que estar recordando desde distintas asociaciones que hay que apoyar muchísimo más a la ciencia porque los recortes han sido realmente muy importantes. ¿Cómo lo estamos haciendo? Pues con campañas en los medios, pero se está también hablando con políticos. Por ejemplo, el lunes hay una reunión, un debate, de miembros de la COSCE con distintos partidos políticos. Luego estamos intentando que haya asesores de ciencia en el Parlamento. Hay una iniciativa que se llama “Ciencia en el Parlamento” y es precisamente para que haya asesores científicos. Eso es, por ejemplo, en Estados Unidos muy importante y aquí todavía no, pero es algo que se está intentando hacer.
P. Ha recibido una gran cantidad de premios por sus descubrimientos y avances en el estudio del melanoma. ¿Cómo se siente cuando es galardonada por sus investigaciones y qué significado han tenidos estos premios para su carrera científica?
R. A todo el mundo le gusta recibir premios y todos son importantes, vengan de una asociación pequeña o de un congreso muy grande porque, como la ciencia es muy difícil y tardas muchos años en conseguir resultados, cuando te lo reconocen, sobre todos tus compañeros de profesión, eso es muy importante. Premios que te dan en reconocimiento a la trayectoria científica o por el impacto de las investigaciones, porque las investigaciones ayudan no solo a otros científicos, sino que aquellas que pueden llegar al paciente te sientan muy bien. Pero también es importante aclarar que los premios no son solo míos, sino del equipo. Entonces para mí es un orgullo que su trabajo también se reconozca.
Luego hay otros premios que también me están dando últimamente por el apoyo a la mujer y en Galicia he tenido varios. Y eso me hace mucha ilusión también. Y no son solo premios, sino que yo nací en una aldea del monte que casi no viene en el mapa (la encontráis en la zona cerca de Agolada) y me hicieron un acto en el ayuntamiento de Agolada con bandas de música. En internet lo podéis encontrar. Y me hizo mucha ilusión porque eran estudiantes como vosotros, de vuestra edad más o menos, y me dieron una placa que se puso en un pasillo, un pasillo de la ciencia. Además, tenían una banda de música y eso también me hace mucha ilusión.
P. Como ya hemos dicho al principio, estamos en una época en la que tenemos que tomar decisiones sobre nuestro futuro profesional. ¿Qué le diría a los jóvenes (y en particular a las mujeres) para incentivar las vocaciones científicas?
R. Lo que os decía antes. Primero tenéis que pensar un poquito qué os gusta y a lo mejor no lo sabéis, porque es verdad que estáis en una fase en la que os pueden interesar muchas cosas. Yo lo que os recomendaría es que invitéis a gente, -seguro que encontráis profesores o investigadores en distintos laboratorios que os pueden ir a dar una charla al centro-, que os informéis. Luego que nos os asuste que vengáis de una ciudad pequeña. Yo nací en una aldea. También, que no os asuste que no tengáis muchos medios o que vuestra familia no tenga medios porque hoy por hoy hay muchas becas. Lo que sí que yo recomendaría es que no os quedéis quietos. Hay, por ejemplo, programas Erasmus cuando ya se empieza la carrera y con esos programas uno puede ir fuera. Yo recomendaría que penséis cuáles son vuestras mejores facultades: si habláis bien, si escribís bien, si sois curiosos; entonces por ahí os tenéis que enfocar. Luego, hablad con gente e intentad invitar a gente que os puedan contar sus historias y luego probad. Estáis en una fase muy inicial y hay todavía muchas cosas que hacer y luego que estudiar. Eso ya es cosa de cada uno. Pero cuando empecéis a estudiar no os quedéis quietos. Es muy importante que el currículum lo vayáis construyendo desde el principio. El currículum no es solo lo que estudiáis en clase, eso no os va a llegar. Hagáis lo que hagáis y estéis donde estéis, intentad dar un paso más porque vais a competir con mucha gente que ese paso lo va a dar. Estéis donde estéis, si hay algún trabajo que se pueda hacer, pues os apuntáis a hacer el trabajo; si tenéis la posibilidad de hacer una visita, hacedla, llamad a los centros de investigación... Nosotros, por ejemplo, en el CNIO tenemos puertas abiertas y podéis venir con el instituto. Claro, es en Madrid. A lo mejor a vosotros en Galicia os es más fácil. Pero se pueden hacer cosas. Y ya la profesión de cada uno, ahí sí que no puedo ayudar. Eso lo tenéis que decidir vosotros.