Pascual Durá Irles, capitán del pesquero “Nuestra Madre Loreto”, rescató a 12 refugiados que huían de la guardia costera libia. Un momento que él recuerda “como algo agónico” y que fue seguido de una odisea de 10 angustiosos días sin poder desembarcarlos en ningún puerto europeo cercano hasta que el gobierno español finalmente negoció con Malta su acogida inicial después de múltiples presiones tanto del propio patrón como de los medios de comunicación que siguieron con atención el caso. Cuando llegaron a bordo, los migrantes “estaban exhaustos, agotados; seguían tirados por el suelo como si hubiesen hecho una maratón”. Pero su objetivo después del infierno de Libia estaba claro: “Querían llegar a un país libre, en el que no estuvieran perseguidos por nadie ni pasen ese tipo de calamidades”. Y eso consiguieron con el apoyo logístico de Open Arms y la fuerza de la opinión pública a través de los medios de comunicación y las redes sociales.
PREGUNTA. Usted es patrón de pesca y su trabajo en el Mediterráneo es muy diferente a lo ocurrido una noche a finales de noviembre de 2018. ¿Cómo recuerda el momento en que recogió del mar a los refugiados?
RESPUESTA. El momento en el que recogí a los refugiados lo recuerdo como algo agónico, un momento de desesperación en el que no sabía qué hacer. Ver a unas personas batallando con guardacostas por su vida, luchando, corriendo, tirándose al agua… Lo ves como algo inimaginable. Creo que es una sensación que no se puede explicar. Sólo sabes que nada va bien y que tienes que actuar.
P. ¿Cómo reaccionaron al ser rescatados y llevados a la cubierta de su pesquero de 24 metros? ¿Cómo fueron esos primeros momentos del encuentro a bordo?
R. Los primeros momentos fueron de verlos tirados por el suelo, agotados y medio muertos. En algún vídeo se ve cómo uno cuando sube cae directamente desplomado al suelo. Además, ese hombre estaba enfermo del corazón y lo tuvimos que evacuar. En el suelo ellos vieron que nosotros estábamos prestados a auxiliarlos dándoles agua caliente para ducharse, porque estaban todos mojados. Repartimos toallas, le ordené al cocinero que hiciera una cena caliente para estas personas. La verdad es que estaban exhaustos, agotados; seguían tirados por el suelo como si hubiesen hecho una maratón.
P. Usted conoce bien el mar. ¿Qué peligros se pueden encontrar los refugiados al cruzar el Mediterráneo y los marineros al rescatarlos?
R. Los refugiados en sí tienen varios peligros. Por un lado, el mal tiempo. No sé si las mafias que mueven todo esto tienen en cuenta el tiempo, pero a veces es bastante impredecible. De un día a otro se puede poner un temporal y adiós patera. Por otra parte, tienen el peligro de que les persiga una patrullera y pase lo que les pasó a estos chicos. Yo cogí a 12, pero no me olvido de que se fueron 26 con los demás. Yo no sé si este día están en este mundo. Por otra parte, pueden quedar sin gasóleo. Más de una vez ha pasado esto. Hay historias de pateras que se quedan sin gasóleo y que otros barcos les han tenido que prestar. Y, por último, yo creo que uno de los peligros sería que no llegasen a su destino. Que a lo mejor se perdiesen y no llegasen a ningún punto. De Libia a Malta hay unas 230 millas aproximadamente, donde podrían no llegar a ningún destino o que el barco que los divise sea de bandera africana y los devuelva a su sitio.
Por parte de gente como yo y mis compañeros de pesca, un ejemplo: un compañero mío rescató una patera hace 8 o 9 años y la gente se le amotinó. Tiraron una bombona que ellos pensaban que era butano pero que, gracias a dios, era de fenol. Querían hacerlo explotar. Otro peligro es lo que me pasó a mí: que ningún gobierno de Europa te abra las puertas para auxiliarte.
P. ¿Nos puede hablar un poco de los rescatados (niños, enfermos, adultos, familias…)? ¿Cuáles eran sus temores y sus ilusiones más grandes?
R. Su temor era ser devueltos a Libia. Como temor creo que ese era el principal. No sé si pensaban en comestibles o gasóleo; ellos ya estaban encima del barco y se veían a salvo, al menos por un parte. Ellos lo único que querían era no volver a Libia. ¿Ilusiones? Pues llegar a tierra. Europa: Malta, Italia, España; a donde fuera. Querían llegar a un país libre, en el que no estuvieran perseguidos por nadie ni pasen ese tipo de calamidades.
P. ¿Cómo alteró el tener una docena de personas más a bordo el día a día en el barco y sus planes de trabajo?
R. Mis planes de trabajo... La verdad es que estaban en remontada; llevaba algunos días malos de pesca y unos días antes empezó ya a mejorar la cosa. El tema es que en la pesca te tienes que mover en todo momento porque si te quedas en el mismo sitio, agotas la zona. A mí aquello me “obligó” a no salir de la zona en la que estaba. Pude trabajar unos pocos días hasta que vi que mis capturas comenzaron a bajar considerablemente. Cuando hubo mal tiempo normalmente yo hubiera huido a otra zona, ya que habría mejor clima para trabajar, o a lo mejor ampararme detrás de alguna costa, pero eso no lo pude hacer por las restricciones que uno tiene cuando pasa esto; no te puedes mover. Después de unos días del rescate fuimos al encuentro de Open Arms, hacia el Noreste. Digamos que allí las capturas ya eran cero. Después, como mis capturas fueron a menos, tuve que ir a zonas con mala pesca y me tuve que quedar sin trabajar después para ahorrar gasóleo y combustible. Así que me trastocaron un poco en el sentido que tuve que dejar de trabajar unos días y cambiar la ruta. Una vez descargué a estos inmigrantes en Malta ya no me daba tiempo a ir a las zonas de las que me alejaba (las zonas de buena pesca), así que tuve que ir a otras zonas menos provechosas. Las pescas fueron muy inferiores a lo esperado.
P. Usted se negó a desembarcar a las personas rescatadas en Libia. ¿Por qué?
R. Principalmente nos negamos a desembarcar por la seguridad de estos chicos y la nuestra también. Yo me imagino que tal vez a nosotros no nos hubiesen hecho nada, aunque yo haya dicho otras cosas por ahí; que era más peligroso para nosotros… Corríamos peligro pero no tanto como ellos. Me negué principalmente por el peligro de ellos, y luego, por el nuestro. Concretamente, me ofrecieron que viniese una patrullera libia y estuve intentando retrasar el momento de su llegada hasta que Libia abortase su misión.
P. Como consecuencia de esta negativa durante más de 10 días ningún país europeo aceptaba acoger a los refugiados. ¿Por qué cree que sucedió esto y qué supuso para los refugiados y la tripulación?
R. Estamos en unas épocas en que la extrema derecha está avanzando muy fuerte en nuestro continente. Hay un discurso muy populista sobre la invasión de estas personas. Creo que en Italia gobierna la extrema derecha y Malta está a tope de refugiados. Malta es una isla muy pequeña, pero me consta que está llena de pateras y no dan para más. El discurso populista y las elecciones andaluzas en España creo que también fueron un factor muy importante para determinar que no se pudiese llegar a España, Italia o Malta en los primeros momentos.
P. Le contó al diario El Mundo que tenía miedo de un motín. ¿Tan dura fue la situación?
R. Sí. Hubo momentos de desesperación en los que… Nosotros éramos 13 y ellos 12. Había momentos de tensión, en los que no sabes cómo tranquilizar al personal. Siempre corres el riesgo de un motín. Eso pasa en el día a día en cualquier embarcación, imaginaos con 12 personas desesperadas por llegar a nuestro continente.
P. La ONG Open Arms acudió en su ayuda. ¿Qué significó esto para ustedes y para los refugiados?
R. La ONG para los refugiados no les significó mucho porque no los sacaron a ningún sitio. Pero para nosotros era un rayo de esperanza. Yo recuerdo la primera vez que vinieron. Para mí fue una alegría tener un apoyo cercano. Cuando tienes la responsabilidad sobre algo como esto siempre necesitas un poco de ayuda, por muy mínima que sea. Recuerdo que durante la tempestad se tuvieron que ir dos o tres días y la verdad es que, hasta que volvieron, lo pasé muy mal. Durante ese tiempo estábamos solos, sin ayuda, sin amparo de nadie y las cosas no pintaban nada bien.
P. Sin embargo, el gobierno español les puso trabas e incluso les indicó que no podían volver a su puerto, Santa Pola, con las personas rescatadas a bordo. ¿Qué piensa usted de esa actitud de las autoridades?
R. Pues me parece una vergüenza, la verdad. Una vergüenza y no tener ni una pizca de humanidad al tener a gente en la situación en la que estábamos; solo pensar en votos, votos y votos… Yo el problema que veo es que cuando dije “vamos a Santa Pola” la vice-presidenta del gobierno envió un mensaje a salvamento marítimo para que a su vez me lo remitiese a mí en el que me decía que iba a ser el único responsable de estas personas; para mí eso es una amenaza en toda regla. La verdad es que me dio igual y yo seguí tirando para delante y fue cuando se pusieron las pilas. Pero es una vergüenza que un gobierno que unos meses antes trajo a 500 personas de una zona muy cercana a la mía, en mis días se negara a traernos a nosotros. Sabiendo que ni lo hemos buscado ni tenemos culpa de nada; simplemente hicimos lo que toda persona humana hubiera hecho.
P. ¿Cree que España y Europa están haciendo lo suficiente para ayudar a los refugiados? ¿Cómo piensa que se puede y debe solucionar esta situación tan dramática para tanta gente?
R. No creo que España ni Europa estén haciendo lo suficiente. Principalmente porque siguen negando la entrada a los refugiados. En países como Italia están devolviendo a estas personas. Es la misma problemática: la rueda que nunca deja de girar. Como solución, la verdad es que como no soy político y no sabría opinar correctamente sobre este tema. Pero lo que sí puedo decir es lo que estamos hartos de decir a nuestros gobernantes: que, aunque siempre dicen que son muy caritativos, que aportan mucho dinero a los países africanos y demás cosas, que al fin y al cabo son milongas. Al final, ese dinero no sirve para nada. Lo único que permite es seguir guerreando y seguir provocando que la gente huya de sus países.
P. Su familia ya había rescatado a más de 80 inmigrantes en varias ocasiones en 2006 y 2007. Usted participaba en aquella ocasión como marinero y su padre como patrón. ¿Qué diferencias y similitudes hubo entre las dos experiencias?
R. Aquel día con mi padre yo no trabajaba en el mar. Estaba a punto de enrolarme en ese viaje, pero al final no lo hice. Sí que trabaje en una embarcación que rescató a refugiados posteriormente. Fue un martes 13 de noviembre del 2007 y eran solo 4 personas. Fue muy diferente. Aquello en cuatro días se solucionó. No tuve todo ese agobio de que la responsabilidad era mía única, porque solo era marinero. Sabía que los que gestionaban todo, que eran los patrones del momento, lo estaban haciendo correctamente. Tenía fe en esas personas.
Lo de mi padre la verdad es que desde tierra se vio como algo increíble, pero hasta que no viví la misma situación en mi propio barco no llegué a comprender lo verdaderamente mal que se pasa en esa situación.
P. ¿Por qué cree que es poco frecuente que barcos que no sean de ONG rescaten a inmigrantes y refugiados?
R. Esa es una respuesta fácil. Tengo compañeros de otros barcos que han ayudado a gente como esta y las autoridades lo único que han hecho es dificultar la situación. Por eso,cuando la gente escucha cosas como esa, piensan que, como rescaten a una patera, se les cae el pelo, simplemente.
P. Si se viera en la misma situación en el futuro, ¿qué haría? ¿Qué cambiaría del modo de actuar que tuvo en noviembre de 2018?
R. Lo haría igual. Tal vez avisaría antes a la prensa; porque la prensa, una vez lo vio todo, fue uno de los principales movimientos que ayudaron a que nos salváramos. Si no hubiesen hecho saber lo que pasaba, igual nosotros seguiríamos así por un buen tiempo. Al gobierno le da igual, porque no pierde votos si nadie se entera. La crispación de la gente, movida por la prensa, fue lo que hizo que el gobierno actuase. Por el resto haría lo mismo.
P. ¿Qué mensaje nos daría a nosotros, los jóvenes, en cuanto a nuestra actitud y nuestras acciones ahora y en el futuro ante una situación tan terrible como la que ocurre a diario en el Mediterráneo? ¿Qué cree que debemos hacer?
R. Yo también soy joven y creo que España tiene una juventud brillante en todos los ámbitos. De corazón... Creo que este país tiene una juventud fantástica que está creciendo sabiendo lo que es la igualdad. Tal vez cuando era más joven no conocía tantos extranjeros y la gente se extrañaba por el color de su piel… Hoy en día la cosa ya es diferente, la gente está acostumbrada a que, independientemente de color, son tus compañeros, son tus amigos, son tus hermanos… Como tengo fe, solo puedo decirle a esta juventud que siga por este camino, que siga viviendo y que son el futuro de este país; sin ellos nosotros no vamos a ser nada.