Jean Pierre Hannequart es licenciado en Derecho Europeo por la Universidad de Lieja, profesor de la Universidad Libre de Bruselas, investigador en el Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Louvain-La-Neuve y en el Instituto Europeo de Política Ambiental. Fundador de la Asociación de Ciudades y Regiones para el Reciclaje y la Gestión Sostenible de Recursos (ACR+), ex-Presidente de Honor de la Fundación para la Economía Circular (FEC) de la que sigue siendo asesor. Ha sido también Director General del Instituto de Bruselas para la Gestión del Medio Ambiente (IBGE) desde 1989 hasta 2015.Ha publicado varios libros sobre política medioambiental europea, entre ellos: La Politique de Gestion des déchets (1983); El derecho comunitario en materia de residuos (1996); European Waste Law (1998), Municipal Waste in Europe: Towards a European Recycling Society (2009) y más recientemente, Circular Economy: The political and legal ambition of the European Union (2018).
PREGUNTA. La gestión de residuos y el uso excesivo de los plásticos son algunos de los mayores retos ambientales de nuestro siglo. ¿Cómo puede la economía circular ayudar a solucionar este grave problema global?
RESPUESTA. Todo depende de lo que se entienda por economía circular. Si la definición es reducir, reutilizar y reciclar los recursos, eso significa que se pueden reducir los residuos y los plásticos y entonces se van a reducir los problemas que están en relación con ellos. Con la reutilización de bolsas de plástico se producen menos plásticos y tenemos menos residuos al final. Y el reciclaje también es posible. Es difícil a nivel del plástico, pero hay un cierto porcentaje de plásticos que pueden ser reciclados y si se recicla el plástico, no tienes que producirlo ni tirarlo y encontrarás menos residuos.
P. Entonces, la economía circular diría que, además de reciclaje, ¿es algo más? ¿Es economía? ¿Es sostenibilidad también?
R. La economía circular para mucha gente significa reciclar. Realmente es cerrar el circuito de utilización, de la producción y del uso de los recursos. Es buscar un nuevo modelo de gestión de los recursos del planeta con muchos menos impactos ambientales, y reducir el consumo de recursos, pero también la producción, la contaminación, que va con la utilización de esos recursos.
P. ¿Cómo ha sido su carrera dentro del ámbito medioambiental? ¿Qué experiencias destacaría y por qué?
R. Fue en Argelia cuando tenía que hacer el servicio militar. Después de dos años fuera del sistema europeo, cuando volví, tenía dificultades para adaptarme a la sociedad europea y fue en el tema de la ecología en el que aparecía esta cuestión. Estaba la cuestión de la energía nuclear, de los pesticidas, la contaminación, etc... Como había hecho derecho europeo fui tratando de incluir en mi trabajo la cuestión medioambiental. Fui buscando una beca y encontré una para el Consejo de Europa, incluso una para la OTAN. Después, para la Universidad de Lovaina. Desde el principio he trabajado sobre todo con el tema de los residuos. Me ha parecido que incluye los dos aspectos del problema medioambiental. El problema de recursos limitados y, por otra parte, el problema de contaminación. La gestión de los residuos es transformar los residuos en recursos y limitar la contaminación por los residuos. Es un tema especialmente interesante a nivel de política de prevención, de política de productos y de política de economía circular.
P. Usted es Presidente de Honor de la Fundación para la Economía Circular. ¿En qué medida le permite este puesto trabajar para conseguir una economía más sostenible?
R. En realidad ya no soy presidente de la Fundación. Como presidente tenía que actuar bastante en España y vivo en Bélgica y hacer el viaje en avión cada mes de Bruselas a Madrid. Ahora trabajo como consejero “advisor” para la Fundación. El último trabajo que he hecho para la Fundación es sobre qué hacer a nivel de la política de plásticos. Trabajo sobre demanda cuando ellos me lo solicitan.
P. También ha trabajado en la Unión Europea. ¿Cómo ha avanzado en materia de gestión de residuos el marco legal y jurídico de la Unión?
R. He trabajado durante cinco años en el Parlamento Europeo, después como consultor para algunos servicios de la Comisión. Siempre la cuestión clave es la armonización de verdad. El problema es que, en muchos casos, se hacen recomendaciones a los estados miembros. Pero eso deja libertad completa y, al final, cada uno hace algo y se llega a una situación peor, porque no hay armonización ni coordinación de todos los actos que se hacen. He trabajado mucho sobre la cuestión de un derecho europeo obligatorio. La interpretación de una directiva es un acto jurídico obligatorio y no es aceptable si un estado hace solamente una recomendación. Se ha hecho una directiva global sobre residuos; después, una directiva sobre vertederos, sobre las plantas de incineración; después, sobre el reciclaje, sobre los flujos: los residuos peligrosos, los aceites usados, los envases, las baterías... Es un derecho que me parece bastante coherente, racional y que la gente tiene que entender para respetarlo e implementarlo realmente.
P. A su juicio, ¿cuáles son los principales problemas de sostenibilidad que afronta ahora Europa?
R. Se habla mucho del cambio climático y, efectivamente, tenemos que cambiar nuestro modo de vida, si no, vamos a ir a un problema enorme de supervivencia. Pero también hay otros aspectos medioambientales que son preocupantes: la biodiversidad se reduce de una manera increíble cada año en el planeta; el aire se contamina siempre más en la ciudades; o hay demasiada agua e inundaciones o la gente tiene el problema de escasez de agua y la desertificación se incrementa. El problema de la sostenibilidad es que estamos en un círculo vicioso. Todos los aspectos medioambientales ahora son problemáticos en relación con la organización humana, con el modo de vida. Estamos ante la necesidad de un cambio de la civilización.
P. ¿Usted cree que se aplica realmente la normativa europea en toda la Unión? Por ejemplo, en Galicia.
R. No voy a hablar de Galicia porque no sé hasta qué punto se aplica. Hay problemas de implementación, a nivel de la velocidad con la cual se traducen las normas europeas. Cada estado hace como si hiciese una nueva ley. Hay un intento de desmarcarse y eso conduce a una desarmonización. Si tomas la definición de reciclaje,- hay una definición a nivel europeo de reciclaje-, pero hay muchos que intentan incluir dentro de ella la valorización energética que legalmente no es posible, si sigues el derecho europeo. Pero algunos estados, regiones o miembros utilizan este concepto de reciclado con mucha confusión.
P. ¿Cómo podemos las personas en nuestra vida diaria ayudar a lograr una economía ambientalmente sostenible? ¿Qué podemos hacer para ayudar?
R. El cambio se necesita a todos los niveles: a nivel individual, a nivel colectivo, a nivel del sector privado y del público. Hay que hacer algo al nivel en donde se está: lo que comes, cómo te mueves, dónde vives. Hay posibilidad de actuar en favor del medio ambiente a nivel individual o a nivel de la familia. Después, está la cuestión de si se puede militar un poco y favorecer a ciertas organizaciones o asociaciones. También hay muchos movimientos sociales en los cuales se puede actuar. La juventud actúa en Bélgica cada jueves; está en la calle diciendo: “Hay que cambiar el sistema, no el clima”. Hay un montón de iniciativas privadas pero hace falta la intervención del poder público. Se necesitan responsables políticos que estén convencidos de a dónde hace falta ir y que den direcciones, orientaciones e impulsos muy claros. Eso se necesita a todos los niveles en donde haya autoridad política: en el municipio, a nivel regional, nacional, internacional. Probablemente ahora el nivel más problemático es el nivel mundial, pero esta no es una razón para no actuar a nivel local ni a nivel individual.
P. Está ahora muy de actualidad el tema de los microplásticos. ¿Cree que es solo una moda, o, por el contrario, es un problema ambiental grave?
R. Es un problema enorme. Hemos percibido que hay islas de plástico en los mares en el Pacífico, incluso en el Atlántico o el Mediterráneo. Hay muchos plásticos que se ven y eso preocupa a la gente. Por eso hay una reacción ahora: se organizan pescas de plásticos y se quieren prohibir ciertos tipos de plásticos que se ven. La cuestión es que cada vez hay más estudios e informaciones de que hay microplásticos que contaminan toda la cadena alimentaria en los mares. Eso viene de los textiles y de los cosméticos. La gente todavía no lo sabe, no es consciente de eso. Y es más grave porque eso no se ve y se acumula poco a poco. Es absolutamente necesario hacer algo. Incluso a nivel europeo. Hasta el momento estamos con los plásticos que se ven. Todavía hay debate de si se puede hacer algo a nivel de los microplásticos. Estamos en una situación en las que algunas empresas dicen que van a hacer algo por iniciativa propia para evitar una legislación y una obligación. Yo creo que sí hace falta una legislación en este tema.
P. Entonces, ¿cómo cree que la economía podría ayudar a solventar este problema?
R. Hay unos recursos que se ven y otros que no se ven y que son más problemáticos probablemente. Todos los recursos que no se ven como el litio o el cobalto, que están en el material informático y la gente no los conoce; como los microplásticos, la gente no sabe en dónde aparecen esos microplásticos, en dónde están. Probablemente es necesario incluir en la reflexión de la economía circular no solamente los grandes temas de recuperar la energía fósil o recuperar los materiales metálicos o el papel, sino también recuperar todas las sustancias, controlar en qué circuito cerrado se encuentran las sustancias químicas que utilizamos.
P. ¿Cree que el uso de los plásticos llegará a ser sostenible y compatible con un medio ambiente saludable?
R. Hay un debate sobre los bioplásticos, que se hacen con almidón o con vegetales. Claro, son mucho más sostenibles que los que se hacen con el petróleo o los hidrocarburos. Estamos en un mundo en donde hay plástico en todas partes. Yo no sé hasta qué punto podemos sustituir el plástico en muchas aplicaciones. Pero hay que ser optimistas: es la primera vez que se prohíben ciertos productos; no por toxicidad, sino porque causan problemas medioambientales. Se quiere limitar la basura marina y tenemos una legislación que, si van productos determinados, prohíbe ponerlos en el mercado. Esto es nuevo. Pero es difícil decir hasta qué punto va a evolucionar el sector del plástico. Lo que es cierto es que mezclar los plásticos reduce completamente la posibilidad de reciclarlos. Esto se entiende poco a poco. Antes había PVC en las botellas y ahora son de PET. Hay sesenta u ochenta tipos de plásticos. El primer paso es tener un plástico de un sólo tipo que se pueda recuperar y reciclar. La legislación dice que podemos llegar al 50% o más de reciclaje de envases de plástico, pero queda un 45% que no sé a dónde va ni qué se puede hacer con él.
P. En la actualidad, en los días de la post-verdad, hay autoridades muy relevantes que niegan el cambio climático, como Donald Trump. ¿Cómo se deberían enfrentar a esto autoridades como la Unión Europea, el Gobierno español o la Xunta de Galicia?
R. Donald Trump es una persona muy especial, que tiene muchas ideas raras y que cambia de ideas. Lo que es importante es entender que bajo Trump, incluso en Estados Unidos, hay muchas iniciativas y gente que actúa. Hay regiones que favorecen más las energías renovables que en Europa. Hay muchos responsables de ciudades que tratan de llegar a emisiones cero en su ciudad. Todo el mundo entiende que Donald Trump es un poco especial, pero el impacto que tiene está limitado, detrás de Trump hay muchos actores, incluso en Estados Unidos.
P. ¿Qué diferencias percibe entre la actitud de la sociedad de hoy en día y la de hace 30 años con respecto al medioambiente? ¿Avanzamos, retrocedemos o nos quedamos en el mismo sitio?
R. Hace más o menos treinta años era la época hippy y el tema medioambiental era muy marginal. Ahora está mucho más en la conciencia individual, en los periódicos, en la política, en todo. Hay un cambio enorme. Ahora la cuestión medioambiental todavía no es probablemente la primera; por ejemplo, en el debate político aquí en España. Pero yo creo que poco a poco aparece como un tema realmente prioritario, incluso en el debate político en otros países. La diferencia entre el movimiento de los “hippies” y el movimiento social actual es que es mucho más amplio y tiene muchos más actores y muchos más cambios reales de actuación: está el mundo de la economía social y el mundo de las comunidades de base. Todos los nuevos conceptos de construcción incluyen ahora muchas ideas en relación con el medioambiente. Sí, ha cambiado muchísimo la cuestión, pero eso no quiere decir que la solución exista y se aplique en todas partes.
P. ¿Qué papel tenemos las nuevas generaciones para avanzar en el cuidado medioambiental con propuestas como la economía circular y así evitar “plagas” creadas por los seres humanos como las de los microplásticos?
R. En las nuevas generaciones, por una parte, hay una sensibilización sobre la cuestión de adónde vamos: ¿Realmente hay un mundo que se va a acabar o hasta dónde van a ir los problemas? Se relaciona la preocupación que puede existir y su comportamiento. Los jóvenes pueden cambiar el comportamiento muchísimo y por eso necesitan información, concienciación y posibilidades de actuar de manera diferente, que no es tan fácil. La joven sueca Greta Thunberg ha empezado a cuestionar si vale la pena ir a la escuela si vamos a tener un mundo en el que no se puede vivir. La prioridad no es la educación, sino actuar contra un sistema que nos conduce al fin del mundo. Esa joven ha tenido mucho eco. Hay un movimiento de jóvenes que hace falta apoyar y espero que aparezca con fuerza incluso aquí en España. El 15 de marzo se ha dado por primera vez en la humanidad una huelga a nivel mundial y esa idea es de los jóvenes. Es un paso increíble de concienciación de los jóvenes. Hay que poner en relación con los problemas medioambientales toda la forma de vida: es muy atractiva la tecnología nueva, cambiar de jersey cada seis meses, tener un coche a los dieciocho años o antes, viajar en avión al otro lado del planeta, pero progresivamente se puede cambiar el comportamiento tomando consciencia del impacto que tiene esto. En la evolución del mundo ahora la cuestión clave es entre las fuerzas económicas, las multinacionales, y la juventud. Son las dos fuerzas que pueden cambiar la cosa. Una vez que las grandes empresas se den cuenta que la demanda, incluso de los jóvenes, es para los biotextiles o para el comercio sostenible pueden abrirse y pueden evolucionar.
P. Y para terminar, ¿qué futuro nos espera en lo que respecta al medioambiente? ¿Tendrán razón las películas de moda apocalípticas de Hollywood?
R. La cuestión es que la vida sobre la tierra no es eterna: el sol se va a apagar dentro de millones de años. No estamos en un mundo eterno. Ahora está la especie humana, pero el tiempo que han vivido los dinosaurios sobre la tierra es mucho mayor. ¿Hay que hablar realmente de fin de la especie humana? No lo sé. Yo diría que hay que tomar los problemas medioambientales mucho más en serio de lo que se ha hecho hasta ahora. En los años ochenta “Le printemps silencieux” (la primavera silenciosa), un libro sobre el problema del DDT en la selva amazónica, era el punto de partida de la conciencia medioambiental. Se ve que en cuarenta años no hemos cambiado lo suficiente. Todos los problemas medioambientales, en realidad, han crecido. Hay un momento en que no se puede retroceder. La cuestión climática es muy ilustrativa de esto. Las emisiones están ya, no se pueden captar ni retirar; a nivel de la biodiversidad, una vez que pierdes ciertas especies, no puedes recuperarlas, no vas a “construir” otra vez un dinosaurio. Todo el mundo dice que soy pesimista, pero no es una cuestión de pesimismo o de optimismo: hay que tomar mucho más en serio el problema medioambiental de lo que se ha hecho hasta ahora. Lo digo aquí porque ese debate sobre Cataluña independiente o no, se pasan horas y horas en la tele con esto. ¿Por qué la gente se pasa tanto tiempo con este tema tan secundario?. Puedes vivir en un estado federal, confederal, en un estado con muchas regiones independientes, si ves Italia, Alemania, Bélgica,... hay varios modelos. Es un aspecto totalmente secundario en relación con el problema medioambiental y este tema se olvida si la gente se queda en este tema organizativo y político secundario. Así que vosotros vais a poner el tema de la economía circular en primer plano. Espero.